Riesgos posparto: por qué en los Estados Unidos impulsan las consultas hasta el año de dar a luz
Estudios recientes muestran que la mayoría de las muertes relacionadas con el embarazo ocurren en los doce meses posteriores al nacimiento; el hallazgo está cambiando la manera en que los médicos atienden a las nuevas madres
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NEW YORK.- El bebé de Sherri Willis-Prater tenía dos meses de nacido y ella estaba a punto de regresar a trabajar en la cafetería de una escuela de Chicago. Pero cuando una noche subió el pequeño tramo de escaleras para ir a la cocina, casi se desploma, jadeando para respirar.
En el hospital, a Willis-Prater, quien en ese momento tenía 42 años, la conectaron a un respirador que le bombeaba aire hacia los pulmones. Los médicos dijeron que su corazón estaba trabajando a menos del 20% de su capacidad. Había desarrollado un tipo poco común de insuficiencia cardíaca que se presenta después del embarazo.
Ese diagnóstico era lo último que esperaba escuchar. Tras dar a luz, Willis-Prater pensó que “había logrado cruzar la meta”, recordó en una entrevista. “Ya no tengo que preocuparme por nada”.
La mayoría de la gente cree que el trabajo de parto y dar a luz son las partes más difíciles del embarazo, pero las investigaciones científicas recientes están cuestionando esta idea y han descubierto que durante el año posterior al nacimiento todavía sigue habiendo un riesgo considerable. De hecho, el periodo más letal para la madre es posterior al nacimiento del bebé.
Por cada mujer que fallece, alrededor de 50 a 100 sufren complicaciones graves que pueden dejarlas con problemas de salud por el resto de su vida. Las cifras van en aumento, ya que cada vez más mujeres estadounidenses tienen sobrepeso, además de que la hipertensión y la diabetes se han vuelto más comunes.
Asimismo, cada vez más mujeres posponen la maternidad para una época posterior de su vida, por lo que es más probable que inicien el embarazo con padecimientos crónicos de salud que pueden dar lugar a complicaciones.
Estadísticas
Estas nuevas cifras aparecen en medio de un inquietante incremento de muertes de mujeres embarazadas y madres recientes en Estados Unidos, país que tiene la tasa más elevada de mortalidad materna de los países industrializados. Estas cifras se dispararon durante la pandemia: de 20,1 muertes por cada 100.000 nacimientos vivos en 2019 a 32,9 muertes por cada 100.000 en 2021. Hay de dos a tres veces más fallecimientos de mujeres afrodescendientes y nativas estadounidenses que de las mujeres blancas.
Pero esas cifras corresponden a una definición tradicional de mortalidad materna: muertes que ocurren durante la gestación o hasta seis semanas después del parto.
Un panorama más completo del problema salió a la luz en septiembre, cuando los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su siglas en inglés) observaron con mayor amplitud las muertes maternas, las analizaron durante un año entero luego del nacimiento e incluyeron los fallecimientos resultantes de trastornos de salud mental.
Con base en los datos de 36 estados sobre 1018 muertes relacionadas con el embarazo de 2017 a 2019, los CDC llegaron a la conclusión de que cerca de una tercera parte de estas ocurrían durante el embarazo o el día del parto y que más o menos otra tercera parte antes de que el bebé cumpliera seis meses. Un 30% tenía lugar a partir de ese momento hasta el primer año de vida del bebé, periodo en el que no se habían enfocado las investigaciones sobre la mortalidad materna.
Estos datos han ocasionado que se pida que se dé una atención posterior más exhaustiva y que se otorgue más apoyo a las madres recientes durante lo que se ha denominado el “cuarto trimestre”, así como atención especial a las mujeres vulnerables.
Cambios
“Nuestro planteamiento de la natalidad ha sido que el bebé es el caramelo y la mamá la envoltura, y una vez que el bebé está fuera de la envoltura, la hacemos a un lado”, señaló Alison Stuebe, profesora de ginecología y obstetricia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte. “Tenemos que reconocer que la envoltura es una persona y que las mamás se pueden poner muy mal y morir”.
