Salpican de sospechas al primo de Ramón Saadi
Lo hizo el policía Salcedo, quien también involucró a Luque
SAN FERNANDO DEL VALLE DE CATAMARCA.- El comisario general (R) Julio Salcedo, más conocido como "El Macho", salpicó con su testimonio de ayer no sólo a Guillermo Luque sino también a Arnoldo Saadi, primo hermano del ex gobernador provincial Ramón Saadi, al vincularlos directamente con el crimen de María Soledad Morales.
El hombre relató que le llamó la atención que en su primera declaración ante la policía, Guillermo Luque se presentara con un "bagaje de pruebas para justificar que no estuvo en Catamarca" el fin de semana del crimen de la adolescente.
"Nadie le había avisado por qué motivo se lo citaba", sostuvo, en un suspicaz intento por dejar en evidencia que Luque estaba al tanto de los motivos de su comparecencia.
Otro dato que Salcedo deslizó durante sus casi tres horas de declaración también resultaría incriminatorio para el hijo del ex diputado Angel Luque. Fue cuando se refirió a un Fiat 147, vehículo similar al que tenía por entonces el jefe de la policía Miguel Angel Ferreyra.
Otra de las cartas que jugó ayer Salcedo en contra del Luque tiene que ver con una supuesta conversación entre el jefe de la penitenciaría local, comisario Juan Carlos Añauque, y dos policías que trabajaban a órdenes de "El Macho".
Según los pesquisas, Añauque habría dicho: "Muchachos, déjense de jo..., de averiguar cosas del caso Morales, que ahí está metido Luque".
Otra de las referencias que Salcedo hizo sobre dichos de terceros podría reforzar la hipótesis de que María Soledad fue llevada al Sanatorio Pasteur.
Salcedo dijo que Nicolás Aguilar -un mecánico consultado durante la instrucción- le había contado que el médico Olegario Leiva admitió haber atendido a la joven en ese centro y que no pudo reanimarla.
El turno de Arnoldito
El ventilador alcanzó también a uno de los miembros de la familia Saadi: "¿Cómo entró Arnoldito en esta causa?", se preguntó Salcedo para explicar que Jorge Argañaraz Ponessa reprodujo un duro diálogo entre el joven y su madre, recogido por un vecino de apellido Luna, "al alba del sábado" posterior al hallazgo del cadáver.
Y relató el supuesto diálogo: -Oíme hijo de p..., dónde mi... has estado. Estuviste en lo de la muerte de la chica.
-No, yo solamente me la c....
Luego Salcedo agregó que cuando Arnoldito fue a declarar no lo hizo en compañía de la madre, sino "del brazo del ex diputado y tío de él, (Oscar) Brizuela, y no negó el incidente con su madre, aunque sí el contenido de ese diálogo".
El ex funcionario policial reprodujo en varios pasajes de su declaración los testimonios que tomaron sus subalternos cuando él estuvo al frente de la comisión policial que designó cuatro días después de la aparición del cuerpo de la joven el jefe de la policía y que trabajó a la órdenes del magistrado José Labid Morcos.
Salcedo también apeló a esos dichos de terceros para referirse a otra de las situaciones todavía oscuras y que involucran a José Silva, uno de los policías que custodiaba Puerta de Hierro, la casa de los Luque. "Me acuerdo que Silva dijo, en sede policial, haber visto cómo lavaban el automóvil", expuso.
Se refería a un Ford Falcon verde, propiedad de Luque, que según el ex mucamo de Puerta de Hierro Ramón Medina, fue lavado para quitarle manchas de sangre. Allí aparece una contradicción, ya que Silva declaró no haber estado de guardia el sábado cuando, según Medina, se lavó el auto, sino el día anterior.
Antes de su testimonio, Salcedo se excusó por los "errores en la cronología". Sin embargo, nada dijo sobre la catarata de nombres que ayer mencionó ante el tribunal.
Como el cansancio había hecho estragos, ninguna de las partes pidió la comparecencia de nuevos testigos.
Podrían detener a Angel Luque
SAN FERNANDO DEL VALLE DE CATAMARCA (De nuestros enviados especiales).- El ex diputado nacional Angel Luque, padre de Guillermo, podría ser detenido por la Justicia en la causa en que se investigan supuestas responsabilidades por un posible intento de asesinato contra Luis Tula, uno de los acusados del crimen de María Soledad Morales.
