Rosario: la historia de Dios Punk, el músico que fue acusado falsamente de acoso y se suicidó
El pecado de Javier Messina, un músico callejero que se hacía llamar Dios Punk en Rosario, era que desafinaba. Cantaba muy mal, pero nunca le hizo mal a nadie. Cuando hacía su espectáculo en la peatonal se tapaba su cabeza con una capucha negra.
También vendía en el centro de la ciudad una revista muy rústica que llevaba de título Punk Rock. Era un fanzine fotocopiado, hecho con fibras y birome. "Si lo hago mejor no va a ser punk", le dijo hace unos seis meses a este periodista en el Mercado del Patio, otro de los lugares donde ofrecía su producto.
Este hombre de 37 años se suicidó el domingo de la semana pasada, según publicó el diario La Capital. Y detrás de su muerte hay una historia que lo tiene como víctima, más allá de los problemas de salud que padecía Dios Punk, como paranoia.
Messina había sido víctima el 12 de octubre de 2018 de un escrache que se generó a partir de una falsa noticia que se viralizó por Whatsapp que lo incriminaba en un alocado relato de un intento de secuestro arriba de un colectivo de transporte público.
La difusión del relato de una mujer que decía que se había encontrado con Dios Punk en el ómnibus y que tras hacerle escuchar una canción en sus auriculares y darle un fanzine se empezó a sentir mal y terminó en una guardia de un hospital enfocó las miradas hacia el músico. La mujer sospechaba que había sido drogada con burundanga, pero luego fue descartado por los propios médicos del centro asistencial.
Pero la falsa noticia empezó a correr a toda velocidad, sobre todo por las redes sociales. Y hubo personas que fueron a buscar a Dios Punk, que antes de que fuera linchado fue detenido por la policía. Messina no había hecho nada. Sólo su aspecto y la falsa noticia lo transformaron en un convicto. En el colectivo que viajaba con la mujer que creyó que fue drogada había un policía, que revisó a Messina y sólo le encontró en la mochila semillas de chía.
Según publicó el periodista Nicolás Maggi, Messina había estudiado el profesorado de Educación Física en el Isef Nº 11, pero trabajó poco tiempo como docente y se dedicó a la música. Su padre Alfredo, abogado, recuerda que fue él mismo quien —alertado sobre la existencia del audio— se apersonó en la comisaría 2ª y pidió que lo detuvieran. "Lo estaban golpeando en la calle. Tenía miedo de que lo mataran", asegura. Messina estuvo una hora y media demorado, y sin pasar por audiencia la fiscal Gisela Paolicelli le formó causa por lesiones leves y le dio la libertad. No tenía antecedentes penales, hacía años que ofrecía sus zines por la zona y nunca había pasado nada similar. Por eso salió rápido.
La investigación judicial dio como resultado que la mujer no estaba narcotizada y no existía ningún indicio sobre lo que había denunciado. Se sospecha que el cuadro de la chica podía ser compatible con un ataque de pánico.
Pero el caso de Messina quedó abierto varios meses en la justicia, porque la fiscal entró en licencia meses después, y el expediente siguió abierto hasta que le dieron de baja en el sistema.
El domingo 10 de noviembre pasado se tiró del piso 14 de la casa de su hermana, donde había ido a tomar unos mates. Una historia cruel de un muchacho que sólo desafinaba y tapaba su cabeza con una capucha negra.
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