Saldaño pidió que lo ejecuten cuanto antes
Exhortación: por estar "sumido en el abismo de la depresión", pidió que aceleren su ejecución el cordobés condenado a muerte en los Estados Unidos por el crimen de un vendedor; la condena fue apelada.
Cordoba.- "Ya que no voy ni para atrás ni para adelante, le voy a pedir encarecidamente que corte todas las apelaciones para que me ejecuten lo más pronto posible". La estremecedora petición para que se acabe con su vida fue transmitida a su abogado por Víctor Hugo Saldaño, un joven de 25 años oriundo de la provincia de Córdoba que hace unos meses fue condenado a muerte por un jurado del estado de Texas, Estados Unidos, al considerarlo culpable del asesinato de un comerciante.
La sentencia ha sido apelada y conforme se resuelva puede incluso ser recurrida ante la Corte Suprema norteamericana. El trámite podría demandar dos, tres o más años, "siempre con el fantasma de la ejecución". Y el futuro no inspira ninguna esperanza a Saldaño porque, en el mejor de los casos, de lograr una conmutación de la pena lo esperarían 40 años de un durísimo régimen carcelario.
"En el escaso tiempo que llevo aquí, he estado analizando mi situación y he decidido que es mejor finiquitar este asunto", expresa en otro párrafo de la misiva, escrita de su puño y letra y enviada al defensor de oficio que se le designó cuando fue detenido, el doctor David Haynes.
Saldaño echó a rodar por el continente en 1989, cuando apenas tenía 18 años. Fue a Brasil en busca de su padre, que habría viajado al vecino país luego de un matrimonio fracasado con Lidia Guerrero. Anduvo luego por Colombia, Centroamérica y México, desde donde ingresó clandestinamente a los Estados Unidos.
Allí, en Texas, derrapó al delito. El 25 de noviembre de 1995, en compañía de otro sujeto -Jorge Chávez, de nacionalidad mexicana- asaltó a un vendedor de computadoras de la ciudad de Plano.
Crimen y castigo
Lo redujeron y lo obligaron a acompañarlos hasta un lugar apartado donde, de acuerdo con la acusación, le quitaron la vida y un magro botín de 50 dólares.
Enseguida fue apresado y el 11 de julio de 1996, apenas siete meses después del crimen, un jurado de 12 miembros dictó su veredicto: culpable de homicidio capital agravado por secuestro. En el acto se le dictó la sentencia de muerte mediante una inyección letal, conforme lo establecen las leyes del estado de Texas.
Saldaño estuvo primero en el penal de Plano y más tarde fue trasladado al de Huntsville. Los reclusos son en su mayor parte de raza negra, una porción es latina y unos pocos, blancos. La vida allí es un infierno, según sugieren abogados que han tenido contacto con la realidad carcelaria norteamericana.
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