Reuniones. Hartos del encierro, muchos adolescentes se juntan igual entre amigos
Los que viven en el AMBA se encuentran en un dilema. Si bien esa zona concentra más del 90 por ciento de casos de coronavirus del país, muchos ya no conciben la idea de quedarse en casa luego de más de tres meses de aislamiento social obligatorio. Las aguas están divididas, todavía hay quienes no han visto a amigos o familiares, pero también hay un número importante de personas, sobre todo compuesto por adolescentes y jóvenes, que organizan asiduamente reuniones por no pertenecer al grupo de riesgo Eso sí, por lo general suelen juntarse siempre los mismos, los más íntimos, al resto le dicen "nos vemos cuando todo esto pase".
"Al principio no salía, ni iba a trabajar. Pero a los dos meses empecé a ver a un vecino o a alguna que otra amiga, con barbijo, distancia etcétera. Sé que está mal, pero bueno, estamos hace 84.000 años en cuarentena", dice Julieta Martínez, de 24 años. Sin embargo, aclara que, durante el último endurecimiento del aislamiento, no salió ni un día a la calle, pero el fin de semana pasado se vio con una amiga "para charlar".
Días atrás, el ministro de Salud, Ginés González García, había apuntado a este tipo de encuentros para explicar, en parte, el aumento de los casos. Anteayer, el presidente Alberto Fernández anunció que el aislamiento se prolongará hasta el 16 de agosto y pidió responsabilidad individual para evitar la propagación del virus. El pedido, sobre todo, se enfocó en los jóvenes y adolescentes: "Los jóvenes se creen inmunes, pero los jóvenes contagian y la enfermedad es impiadosa con los adultos mayores", dijo el mandatario.
Mañana ese pedido se materializará en un decreto. La secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, confirmó hoy que a partir de mañana y hasta el 16 de agosto estarán prohibidas las reuniones sociales en todo el territorio nacional.
"En el DNU de mañana se van a suspender y restringir las reuniones sociales en todo el territorio nacional para que allí donde hay brote se pueda controlar y donde no hay brote, pero sí hay circulación, podamos minimizar la posibilidad de tenerlo", dijo Vizzotti.
Impacto psicológico
Fernando Torrente, director del Instituto de Neurociencias y Politicas Publicas de la Fundación Ineco, señala que el hartazgo, según un estudio que realizaron junto con el Conicet y la Universidad Favaloro sobre el impacto psicológico de la pandemia en la población, hace que las personas bajen la guardia. Ese informe reveló que el 54,4 por ciento de los adultos jóvenes –de 18 a 25 años- presenta "síntomas depresivos elevados" y el 38,5 por reportó niveles significativos de ansiedad.
"Siempre que hacemos un esfuerzo sostenido durante un tiempo nos va a generar fatiga. Siempre hay momentos en donde la tensión baja y los elementos del entorno te llevan a hacer otra cosa. Cuando la fatiga es muy alta perdemos el control inhibitorio y pasamos al otro extremo", señala Torrente.
El especialista sostiene que reunirse con personas en ambientes cerrados es muy peligroso. "Hay quienes aún no tienen del todo claro el riesgo de reunirse. Cuando estamos agotados, subestimamos el peligro. Te juntas con un amigo porque confías en que él no vio a nadie, pero no sabes con quién se juntó la hermana de tu amigo. Hay una creencia errónea de que podemos controlar el riesgo de contagio". Torrente destaca que el impacto emocional es similar en todo el país, y que no se limita solo al AMBA, en donde la cuarentena es aún más estricta.
"Vivo con mi novio y él está obsesionado con el tema. Con distanciamiento y todos los recaudos, yo no tendría problema en ver a amigos y familiares, pero por respeto a él no estoy viendo a nadie", dice María de 28 años. Mientras que, en el otro extremo, está el relato de Estaban Giménez, de 45 años, que ve cómo su vecino, de 17, organiza reuniones asiduamente. "El pibe se ve con la novia y con amigos. En el jardín tienen una fogonera y se juntan varios alrededor del fuego. Hay cuarentena, pero los padres les permiten hacer eso, no lo veo con buenos ojos", argumenta Giménez.
Aburrimiento
María Fernanda Rivas, psicóloga y psicoanalista, especialista en niños y adolescentes, e integrante del Departamento de Pareja y Familia de la Asociación Psicoanalítica Argentina, explica que, desde su experiencia en estos meses de consultorio virtual, advirtió que en los adolescentes hay un incremento en las vivencias de aburrimiento y hartazgo ante el encierro. Detalla que en algunos casos hay un mayor repliegue emocional, aunque eso varía según el clima que haya en el entorno familiar.
"Algunos se han juntado con amigos, en la mayoría de los casos con conciencia de los cuidados frente al riesgo de contagio. La sensación que transmitieron en todos los casos fue de alivio, de recuperación de cierta sensación de normalidad. El argumento para hacerlo fue el de extrañar y necesitar ver a los amigos", dice Rivas.
La especialista considera que un adolescente también podría constituir un grupo de riesgo, según si tiene o no un buen sostén familiar, y dependiendo de las vicisitudes de su historia previa. "En su necesidad de desprendimiento de la familia o salida exogámica, propias de su etapa, este tiempo de encierro puede generar sensación de estancamiento, de no poder avanzar".
"Yo a mi novio lo vi un par de veces. Los primeros dos meses y medio no lo vi, porque quería respetar la cuarentena. Pero cuando se empezó a alargar decidimos juntarnos, ya que los dos la cumplimos totalmente", relata Sofia Cantero, de 19 años. Respecto a sus amigas, dice que muchas se juntaron, al igual que ella. Pero que sus amigos varones sí infringieron lo impuesto por el Gobierno.
"Mis amigos varones vi que se juntaron mucho más y lo subieron a las redes, desde el principio. Hacen reuniones en sus casas, como si fuera la vida normal. Yo creo que lo hacen por aburrimiento o por el hecho de romper con la norma. Mis amigos y amigas están todos hartos", agrega Cantero.
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