Las causas principales de muerte materna entre las mujeres blancas y latinas son los trastornos de salud mental que dan pie a suicidios y sobredosis fatales. Entre las mujeres asiáticas, la principal causa de muerte son las hemorragias.
Entre las mujeres afrodescendientes, como Willis-Prater, los padecimientos cardíacos fueron la principal causa de muerte. La hipertensión, un factor predisponente, es más común entre las mujeres afrodescendientes, las cuales con frecuencia tienen poco acceso a atención médica debido tanto a la pobreza como al racismo.
El riesgo de muerte materna posterior —de seis meses a un año después del parto— es 3,5 veces más alto para las mujeres afrodescendientes, en comparación con el de las mujeres blancas.
La práctica de la medicina suele cambiar con lentitud, pero estas cifras están acelerando modificaciones a Medicaid, el plan de atención médica que cubre a los estadounidenses de bajos ingresos, que incluyen a más del 40% de las mujeres embarazadas en Estados Unidos.
La cobertura de Medicaid para las madres recientes se ha ampliado hasta todo un año después del parto para que las mujeres estén aseguradas mientras se recuperan del embarazo en 33 estados y en Washington D. C., y otros ocho estados tienen planes de hacer lo mismo, de acuerdo con Kaiser Family Foundation (KFF, por sus siglas en inglés).
Según KFF, tres estados, entre ellos Texas, están ampliando solo la cobertura limitada, y seis —incluyendo Arkansas, el cual ha tenido una de las tasas de mortalidad materna más elevadas del país— no tienen planes de ampliar la cobertura de Medicaid.
Iniciativas
Otras iniciativas incluyen una nueva ley en Nueva Jersey que exige que los médicos de la sala de emergencias pregunten a las mujeres en edad fértil sobre su historial de embarazo. Algunas enfermedades que llevan a las mujeres al hospital pueden diagnosticarse con mayor rapidez si los médicos saben que dieron a luz recientemente.
En Carolina del Norte, los proveedores de salud ganan un bono de 150 dólares si una paciente acude a una consulta posparto. Históricamente, casi la mitad de las nuevas madres no acuden a sus controles posparto.
Ahora se les está recomendando a los médicos revisar a las madres dentro de las tres semanas posteriores al parto, en vez de esperar a la revisión a las seis semanas de dar a luz que solía acostumbrarse.
“Ahora es así: ‘Nos vemos en dos semanas, ¿de acuerdo? Y, sí, en definitiva, tiene que venir’”, comentó Tamika Auguste, autora, junto con Stuebe, de los nuevos lineamientos para los cuidados posteriores al parto del Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos.
Según Auguste, las madres recientes que tienen padecimientos de salud como la hipertensión deben acudir a revisión incluso antes.
Sin embargo, es todavía más importante que los médicos y otros profesionales de la salud escuchen a las mujeres cuando estas expresan alguna preocupación y que pongan atención especial cuando las mujeres afrodescendientes y nativas estadounidenses digan que algo no está bien.
“Ya nada de ‘Estás bien querida, no hay problema’”, señaló Auguste. “Nada de eso. Más bien: ‘Vamos a ver si podemos revisarte hoy o mañana’”.
Múltiples riesgos
Muchos médicos se refieren al embarazo como “la prueba de esfuerzo cardíaco de la naturaleza”. Esta condición sobrecarga el corazón y el sistema circulatorio de una mujer: el volumen de sangre aumenta hasta en un 50%, el corazón trabaja más y la frecuencia cardíaca aumenta.
Las elevaciones en la presión arterial pueden afectar otros órganos vitales y dejar a una mujer en mayor riesgo de enfermedad cardiovascular durante el embarazo o incluso décadas después, dijo Rachel Bond, cardióloga y directora del sistema del programa de salud cardíaca de la mujer en el centro médico Dignity Health en Chandler, Arizona
“Les decimos a las mujeres: ‘Has atravesado tu primera prueba de estrés, o pasás o fallás’”, dijo Bond. “El fracaso no significa necesariamente que tendrá una enfermedad cardíaca, pero significa que nosotros, como médicos, debemos tratarlo de manera más agresiva”.
