Repunte del Paraná. ¿Cuándo se podrá dejar atrás la bajante severa de los tres últimos años?
Las lluvias en el norte del país y en otras zonas de la cuenca alta mejoraron el caudal; se esperan que hacia finales del verano se normalice el nivel del río
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ROSARIO.- La histórica bajante del Paraná que desde agosto de 2019 afecta a todas las provincias del Litoral argentino, la más prolongada desde que hay registros (que comenzaron a tomarse en 1884 en el puerto de Rosario) parece estar llegando a su fin. Las lluvias importantes que cayeron en la cuenca del Iguazú, así como precipitaciones en el sur de Brasil que fueron estabilizando los niveles de agua en las represas, conforman un escenario más optimista que permite empezar a ver “luz al final del túnel”, en palabras del experto del Instituto Nacional del Agua (INA), Juan Borus, para quien la etapa más severa de la bajante empieza lentamente a quedar atrás para avanzar hacia niveles de agua que están más cerca de los normales, que de los críticamente bajos.
Aun así, la prudencia es la regla, ya que el cambio climático ha elevado los niveles de incertidumbre y previsibilidad con la que se manejaban los científicos. “Todo depende del desarrollo de las lluvias futuras y no podemos decir que la bajante ya terminó, pero si creo que hay un cambio en la tendencia general por las lluvias de abril y de ahora en Iguazú, que se encuentran con represas en Brasil con niveles de recuperación de los embalses significativos o completos”, agregó Carlos Ramonell, geólogo e investigador de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
Esto significa que lo que llueva a partir de ahora en la zona alta y media de la cuenca “ya no será regulado por las presas como pasó durante el último verano en Itaipú y otras represas, que llegó a influir en los niveles del tramo argentino”. A eso hay que sumarle que comienza en la región la época de lluvias, que aún con pronósticos poco favorables ya no van a significar un panorama de bajante severa como el verano pasado. “No vamos a tener en diciembre y en enero valores tan bajos como el verano pasado, eso ya no debería ocurrir”, agregó el especialista.
En el puerto de Rosario, donde está ubicada la escala de medición más antigua del tramo argentino de la cuenca, el río midió 2,01 metros este jueves, muy lejos de los -0.49 metros a los que llegó el 12 de enero de este año, cuando fue el pico de la bajante. Según el INA, el Paraná seguirá creciendo las próximas semanas para alcanzar en esta ciudad santafesina los 2,45 metros a finales de mes, ya cerca de la altura media histórica para octubre, que es de 2,65 metros. Luego podría volver a bajar su nivel, pero sin llegar a a los niveles extremos del verano pasado.
Efecto Iguazú
Entre agosto de 2019 y ahora hubo cuatro breves repuntes de la altura del Paraná: en febrero de 2020, en febrero de 2021, en abril de este año y en la actualidad, en estos casos en relación con lluvias en la zona de Iguazú. Según un informe especial del INA del pasado viernes 14 de octubre se trata de una zona considerada “de respuesta hidrológica rápida ante eventos intensos” que se traduce en una creciente veloz y notable cuyo efecto va disminuyendo a medida que esa onda de agua “baja” de norte a sur desde Misiones hasta el estuario del Río de la Plata. “Las lluvias fueron muy importantes sobre la región de respuesta rápida cubriendo una parte de aporte directo. La cuenca media y baja del Iguazú responde rápido y ya estaba saturada. Tuvimos dos ondas de crecida paralelas, en el Iguazú y en el río Uruguay, y las dos fueron significativas”, dijo Borus.
La onda de crecida del Iguazú, muy marcada en el tramo correntino-paraguayo del río, a medida que avance se va a encontrar con un valle de inundación aún marcado por la persistente bajante. “Se prevé que en su traslado la onda pierda energía y la onda se ‘achatará'”. Por eso, el efecto esperado en el Delta será acotado.
Para los niveles de agua en el tramo medio e inferior del Paraná cuenta más lo que ocurre en la cuenca alta, en Brasil, donde se registraron lluvias importantes tanto en octubre de 2021 como en marzo de este año que mejoraron la condición de los suelos y permitieron una recuperación de las reservas en los embalses. El informe del INA agrega que ya en abril de 2022 las lluvias en la mitad sur de la alta cuenca -no regulada por embalses- ayudó a que se normaliza la condición hídrica de los suelos.
“Si nos basamos en que las presas ya están llenas y en que las nuevas lluvias que van a caer van a encontrar rocas saturadas y suelos con contenido de agua que favorecen más el escurrimiento, más los cambios de tendencia que marcan algunos modelos meteorológicos, hay elementos para decir que la bajante empieza a terminar y ya no tendrá esa severidad que ha manifestado hasta ahora. No deberíamos volver a las condiciones extremas del verano pasado”, apuntó Ramonell.
Agua y fuego
¿Alcanzará el repunte del río para evitar que sigan las quemas en el Delta del Paraná? La pregunta del millón no tiene respuestas sencillas, aunque es obvio que mientras más agua recupere el sistema fluvial, menos chance hay de que los incendios se propaguen sin barreras naturales que los frenen, como ha ocurrido desde finales de 2019 hasta ahora, con un resultado de aproximadamente un millón de hectáreas quemadas en el Delta para una superficie total de 2,3 millones de hectáreas.
En ese sentido Borus señaló que lo primero que hay que pensar es que las ondas de crecida se encuentran con un valle fluvial muy cambiado respecto a antes de la bajante. “En todo el sistema aparecieron nuevas islas, nueva vegetación, rugosidad en los suelos, todo eso hace que el paisaje sea diferente al de antes”, así como el comportamiento del agua.
Para el especialista aún falta más agua para que el propio sistema neutralice el efecto de las quemas. “Precisamos más altura para que se cubran los esteros y albardones y se vuelvan a llenar las lagunas interiores, precisamos más lluvia todavía”, puntualizó.
Tiempo marcado por la incertidumbre
El cambio climático agrega incertidumbre a la generación de conocimiento científico. “En este escenario la mayor incertidumbre es el ruido que introduce el cambio climático, porque el ser humano ha empezado a ser un forzante climático que se sumó a los que ya tiene el planeta” subrayó Ramonell.
Borus, por su lado, agregó que tanto a nivel nacional como provincial “hemos tomado conciencia que nos tenemos que acostumbrar a los grandes vaivenes y que tenemos que tener una logística preparada para esto”. “Todos vamos con pie de plomo porque el nivel de incertidumbre es importante. Aun así, me animo a decir que es bastante probable que en enero empecemos a ver la salida del túnel y tengamos en el horizonte un paulatino regreso hacia lo normal” dijo el experto del INA, para quien es esperable que para el otoño próximo tengamos “un marco normal en el Paraná”.
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