Rubén Peucelle: "El Ancho", uno de los íconos del catch de Titanes en el ring
"Es el Hércules argentino, también lo llaman «el Ancho»; el varón muy noble y sencillo, que a nadie le cede un tranco." Así definía a Rubén Peucelle, el malambo que anunciaba su entrada al estudio o al estadio. Sin dudas, un ícono de los años 60, 70 y 80, a través de su participación en el programa Titanes en el ring. El querido titán (adorado especialmente en su barrio de Olivos, donde vivió toda su vida) murió anteayer de un paro cardiorrespiratorio a pocos días de haber cumplido sus 82 años.
Decir Titanes en el ring es activar un disparador de recuerdos para varias generaciones. Aquellos personajes que pasaban por ese programa de cachascán creaban imitadores y todos los chicos que seguían con fidelidad y fanatismo las transmisiones soñaron o jugaron ser alguno de aquellos superhéroes de la troupe de Martín Karadagián.
Uno de los favoritos y, tal vez, uno de los más perdurables, fue el campeón argentino, "el Ancho" Rubén Peucelle. De físico privilegiado y adorado por los chicos, ingresó en esa troupe en 1963 y participó en ella en prácticamente todas sus temporadas.
Ejerció varios oficios: fue guardavidas, modelo publicitario, fisicoculturista, doble de riesgo y luchador profesional. Su obsesivo trabajo en el gimnasio lo acercó al mundo de la lucha libre y grecorromana en River Plate, pero se aburrió y se dedicó exclusivamente a las pesas, en un gimnasio improvisado por él y sus amigos en la playa de Olivos.
Aficionado al catch que, por aquel entonces sólo se podía ver en el Luna Park o en el parque Romano, no dudó en presentarse a unas pruebas cuando se enteró de que unos empresarios mexicanos estaban tomando nuevos talentos para un programa de televisión.
Ingresó en ese mundo siendo muy joven, en 1962, como Hércules Peucelle (apodado "el Ancho" del 13), en el programa Lucha libre profesional (Canal 13), liderado por un grupo de atletas mexicanos que pretendía competir con el recientemente estrenado Titanes en el ring. Al año siguiente, Martín Karadagián lo contrató para que se integre a su elenco de Canal 9. Allí se quedó durante muchos años y no sólo se convirtió en uno de los favoritos del público con su título de "campeón argentino", sino que, además, fue amigo y mano derecha de Karadagián.
Con sus clásicos "molino" o "volantín" finalizaba las luchas casi siempre victorioso y, sin dudas, se convirtió en el modelo de superhéroe pacífico y terrenal para los chicos de aquellas generaciones. Su figura podía aparecer dentro de un sobre de gofio o en un yogur, en un chocolate o en una remera. Eran épocas de más de 30 puntos de rating.
Durante el período de mayor auge de Titanes en el ring, entre 1972 y 1974, fue una de las figuras principales del programa, junto con otros luchadores emblemáticos como El Caballero Rojo, Pepino, La Momia o Joe, el Mercenario. Sus luchas contra el Vikingo, el Coreano Sun o, más adelante, Gengis Khan, eran un clásico entre el bien y el mal.
En los años 80 continuó como figura y, en 1988, por segunda vez, se alejó de Titanes en el ring para refundar un programa que tuvo un interesante atisbo en el 72: Lucha fuerte. Fue líder y cabeza de ese exitoso ciclo del Canal 2 de Héctor Ricardo García que hasta superó en audiencia al alicaído Titanes de la última época del gran Martín.
"Nosotros no éramos luchadores solamente. Teníamos que ser fuertes y temperamentales porque era un ambiente bravo, pero era fundamental ser intérprete. Vos tenías que encarnar a un personaje. El catch es como el teatro. El bueno y el malo se tenían que ver y cada uno debía tener su personalidad. Éramos actores", le dijo alguna vez a este cronista.
Tanto le gustaba a Peucelle su oficio que, para despuntar el vicio y "probarse" el traje de villano, encarnó durante mucho tiempo a dos enmascarados temibles: la Momia Negra y El Hombre de la Laguna.
Fue un amante de la música ciudadana y en más de una oportunidad se animó a entonar algún tanguito en el programa de Roberto Galán. Además, Peucelle participó en las películas Rata de puerto, Titanes en el ring y Titanes en el ring contraataca.
Nunca se casó, pero fue feliz padre y abuelo. "Soy libre, profeso la libertad", dijo en más de una oportunidad. No le interesaban las pertenencias ni materiales ni humanas. No quería que nadie le pertenezca, pero en algo falló: él pertenece y seguirá perteneciendo a las ilusiones de varias generaciones de chicos y no tan chicos que siguieron sus andanzas en el ring.
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