Sale al espacio otro satélite argentino
En Bariloche, astronautas de la NASA dieron el visto bueno al SAC-A, que volará en la próxima misión del Endeavour
SAN CARLOS DE BARILOCHE.- En un escenario rodeado de cumbres nevadas y las aguas del Nahuel Huapi, tres hombres de mameluco azul recorren a pie, junto a una nutrida comitiva, parte de las instalaciones de un laboratorio científico local.
Son los astronautas norteamericanos que en julio del año próximo pondrán en órbita otro satélite argentino, el SAC-A, diseñado y construido enteramente en nuestro país, desde el transbordador Endeavour, el mismo que antes habrá colocado el primer módulo de la estación espacial internacional Freedom.
Los astronautas de la NASA viajaron para realizar el examen final del vehículo argentino y sus componentes, además de la revisión de las operaciones que se realizarán desde la Tierra en el momento de su lanzamiento. Robert Cabana, comandante de la Misión STS-88, Jerry Ross, el especialista, y Frederick Sturckow, el piloto, no ocultaron su admiración luego de comprobar la pericia de científicos y técnicos argentinos, que en sólo once meses de trabajo concibieron un satélite de aplicaciones científicas de 68 kilos de peso -es decir, muy pequeño-, munido de una cantidad de elementos difíciles de ubicar eficazmente en tan escaso espacio.
Esta maravilla tecnológica probará nuevos instrumentos y desarrollos durante un año, que serán aplicados luego en el SAC-C, primer satélite argentino de teleobservación de la Tierra, cuya puesta en órbita se prevé para 1999.
Las palmas de los astronautas fueron para la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) y su principal contratista, Investigación Aplicada (Invap), una empresa rionegrina que compartió con la agencia estatal la responsabilidad de pergeñar el elogiado retoño, además de financiar conjuntamente la inversión para hacerlo realidad.
Exito tecnológico
El SAC-A es un nuevo paso de la Conae en el marco del Plan Espacial Nacional previsto para el decenio 1995-2006, vinculado con el uso pacífico del espacio exterior y el aprovechamiento de la información generada por la tecnología espacial. Pero es también expresión del acuerdo de cooperación que la Conae mantiene desde 1991 con la NASA y que supone la colaboración de la agencia norteamericana con los emprendimientos locales, mediante la transferencia de know-how y de la puesta en órbita de nuestros satélites en el espacio, como ocurrirá en julio del año próximo con la misión del Endeavour. Para la agencia norteamericana, el intercambio es un modo directo de probar nuevas tecnologías a un costo sensiblemente menor que el que debería invertir puertas adentro de su país.
En el marco de la visita del presidente norteamericano Bill Clinton, el ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, ingeniero Guido Di Tella, presidente del directorio de la Conae, firmó un memorandum de entendimiento con Daniel Goldin, administrador de la NASA, donde se refrendan y amplían las relaciones de cooperación establecidas hace ya seis años.
Los funcionarios de la Conae explicaron que el objetivo inicial de los sistemas satelitales es proveer información específica sobre nuestro país, que no es cubierta por satélites internacionales. Este monitoreo de recursos disponibles es de vital importancia para lograr un desarrollo sostenido, si se tiene en cuenta el peso que la explotación de bienes primarios tiene en la economía local.
Made in la Argentina
En cuanto al SAC-A, operará aproximadamente un año en una órbita de 51 grados de inclinación, a 360 kilómetros de altura, y luego de ese lapso caerá solo, desintegrándose. El satélite posee tres paneles solares que desplegará durante sus misiones, centradas en la puesta a prueba de nuevas tecnologías e instrumentos, totalmente diseñados en nuestro país. Entre ellos, merece un comentario especial el Sistema de Posicionamiento Global Diferencial (DGPS), un desarrollo argentino que por primera vez se prueba en una misión satelital tan prolongada.
"Este sistema -explica el doctor Marcos Machado- será el test de una idea concebida para permitir altísimo nivel de precisión de las imágenes obtenidas por el satélite, mediante una tecnología más simple y confiable que la utilizada hasta ahora, y a un costo mucho menor."
Este instrumento también se utilizará para controlar el satélite en tiempo real -es decir, a medida que se desplace- una experiencia jamás realizada hasta ahora en el mundo, y que permitiría simplificar en gran medida la cantidad de procesamiento terrestre requerido para controlar un satélite en órbita.
Además, el SAC-A llevará una cámara de teleobservación experimental, con la cual se tomarán fotografías digitales y un magnetómetro que medirá el campo magnético terrestre con una resolución mucho mayor que la que se logra habitualmente. El satélite, por otra parte, permitirá poner a prueba un sistema para el seguimiento de la ballena franca austral, durante sus hasta ahora desconocidas migraciones.
El costo del satélite no superó el millón de dólares, cifra inusualmente económica en la contabilidad de iniciativas espaciales. Las expectativas son muchas. Por un lado, dejar completamente en el olvido el fracasado intento de poner en órbita el SAC-B, que en noviembre del año último no pudo ser eyectado por el cohete Pegassus. Por otro, aprovechar al máximo la experiencia que brinde en materia de operación y control de una misión satelital destinada a aplicarse en el próximo emprendimiento, el SAC-C.
La vida en órbita
BARILOCHE (De un enviado especial).- "Cuando estoy allá arriba extraño a mi familia, pero sé que los volveré a ver pronto", dijo a La Nación Robert Cabana, comandante de la Misión STS-88 del Space Shuttle Endeavour. El astronauta, de 48 años, participó en tres vuelos del transbordador y estuvo 627 horas en el espacio. Además, está casado y tiene tres hijos.
Admitió también que "durante los viajes estamos tan ocupados realizando experimentos y estudios que el día se pasa muy rápido. Sin embargo, es imposible no disfrutar todo el tiempo de la experiencia única que ofrece el espacio. Nuestro cronograma prevé ocho horas de sueño diarias, pero difícilmente se cumplen. Como no hacemos un gran gasto de energía, tampoco solemos tener mucho apetito".
Jerry Ross, de 49 años, es el especialista de la misión y será el encargado de la eyección del satélite argentino. También realizará tres caminatas espaciales, una aventura nada nueva para él, ya que en sus cinco vuelos anteriores, que totalizaron 850 horas, dedicó 23 a realizar cuatro caminatas en ese iniguable escenario. Ross está casado y es padre de dos hijos.
"Caminar en el espacio -explicó- es parecido a flotar en una pileta, en completo estado de relajación y libertad, pero con dos ventajas: uno no se moja y no hace falta contener la respiración. El cuerpo humano ama esa experiencia."
Ross explicó que durante las misiones los astronautas jamás dejan de realizar actividad física en una bicicleta fija y en una cinta para caminar o trotar.
Los tripulantes viven en un monoambiente, pero cuentan con un pequeño cortinado que los aísla para realizar aquellas funciones fisiológicas que demandan privacidad.
Finalmente, el benjamín del grupo, Rick Sturckow, confesó sentir un "nivel de ansiedad normal". Es que, con 36 años, concretará en la próxima misión su primer vuelo espacial.
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