"Risky Sex" en el CCK
La muestra de la Fundación Cartier incluye retratos de un experto en el arte del Shibari
Los incautos que aprovecharon la Noche de los Museos y aterrizaron con la familia completa en la muestra de la Fundación Cartier, que ocupa dos pisos del Centro Cultural Kirchner, habrán notado que un capítulo de esta magnífica exhibición incluye un segmento de altísimo voltaje erótico, no apto para niños, mascotas ni mentes cardíacas. Me refiero a las imágenes del polémico artista japonés Nobuyoshi Araki cuya obra fotográfica está atravesada por el sexo y la pornografía en dosis limítrofes aunque, claro, siempre depende del ojo con que se mire la cuestión. Objetivamente se trata de un conjunto de inquietantes retratos sobre una práctica ancestral, nacida en épocas de los Samurais, en la que los amantes encuentran goce en el riesgo.
Nacido en Shitamachi, un suburbio popular al sur de Tokio, graduado en fotografía y dirección de cine por la Universidad de Chiba, Araki es considerado un maestro a la hora de explorar con su cámara esta variante "refinada" del bondage occidental conocido en Japón como Shibari (atadura, en español) técnica que consiste en amarrar al compañero con cuerdas y nudos, para luego darse al juego más "viejo" de todos. Aunque al comienzo de su carrera se dedicó a la fotografía documental y a la publicitaria, un buen día este artista ya entrado en años encontró belleza en las mujeres sometidas al yugo de las sogas, postal que puede resultar chocante, mucho más ahora cuando el abuso, la misoginia y el femicidio son temas instalados en la conciencia colectiva. Sin embargo vale decir que el shibari no surgió solo para placer de los hombres. Recuerdo una escena de la serie sobre Marco Polo (Netflix) en la que una perversa mujer oriental pasa largo rato atando a su querido para luego hacerlo suyo con adminículos diversos...
Por esa inclinación estética, dicen las crónicas, Akari sufrió constantes censuras en su país. En 1988 la policía nipona sacó de circulación la revista Shashin Jidai en la que aparecían sus fotografías, y en 1992 un escuadrón de agentes intervino una exposición para revisar una por una, y con lupa, las más de 500 diapositivas eróticas que planeaban mostrar los curadores. “Sus obras completas, si hubiera manera de reunirlas, harían palidecer de envidia por sus proporciones al más productivo de los novelistas, al más prolífico de los poetas, al más fértil de los filósofos”, dice Philippe Forest, autor de la biografía Araki, el hombre que vivió sólo para amar. En los últimos años finalmente obtuvo reconocimiento e incluso sus trabajos fueron tapa de discos (uno de Björk), y en 2009 la revista Vogue le encargó el retrato de Lady Gaga para la portada.
En la colección Cartier, que estará hasta marzo en el CCK, el visitante encontrará imágenes quizá hirientes, como digo, para quienes no están “familiarizados” con el risky sex o sexo de alto riesgo, como le dicen ahora al sexo duro. Sin embargo, todo hay que verlo en esta vida. Y no olviden ver en el cuarto contiguo el fabuloso video de la fotógrafa norteamericana Nan Goldin, a mi entender, lo mejor de la muestra.
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