RIO NEGRO -. La esperanza de tres generaciones vuelve a ponerse en marcha. Ojos vidriosos, sonrisas incontenibles y la expectativa para que el tren devuelva su esplendor a la estepa patagónica. Así se vivió ayer el viaje inaugural de La Trochita, uno de los baluartes ferroviarios más importantes que tiene el país. Con casi 100 años de historia, el tren a vapor se constituirá a partir de noviembre como un producto turístico más de Río Negro.
Declarado Monumento Histórico Nacional, el tramo de La Trochita que recorre la estepa rionegrina entre Ingeniero Jacobacci y Ojos de Agua había dejado de funcionar en el 93. Y por iniciativa del gobierno provincial este tramo del Tren Patagónico, que operó por primera vez en 1945 tras 23 años de construcción, volverá a ofrecer un servicio semanal para todos los turistas interesados en descubrir la magia de casi 50 kilómetros de coloridos paisajes y la mística de su gente, junto a su tradicional gastronomía y artesanías.
"Mi abuelo era ferroviario y después de tantos recuerdos hoy lo vemos que vuelve a funcionar", dice emocionado Miguel Llanca en la estación de Ingeniero Jacobacci minutos antes de arrancar el primer viaje. Como él, una veintena de vecinos de la zona se acercó para sacar fotos, filmar la partida y celebrar la esperanza que esta iniciativa les trae a los pequeños poblados de la estepa que esperan muy pronto recibir a los turistas. Abuelos, padres y nietos unidos por una misma historia ferroviaria que hoy vuelve a transitar sobre rieles.
Este nuevo despertar de La Trochita, cuyos orígenes se remontan a 1922, "es un verdadero hito", destaca la ministra de Turismo, Cultura y Deporte de Río Negro, Arabela Carreras. Y asegura que "la provincia tienen un gran potencial aquí, los turistas tienen con este producto la oportunidad de tener otra experiencia diferente en la Patagonia profunda". La gran expectativa es que el tren vuelva a generar empleo en la región.
Todos a bordo
Cuando el reloj marca las 11.45, el clásico pitido de las locomotoras a vapor llama a los pasajeros, y los cuatro coches y el furgón de cola que integran La Trochita vuelven a ponerse en funcionamiento. Este tren, que posee piezas únicas en el mundo a la actualidad y que transita -en promedio- a unos 25 kilómetros por hora, fue restaurado totalmente por personal del Tren Patagónico usando recursos propios. "Ponemos hasta lo que no tenemos para que esto funcione y esperamos estar a la altura", afirma el gerente del Tren Patagónico Alberto Llanca.
No es una empresa o un empleo más, se percibe entre los trabajadores una gran emoción de poder estar ofreciendo otra vez el servicio. Los más grandes llevan más de 20 años trabajando, muchos otros son hijos de antiguos trabajadores y pobladores de la región. Roberto Saavedra, hace menos de dos meses que se jubiló, pero igual tiene puesta la campera del Tren Patagónico y acompaña en su camioneta el viaje inaugural. "Yo viví de esto, entré en el 81, era capataz de vía y mi papá también era ferroviario, lo llevo en el corazón", dice a La Nación entre lágrimas de emoción.
Faustino Ramallo y Bonifacio Benitez, fueron especialmente invitados a este viaje y homenajeados con un reconocimiento a su trayectoria. Sentados en los banquitos de madera que integran uno de los antiguos vagones revelan algunas anécdotas. "En el 84 hubo una gran nevada, había como tres metros de nieve, no podíamos pasar y tuvimos que encarar varias veces con la locomotora", recuerda uno de ellos. Y el otro agrega que en uno de los viajes unas fuertes ráfagas "tiraron todos los vagones cargados con lana".
El corazón de la estepa Patagónica
El clima es duro en la región y el silbido del viento patagónico acompaña los relatos y el tranquilo andar del famoso tren de trocha angosta. Afuera el majestuoso paisaje, la vegetación achaparrada en una paleta de colores amarillos, verdes y grises, y algunos poco animales pastando en la soledad. Cada tanto, la gruesa columna blanca del vapor que hace traccionar el tren y otra un poco más oscura del combustible que mantiene la caldera. Adentro, el calor de las antiguas salamandras en cada vagón y el olor inconfundible de la combustión a leña.
Bonifacio era foguista, encargado de hacer funcionar el sistema a vapor. "Cargábamos casi 12 kilos de leña que era el máximo y teníamos que estar atentos a que todo funcionara", recuerda. Faustino se retiró como instructor y asegura que aún está dispuesto a enseñar a las nuevas generaciones. Entre las anécdotas también cuentan que hacían unos bifecitos de carne sobre las salamandras y que aprovechaban para calentar pavas y pavas de agua. En el viaje no faltan el clásico mate y las tortas fritas caseras que algunos, incluso, apoyan sobre el hierro caliente para darle mejor sabor.
En los 47 kilómetros de recorrido entre Ingeniero Jacobacci y la estación Ojos de Agua, el tren se detiene dos veces para reabastecerse de agua. "Va todo muy bien, está funcionando perfecto", asegura confiado Nelson Sepúlveda, uno de los maquinistas a cargo. Falta poco para llegar y el guarda pasa a picar el boleto. "Yo hace tres años que entré al Tren Patagónico, soy de Jacobacci y pedí especialmente poder estar, la verdad tengo un poco de nervios", confiesa a LA NACION Jorge Añicoy, uniformado y con una gran sonrisa.
Desarrollo regional
Son cerca de las 14 y el tren arriba a destino. Allí, las integrantes de la Cooperativa de Turismo Sustentable Ayufin Mapu preparan un típico almuerzo con cazuela de carne y vegetales y un show musical de artistas locales. Rocío Gudiño, una de las trabajadoras cuenta que la cooperativa está formada por guías de turismo que estudiaron en Jacobacci. "Resurge la historia de nuestro pueblo impulsada por la llegada de los rieles, esto significa desarrollo para nuestra región", sintetiza.
Pasadas las 16 es la hora del regreso y poco a poco el sol empieza a bajar para despedir esta gran aventura que seguramente conquistará a intrépidos turistas. Del viaje inaugural fueron protagonistas el gobernador Alberto Weretilneck junto a diferentes autoridades y referentes del sector turístico de la región, operadores y agencias que serán los encargados de promocionar el producto y la prensa. Además, en uno de los vagones vivieron la experiencia también un grupo de alumnos de la escuela primaria de Ojos de Agua junto a su profesor. "Nos encantó", coincidieron al bajar con una sonrisa y los ojitos llenos de alegría.
DATOS
Para llegar a Ingeniero Jacobacci desde San Carlos de Bariloche, son poco más de 200 kilómetros por la Ruta 23, la cual está siendo asfaltada y aún tiene parte de ripio. Se demoran aproximadamente tres horas y las agencias prevén poner combis que salgan a primera hora de la mañana para disfrutar el día y volver al caer la tarde.
. El tramo total de la ruta de La Trochita que originalmente funcionaba abarca las provincias de Río Negro y Chubut (allí también funcionan cortos paseos turísticos). Se lo conoce como Corredor R-99 y son 402 kilómetros. Es la traza de trocha industrial más larga del mundo. El inicio de la ruta o PK.0 está en Ingeniero Jacobacci.
· El trazado que llega hasta Esquel tiene más de 600 curvas y se realizó a lo largo de casi tres décadas sin maquinaria, a fuerza de trabajo humano con pico, pala y explosivos. Y en las décadas del 50 y el 60 tenía hasta tres servicios semanales.