El fiscal de instrucción doctor Marcelo Fourner estudia las actuaciones y ya tiene decidido impulsar el próximo viernes la acción penal para que el juez Marcelo Soria investigue al padre del acusado Guillermo Luque y al ex comisario Juan Carlos Añauque, señalaron a La Nación fuentes judiciales.
Muerte por envenenamiento
Los nombres de ambos fueron lanzados por el cabo primero enfermero Carlos Díaz, del Servicio Penitenciario provincial, quien declaró en el juicio días atrás, ocasión en la que dijo que Añauque le ordenó "liquidar" a Tula con dos pastillas de veneno mientras estaba preso, el 8 o 9 de noviembre de 1990.
El suboficial recordó que recibió la orden luego de que Añauque se reunió por más de una hora con Angel Luque.
Una vez que el fiscal dictamine y proponga medidas, el juez Soria deberá pedir informes y tomar declaraciones testimoniales.
Luis Tula adelantó que ofrecerá la suya, a pesar de que su abogado ,Carlos Avellaneda, todavía no pudo hallar las pastillas supuestamente letales que se guardó su cliente sin tomarlas.
El ex diputado y Añauque se exponen a una orden de detención, en caso de que el magistrado decida indagarlos por homicidio en grado de tentativa, delito que es castigado con penas desde 4 a 16 años de prisión, escala penal que no admite la posibilidad de la excarcelación.
El día que Tula aceptó confesar por dos millones de pesos
SAN FERNANDO DEL VALLE DE CATAMARCA).- Luis Tula había aceptado los dos millones de dólares que le había ofrecido el gobierno de Ramón Saadi para hacerse cargo del crimen, pero finalmente rehusó.
Así lo admitió el propio imputado para responder el testimonio que ofreció ayer el comisario (R) Rafael Miranda, en cuya jurisdicción fue encontrado el cadáver de María Soledad Morales.
Miranda también reconoció que el ex jefe de la Policía de Catamarca Miguel Angel Dahbar ordenó detener durante tres días e interrogar, paralelamente a la investigación oficial, a Luis Tula, a su esposa Ruth Zalazar y a otros testigos de la causa, sin conocimiento del juez José Labid Morcos, por entonces a cargo del caso.
El testigo dijo que escribió las directivas de Dahbar por intermedio del jefe de la Unidad Regional, comisario inspector Carlos Villafañe, y justificó los citados interrogatorios a Tula, a su esposa Ruth Zalazar y a los amigos de la pareja Eduardo Notari y Antonio Morales -que se sucedieron durante tres días en la sede de la Comisaría de la Mujer y del Menor- con una excusa que sonó inverosímil: investigarlos como integrantes de un complot de agitación social.
El fiscal Gustavo Taranto entonces lo presionó: -¿Considera normal esta intromisión del jefe de policía en la actividad de un juez?
-Para mí estaba dentro de sus facultades, no era intromisión. Y menos mía, yo cumplía órdenes.
Con la boca seca por la tensión y pasándose los dedos por los labios, Miranda negó con vehemencia que hubiera detenido los días 3, 4 y 5 de noviembre de 1990 al cuarteto para que confesara lo que sabían.
Sin embargo, al término de su declaración, en la puerta del tribunal, Tula no se contuvo y los desmintió con indignación: "Que no mienta, si me interrogaba con los originales de la causa Morales en la mano", señaló el propio acusado a La Nación .
Casi los mismos argumentos que usó el desengañado Julio Salcedo, uno de los primeros investigadores del caso, cuando conversó con Miranda y éste le comentó que integraba una comisión para aclarar el crimen.
Pero Tula señaló a La Nación que las intenciones de Miranda iban más allá de una averiguación de antecedentes y reveló que lo quiso sobornar con dos millones de dólares para hacerse cargo del crimen.
"Vas a recibir Cuatro Marchas de la Verdad", recordó Tula que le dijo Miranda, en referencia a la manifestación organizada a un costo de 500.000 dólares por el ex gobernador Ramón Saadi para contrarrestar las Marchas del Silencio en reclamo del esclarecimiento del asesinato.
Cuando dijo que sí
"Yo acepté", recordó Tula sin ruborizarse, pero luego cuando Miranda llamó a Dahbar diciéndole que estaba dispuesto a confesar y se habló de llamar al fiscal para formalizarlo, el acusado se echó atrás.
Este relato, sugerido a través de las preguntas del abogado de Tula, Carlos Avellaneda, fue negado terminantemente por Miranda. El letrado propuso carear a su cliente con el testigo, pero el presidente Santiago Olmedo de Arzuaga, no lo autorizó porque podría incriminarse.