Carlos Eduardo Robledo Puch, el mayor asesino serial de la historia argentina es la excepción a la regla de la "puerta giratoria", foco actual –y permanente– de crítica al sistema penal argentino . En estos días donde se elaboran proyectos de reforma para eliminar beneficios a los condenados por delitos graves, el Ángel de la Muerte es la contracara del sistema: en los 46 años que lleva detenido, condenado a reclusión perpetua más la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado por 11 asesinatos, 17 robos y dos violaciones, Robledo Puch, de 66 años, nunca fue beneficiado con una salida transitoria. Su historia será, pronto, desplegada en cine, en un film de Luis Ortega.
Robledo Puch es el preso más antiguo del país. Sólo una vez dejó el penal de Sierra Chica: en mayo de 2016. En medio de un importante operativo de seguridad fue trasladado a la asesoría pericial de San Isidro para que le hicieran estudios porque se había agravado la enfermedad pulmonar obstructiva crónica que lo afecta.
Ayer se cumplieron 47 años del primero de los 11 homicidios por los que fue condenado. Su primera víctima fue José Bianchi, sereno de una casa de repuestos de autos situada en Ricardo Gutiérrez al 1500, Olivos. El 3 de mayo de 1971 Robledo Puch y su cómplice, Jorge Ibáñez, irrumpieron en el local tras saltar la pared de una estación de servicio vecina. El Ángel de la Muerte le disparó dos balazos al sereno. También baleó a la esposa; creyendo que estaba muerta la abandonó ensangrentada y huyó con $350.000 y una palanca de cambios para el Fiat 600 que preparaba para correr picadas. La mujer se arrastró hasta la puerta del local pidió ayuda y logró sobrevivir. Aportó detalles de uno de los atacantes, al que describió como un chico rubio, de ojos celestes.
Dos semanas después, Robledo Puch e Ibáñez irrumpieron en la boite Enamour, situada junto al río, en Olivos. Aprovecharon que Pedro Mastronardi y Manuel Godoy, gerente y encargado del local, dormían, para matarlos y llevarse el dinero de la recaudación.
Entre aquella madrugada y el 5 de agosto de 1971 Robledo Puch e Ibáñez siguieron con los robos y con su raid de sangre y fuego. Asesinaron a Juan Scattone, sereno del supermercado Tanti de Olivos. En el siguiente ataque mataron de cinco balazos a Virginia Rodríguez, de 16 años. Antes de asesinarla la llevaron hasta la Panamericana y la violaron.
Ana María Di Nardo, una aspirante a modelo de 22 años, fue la siguiente. Después de engañarla para que abordara la cupé Dodge GTX que habían comprado, Ibáñez y Robledo Puch tomaron hacia la Panamericana. Como la joven se resistió a que la violaran, Robledo Puch le disparó seis balazos por la espalda y abandonó el cuerpo a diez cuadras de donde 11 días antes había matado a Rodríguez.
Increíblemente, hasta ese momento, la policía bonaerense no había logrado esclarecer los seis asesinatos ni unificar pistas o sospechosos, a pesar de que todos los homicidios ocurrieron en una misma zona, entre la Panamericana y el Río de la Plata, desde General Paz hasta Carupá. Esta falta de acción policial permitió que Robledo Puch siguiera desplegando su furia asesina.
Pero el 5 de agosto de 1971 se produjo un episodio que marcó el principio del fin para el Ángel de la Muerte. Ibáñez, su cómplice y amigo de la infancia en Villa Adelina, perdió la vida cuando chocaron con la cupé Dodge GTX. Sin Ibáñez, a Robledo Puch no le quedó más opción que buscarle reemplazante y confiar en otro vecino del barrio, Héctor Somoza, a quien miraba con recelo: creía que robaba para llevarle la contra a la madre y no por tener un sentimiento criminal.
Tras una pausa de tres meses, el 15 de noviembre de 1971, Robledo Puch y Somoza entraron a robar en el supermercado Rolón, de Boulogne y mataron al sereno Raúl Delbene. Estaba de turno el juez en lo Penal N°3 de San Isidro, Víctor Sason, que le dedicó especial energía a la investigación del caso, reflejado en el expediente N°10.530. La sangre fría del asesino, que había matado por no haber encontrado dinero en las cajas de seguridad, había llamado la atención del magistrado.
Para esa época, las presunciones de Robledo Puch sobre el mal aura de Somoza se confirmaban: con su nuevo compañero no obtenía el mismo dinero que estaba acostumbrado a conseguir con Ibáñez como cómplice.
El 17 de noviembre robaron en una agencia de autos situada en Avenida del Libertador al 1900 y mataron al sereno Juan Carlos Rosas. La investigación de este homicidio también quedó en manos del juez Sason. La descripción del asesinato realizada por los policías que iniciaron el sumario N°12.072 alertó al magistrado. Tanto Delbene como Rosas eran serenos; ambos habían sido asesinados mientras dormían.
Una semana después, Robledo Puch y Somoza irrumpieron en otra agencia de autos: Puigmarti, situada en Santa Fe al 1000, Martínez. Luego de matar al sereno Serapio Ferrini huyeron con un millón de "pesos ley" que había en la caja fuerte. Aunque fue un golpe exitoso por el monto, Somoza nunca lograría ganarse la confianza de Robledo Puch. Su buena suerte le duraría poco más de dos meses.
