René Favaloro. La conmovedora carta que escribió antes de su muerte: “Me ha derrotado esta sociedad corrupta”
En la fría tarde del sábado 29 de julio de 2000, René Favaloro (77) puso fin a su vida en el baño de su departamento de Barrio Parque, paradójicamente, con un certero disparo al corazón. Hoy, a 20 años de su muerte, el recuerdo del último mensaje del cardiocirujano que sistematizó el bypass coronario se hace presente.
A modo de despedida, Favaloro escribió siete cartas para distintos destinatarios. En uno de esos escritos, el cardiocirujano hizo hincapié en las deudas acuciantes y la crisis económica que afectaba a la fundación que inmortaliza su nombre. También explicó que dejó la Cleveland Clinic en Estados Unidos para volver a la Argentina por su "eterno compromiso con la Patria". "Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica", aseguró.
Más adelante en el texto, Favaloro hace mención a los orígenes de la fundación y a los obstáculos que debió enfrentar a lo largo de los años. "Debimos luchar continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites de ninguna naturaleza)", detalla en la carta.
Otro de los pasajes del texto de Favaloro está reservado a una de las instituciones más clásicas de la políticas: los sindicatos. "¡Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno! Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean (piden sobornos) fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica", continúa.
En otro momento de su carta, Favaloro se lamenta por los niveles que ha alcanzado la corrupción: "Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar", reflexiona.
Además de prohibir que lo despidan con ceremonias civiles ni religiosas, el cardiocirujano le puso nombre y apellido al flagelo que lo condujo a tomar la decisión más trágica. "En este momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo cambiar, prefiero desaparecer. Joaquín V. González escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos: 'A mí no me ha derrotado nadie'. Yo no puedo decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo controla", señala.
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