Revelan cómo vivían hace 800 años los habitantes prehispánicos de Buenos Aires
"La Noria" es el único sitio arqueológico prehispánico de Buenos Aires. Hace cinco años se descubrió de manera casual cuando estaban buscando rastros de la primera fundación española. Está ubicado en la Ribera Sur, en la zona del Autódromo, donde ya concluyeron las excavaciones y actualmente se están analizando las piezas encontradas. Los últimos hallazgos, de hace 800 años, indican que quienes tenían sus campamentos en esa zona elaboraban vasijas en cerámica, tallaban la piedra para hacer flechas, usaban colgantes y se alimentaban con animales y vegetales hervidos.
Dentro del convenio para actividades de investigación entre la Cátedra Conservación del Patrimonio Arqueológico de la Facultad de Artes de la Universidad del Museo Social Argentino (UMSA) y la Cátedra Territorio, Paisaje y Patrimonio del País Vasco (UPV/EHU), se continúa con las investigaciones en "La Noria", una alianza fundamental, ya que en Europa se pueden hacer análisis de termoluminiscencia y radiocarbono que permiten estimar el rango de fechas de las piezas encontradas: fines del siglo XII.
Entre julio y agosto de 2018 se realizó una campaña bajo la dirección del doctor Ulises Camino, adjunto de la cátedra de Conservación del Patrimonio Arqueológico de la Facultad de Artes de UMSA, para poder acotar el espacio ocupado por el sitio en el sector del Parque Ribera Sur. Fue allí donde se encontraron 138 tiestos cerámicos, cuatro fragmentos óseos y dos artefactos líticos.
Uno de los datos curiosos es que en esta zona no haya ningún rastro hispánico. "Ni vidrio, ni algo metálico, nada. Son todas manufacturas de los pueblos originarios", dice Camino en el Centro de Arqueología Urbana de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA (FADU), donde se guardan las piezas encontradas para su correcta conservación.
Camino saca las piedras y los fragmentos de cerámica de los frasquitos de rollos fotográficos analógicos, los mira sonriendo y dice: "La arqueología trabaja con el descarte, con la basura. Todo esto es lo que esas personas descartaron porque se les rompió o tal vez se les cayó". Esos pedazos de historia son los que les permitieron saber que quienes montaban ahí sus campamentos -porque no se trataba de una aldea sino de campamentos temporales- para la época de primavera y principio del verano venían a cazar pero su origen era de la zona de Tandilia o uruguaya. "Estimamos que habitaban a menos de 300 kms del sitio, venían a pie, traían a cuestas materia prima de esa zona que utilizaban o intercambiaban con otros grupos", explica Camino, que gracias a estos datos puede afirmar que se trata de grupos de cazadores-recolectores pampeanos del Holoceno tardío.
Las técnicas permitieron establecer que el sitio era ocupado continuamente entre el año 1190 y el 1536. "Quienes se instalaban allí durante la primavera eran recolectores y cazadores pero no pescaban, trabajaban la piedra y montaban campamentos con postes que pudimos identificar porque dejan una marca en el suelo, como un pocito que por la ubicación y la forma circular se nota que es un trabajo humano", explica Camino. Es probable que se vistieran y que lo hicieran con cueros, porque se encontraron piedras cuarcíticas que se usan para raspar u limpiar los cueros. También que cosieran con ligamentos de ñandú, un material bien fuerte y resistente.
Se alimentaban con animales y vegetales. La cabeza de guanaco, una fuente importante de grasa, la traían de Tandilia para que les diera energía durante la larga caminata. La presencia de recipientes de cerámica da la pauta de que hervían. "A diferencia de los patagónicos, que no tenían cerámicas, estos hacían un caldo de grasa con frutos de espinillo, yuyos y con eso aguantaban varios días", dice Camino y agrega que la tecnología de hervir cambia mucho la movilidad por la posibilidad de tener reservas calóricas. Las cerámicas absorben la grasa y a partir de analizar esos restos se pudo establecer que hervían animales como el venado de las Pampas, de los que también se hallaron huesos partidos.
La ubicación del sitio es estratégica, está en altura con vista a los bañados, el lugar elegido por los animales para tomar agua y pastar. "No es casualidad que esté ahí, que no se inundaba, desde ese ángulo se podían ver los animales para cazar, si se acercaba otro grupo, si hacían fuego. Es un lugar de total visibilidad, es la entrada del río", dice Camino. La arcilla la recolectaban del Río Matanza. La zona era entonces el lugar ideal para aprovisionarse de materias primas. Con las piedras hacían puntas que probablemente ataban a la madera y hacían una flecha. "Las piedras encontradas eran de origen uruguayo, es posible que intercambiaran con otros grupos que se trasladaban en canoas", dice Camino. La materia prima originaria de Tandilia identificada fue la calcedonia, una piedra blanca casi transparente de mucho componente cálcico. La Caliza Scilisificada, en cambio, viene de Uruguay y es de color rosado.
Estos grupos se decoraban con colgantes. El hallazgo de unas piedras pulidas con un agujero pequeño en el centro hace suponer que se lo colgaban y que eso fuera una distinción, un amuleto o de estética, no es posible saber exactamente qué significaba. Las vasijas identificadas se diferencian entre las que son para cocinar, que son más porosas para exponer al fuego y las más cerradas, pulidas, menos porosas y más lindas eran vasijas para comer.
El doctor Camino y el equipo internacional que participa de esta investigación quieren hacer del sitio "La Noria" un centro de Interpretación donde se puedan exponer los objetos rescatados del único campamento prehispánico detectado en la Ciudad de Buenos Aires, junto con las huellas de poste que aún están enterradas, de modo que los visitantes puedan entender qué están viendo y apreciar las piezas. Para ello, se postularon en BA Elige.
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