La caída
El 3 de febrero de 1972, Robledo Puch y Somoza entraron en la ferretería Masseiro, de Carupá, y mataron al sereno Manuel Acevedo. Cuando estaban por violentar el cofre, por una cuestión que jamás se pudo develar, Robledo Puch mató a su cómplice. Debido a que no tenía posibilidad de deshacerse del cuerpo, con el mismo soplete que había abierto la caja fuerte quemó el rostro y las huellas dactilares de Somoza con la intención de evitar que su cómplice fuese identificado. Pero al abandonar la escena del crimen no advirtió que Somoza tenía la cédula en uno de sus bolsillos. Ese detalle preludió el final de los asesinatos del Ángel de la Muerte.
A partir del hallazgo del documento en la ropa de Somoza, los policías a cargo del subcomisario Felipe D’Adamo no demoraron en llegar hasta la casa de Somoza, en Villa Adelina. Allí, los investigadores fueron atendidos por la madre de Héctor, quien les habló de Carlos, el chico de pelo enrulado rubio y ojos celestes amigo de su hijo.
En esa época, Lisardo Moure era un joven abogado de 27 años. Se había recibido en la Universidad de La Plata y estaba a cargo de la Secretaría N°5 del Juzgado en lo Penal N° 3 de San Isidro. "Me llamó el comisario de San Fernando y me dijo que habían detenido al autor del homicidio del sereno Delbene. Entonces le pedí que trasladaran al sospechoso al juzgado", recordó Moure a la nacion.
Esa tarde de febrero de 1972 el calor agobiaba en la oficina del segundo piso del edificio de la calle Martín y Omar, frente a las vías del tren Mitre, en el centro de San Isidro. Minutos después de las 14 llegaron los policías bonaerenses con el acusado. Moure comenzó a escuchar a ese joven flaco, desgarbado y de ojos celestes que, apabullado por la situación, miraba para abajo. A partir de ese momento, y durante cinco horas, Robledo Puch contó cómo había matado a, por lo menos, cuatro de sus 11 víctimas.
"Estaba sereno y tranquilo. Relató con precisión de detalles cómo había matado al sereno. El juez Sason preguntaba y yo escribía. Durante la declaración los funcionarios judiciales le preguntaron circunstancias de los homicidios que no habían trascendido a la prensa y respondió con certeza. Entonces le pregunté cómo era posible que se acordara de tantos detalles y me contestó: ‘Matar es una cosa fuerte y de eso uno nunca se olvida’. Por tal motivo no tengo ninguna duda de la responsabilidad de Robledo Puch en los hechos que se le adjudicaron. Es imposible que alguien relate con tanta precisión los asesinatos si es que no estuvo ahí", recordó Moure 46 años después.
Luego de la indagatoria, aquella misma tarde se hizo la reconstrucción de uno de los homicidios. Terminaron a las cinco de la mañana del día siguiente.Consultado sobre si, en su opinión, Robledo Puch nació o se hizo homicida, Moure respondió: "Esa cuestión nunca fue contestada, pero le puedo decir que Robledo Puch tenía una vocación delictiva y homicida".
En 1980, la Cámara Penal de San Isidro condenó a Robledo Puch a reclusión perpetua, más la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado. Esta cláusula impidió al Ángel de la Muerte recuperar la libertad. Para que pueda abandonar la cárcel es necesario que primero acceda a la libertad condicional. Y el requisito exigido para obtener ese beneficio es un estudio psicológico favorable. Hasta el momento, todos los informes en ese sentido fueron negativos. Por eso Robledo Puch sigue en prisión después de 46 años.
La película
Cuando supo que se iba a hacer una película sobre su vida, Carlos Robledo Puch pensó a lo grande. Le dijo a Rodolfo Palacios, autor de su biografía (El ángel negro, editada por Sudamericana) que quería a Martin Scorsese como director y a Leonardo DiCaprio como protagonista. El proyecto ya es una realidad, pero con realizador y elenco argentino. En menos de una semana, ese equipo estará en Cannes (algo así como el Mundial de los festivales de cine) para acompañar el estreno mundial de El ángel, única producción de origen iberoamericano que participará de una competencia oficial. Fue incluida en la sección Un Certain Regard (Una cierta mirada), la segunda en importancia de toda la muestra. Al director Luis Ortega y al resto de la delegación que estará en la Costa Azul seguramente les tocará caminar alguno de los pasillos y alfombras rojas que alguna vez pisaron Scorsese y DiCaprio. Será la única conexión con el sueño de Robledo Puch.
El ángel se estrenará en la Argentina el jueves 9 de agosto y tiene todo para convertirse en la gran película argentina de 2018. En su ambiciosa producción participaron Telefé, K&S Films, Underground (la usina creativa comandada por Sebastián Ortega, hermano de Luis) y la española El Deseo, de los hermanos Pedro y Agustín Almodóvar. Filmada en la Capital Federal y exteriores del Gran Buenos Aires entre fines de julio y mediados de septiembre de 2017, contará la vida de Robledo Puch y su espeluznante raíd delictivo y homicida "de una manera muy libre, apoyada en una historia de amor y de amistad", según adelantó Luis Ortega a LA NACION en agosto pasado, durante una visita al rodaje en la zona norte del conurbano.
En la película, los verdaderos nombres fueron cambiados. Quedó solo el de "Carlitos" para identificar al personaje central, interpretado por el debutante Lorenzo "Toto" Ferro, de 18 años, hijo del actor Rafael Ferro. Peter Lanzani será Miguel Pietro (lejana alusión a Héctor Somoza) y el Chino Darín interpretará a Ramón, nombre ficticio que se asocia directamente con el de Jorge Ibáñez. También aparecen en papeles destacados Mercedes Morán, Cecilia Roth, Daniel Fanego y el chileno Luis Gnecco. El guión es de Ortega, Palacios y Sergio Olguín.
Con la colaboración de Marcelo Stiletano
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