Una vez que nace el bebé, el útero se encoge y la presión arterial puede aumentar, lo que puede provocar un derrame cerebral.
Las nuevas madres también son más propensas a experimentar coágulos de sangre e infecciones potencialmente mortales. Al mismo tiempo, los cambios hormonales pueden provocar fluctuaciones en el estado de ánimo. Algunos de estos son transitorios, pero también se puede desarrollar una depresión posparto más grave y duradera.
Pese a que la mayor parte de las mujeres sobreviven a las complicaciones relacionadas con el embarazo después de dar a luz, es importantísimo que reciban atención médica inmediata.
Temor
Deidre Winzy, una asistente médica de 28 años de Nueva Orleans, ya era hipertensa cuando se embarazó de su tercer hijo. Los médicos le proporcionaron un tensiómetro para que lo usara en su casa junto con la aplicación Babyscripts, un sistema de monitoreo a distancia que enviaba las lecturas a su obstetra.
Tras diagnosticarla con preeclampsia, un padecimiento de hipertensión muy peligroso, le indujeron el parto dos semanas y media antes. Pero tres semanas después de dar a luz, Winzy despertó a mitad de la noche sintiéndose desorientada y mareada y, balbuceando, llamó a una amiga para que la ayudara.
Los paramédicos creyeron que lo que tenía era un ataque de pánico y al principio no querían llevarla al hospital, pero en realidad estaba teniendo un derrame cerebral. “Llegué justo a tiempo”, recuerda Winzy. “Si no lo hubiera logrado, tal vez habría quedado paralítica el resto de mi vida”.
Ahora Winzy tiene problemas de pérdida de memoria a corto plazo y debilidad, pero puede trabajar. De todas maneras, por ser madre soltera de tres niños, no deja de preocuparse.
“Mi peor temor es faltarles a mis hijos”, recalcó Winzy. “¿Qué tal si vuelvo a tener otro derrame y este me deja paralítica de manera permanente o me mata? Es aterrador”.
Entre las mujeres blancas, las condiciones de salud mental son responsables del 35% de las muertes relacionadas con el embarazo, según datos de los CDC. Entre las mujeres hispanas, la cifra es del 24%. La ansiedad o la depresión preexistentes pueden dejar a las mujeres vulnerables a la depresión posparto, al igual que un embarazo difícil o tener un bebé enfermo.
El estrés de ser padre puede desencadenar una recaída en alguien que se está recuperando de un trastorno por uso de sustancias, dijo Katayune Kaeni, psicóloga y presidenta de la junta del Postpartum Support International.
Karen Bullock, de 39 años, que vive en las afueras de Peoria, Illinois, tuvo un embarazo difícil y un parto prematuro traumático, y tuvo problemas para amamantar.
“Nada salió de forma natural”, dijo. “No estaba feliz cuando nació el bebé, estaba asustada. Cada vez que lo miraba, pensaba, ‘no sé qué hacer contigo’”. Bullock finalmente fue diagnosticada con depresión posparto y comenzó a tomar medicamentos.
Las complicaciones pueden sorprender incluso a las mujeres cuyos embarazos han transcurrido sin problemas. A Aryana Jacobs, una analista de tecnología de la salud de 34 años que vive en Washington D. C., le dijeron después de una cesárea que su presión arterial estaba fluctuando. Jacobs la verificaba en casa con un tensiómetro que tenía debido a sus antecedentes familiares de hipertensión. En unos cuantos días, la lectura llegó a ser de 170/110.
La llevaron al hospital y le dieron tratamiento para la preeclampsia, la cual casi siempre se desarrolla durante el embarazo, no después.
“Me gustaría que a todas las madres las enviaran a casa con una caja de chocolates y un tensiómetro para recalcar que al ser madres no dejan de ser pacientes. Su cuerpo se está recuperando de algo muy fuerte”, señaló Jacobs.
Por Roni Caryn Rabin
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