Ricardo Ragendorfer: “Creo que nunca se va a resolver el caso de Nora Dalmasso”
El destacado periodista del género policial escribió su primera ficción: "La maldición de Salsipuedes"
A veces la realidad supera la ficción. En otras ocasiones, como en esta, sirve de inspiración para una novela policial. Nora Dalmasso falleció el domingo 26 de noviembre de 2006. La mujer apareció muerta en su casa del barrio Villa Golf, en Río Cuarto, mientras su esposo, Marcelo Macarrón, supuestamente jugaba al golf en Punta del Este. La muerte de Dalmasso tuvo al país conmocionado por un largo período hace 10 años por una historia que tuvo distintos aristas: el matiz sexual, la aparición del "perejil", la caída de distintos funcionarios, la sospecha sobre el hijo, la imputación del marido, entre otras.
Inspirado por el atroz hecho Ricardo Ragendorfer, considerado como uno de los mejores cronistas del género policial de Argentina, decidió escribir su primera ficción: "La maldición de Salsipuedes" (Ediciones B). "Creo que nunca se va a resolver el caso de Nora Dalmasso", expresó Ragendorfer. Café de por medio en el bar Aconcagua, donde el protagonista del libro Urtaín pasa sus tardes, Ricardo analizó el caso diez años después y contó cómo fue la experiencia de cambiar las crónicas por la imaginación. Sin haber trabajado el caso, el escritor logró tramar una historia oscura de asesinatos con tintes políticos y históricos.
-Como periodista no cubriste el caso de Nora Dalmasso: ¿Por qué esa historia fue el puntapié inicial para escribir el libro?
-Porque si hubiese trabajado una ficción sobre un hecho que yo hubiera cubierto periodísticamente, corría el riesgo de quedar demasiado atado a los detalles del caso, lo cual me hubiese impedido el libre flujo de la imaginación. Además, no haberlo laburado y que no me haya interesado demasiado en su momento me permitió redescubrirlo. Y, por otra parte, gozar de uno de los beneficios que traía a los efectos de la ficción. Ni por las tapas estaba esclarecido ni se sabe lo que paso. Uno supone que un caso está resuelto cuando se identifica al autor del hecho. En realidad lo preocupante e interesante a los efectos de la ficción del caso Dalmasso no era que no se conociera el nombre del homicida, sino que no se conocen los hechos.
-¿Utilizaste algunos otros casos para darle color a la historia?
-Sí. Hay determinados hechos que sí me sucedieron en otras circunstancias. La ficción te da el lujo de recrearlos, de ponerles otros nombres e incluso otro final. Por ejemplo, el "cuádruple homicida de Lugano" (al que se refiere dentro del libro) es un hecho de la vida real, salvo que no en Lugano.
-En el caso que desarrollás en el libro, aparece la figura del "perejil" o del chivo expiatorio: ¿Por qué es tan común que suceda eso en la vida real?
-Siempre que se busca un chivo expiatorio, y no me refiero a la provincia de Buenos Aires o a Córdoba, diría que es una disfunción universal de la humanidad, se busca al más débil. La persona con menos recursos. A lo largo de toda la historia, primero fueron los esclavos, después a un siervo de la gleba y, ahora, a un laburante.
-Tenés varios libros publicados, pero esta es tu primera ficción: ¿Cómo fue la experiencia?
-La verdad es que fluyó más de lo que creía. Yo, básicamente, soy un cronista; lo que sí creo es que buena parte de mi obra periodística tiene un fuerte tono narrativo. En algún momento de mi adolescencia pensé que iba a ser cineasta y, de algún modo, creo que tengo una forma medio cinematográfica de escribir crónicas. Cuando las escribís el temor máximo es no malograr la historia que a mí me fascino. En la ficción es otra cosa, es tratar que algo imaginario parezca real. Lo único que tienen en común es que utilizan los mismos ladrillos: las palabras.
-¿Qué creés que pasó con Nora Dalmasso?
-Para empezar, la cana argentina y más la cordobesa tienen serias dificultades para investigar casos donde no hay buchones de por medio. Esto no es la serie CSI. Los tipos cifraban el resultado del caso en el análisis del ADN y los espermatozoides se dieron a la fuga. Se quedaron en bolas. A eso se le sumó la presión mediática. Y, por otra parte, la situación de la mujer muerta después de una relación sexual y su marido jugando al golf en Punta del Este. Eso fue el disparador del amante y todas esas comidillas. A la gente le interesaba más la vida personal de Nora que saber realmente quién era el asesino. Después estuvieron los rumores sobre testaferros y cosas del poder. Lo del hijo fue una barbaridad. En este tipo de casos, que quedan impunes, es por una cuestión de impunidad o de incompetencia. Si esto le hubiera pasado a alguien de menos recursos, sería igual pero esto ni sale en los diarios o ni se lo investiga.
-¿Creés que alguna vez se va a saber la verdad?
-Creo que nunca se va a resolver el caso. "El tiempo que pasa, la verdad que huye", decía el viejo Enrique Sdrech. Por lógica, a menos que alguno se quiebre esto va a quedar así.
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