Registros deficientes: pese a que hacía meses que habían llegado al país, más de 27.000 dosis se aplicaron vencidas o a punto de vencer
Así surge de comparar los arribos, las fechas de caducidad de los lotes, la distribución y las aplicaciones, según figuran en los registros oficiales
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Un mensaje del Gobierno en Twitter a comienzos de julio pasado se volvió tendencia con un debate que duró semanas, mientras más de un millón de personas habían superado el plazo para la segunda dosis. “Repitamos todos juntos: la vacuna no vence”, se lanzó desde la cuenta oficial @Ar_Unida. Sin embargo, entre abril y el mes pasado se aplicaron por lo menos 27.614 a punto de vencer o que habían vencido, cuando hacía meses que habían llegado al país.
LA NACION ya había publicado que en junio se aplicaron más de 18.000 segundas dosis de embarques que estaban disponibles para usar desde enero y febrero. Más allá de que parezcan pocas en millones de aplicaciones, son alarmas de las deficiencias de un sistema que debería dejar de tener margen para demoras o pérdidas, sobre todo cuando el Gobierno prevé el arribo de envíos más grandes.
“Las vacunas vencidas tienen que descartarse”, sostuvo Roberto Debbag, vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica. “Si se especifica un día, se pueden utilizar hasta que termina ese día. Al día siguiente, hay que descartarlas. Quizás no tenga ningún efecto adverso en quien la recibe, pero nadie puede decir que sirve. Sabemos –continuó– que la vacuna vencida no debe considerarse como esquema, sino que se toma como anulada y se espera el intervalo recomendado [para reiniciarlo o completarlo].”
A través de un pedido de acceso a la información pública, LA NACIÓN pudo cotejar el avance de las aplicaciones desde diciembre pasado con la fecha de vencimiento de 36.291.690 de dosis de más de 180 lotes de Sputnik V, AstraZeneca/Covishield, Sinopharm y Moderna recibidos hasta el 17 de julio, último día en la respuesta oficial. Eso representa el 58% de las vacunas distribuidas hasta ahora.
El número de lote de la dosis que recibe cada persona aparece en los certificados de vacunación impresos o digitales. Cada lote tiene una fecha de vencimiento, aunque los datos oficiales incluyen algunos con más de una fecha.
Plazos
Sinopharm es la marca recibida con mayor tiempo hasta el vencimiento: en promedio, los embarques tienen que usarse entre enero y junio de 2023. El resto de las vacunas llegaron con entre tres y seis meses de tiempo para llegar al brazo de los argentinos, excepto 1.082.400 dosis del componente 1 y 2 de Sputnik V (lotes I-680421, I-580421, 486090421 y II-110221) y de AstraZeneca (lotes CTMAV 501, 534, 522 y 540 y NF0291) que arribaron más cerca de la fecha de vencimiento (33-90 días). Esas vacunas se recibieron en Ezeiza entre el 28 de marzo y el 9 de julio.
Desde finales de abril, de acuerdo con el análisis que hizo LN Data, se aplicaron por lo menos 27.614 dosis de Sputnik V y AstraZeneca alrededor del vencimiento o más allá de esa fecha. Debieron quedar demoradas en heladeras o cámaras de frío dado el tiempo que transcurrió hasta su uso desde que esos lotes empezaron a llegar en diciembre del año pasado.
En esa lista hay, también, dosis que se registraron como Sinopharm, pero, en realidad, son de esas otras dos marcas, de acuerdo con el lote.
La mayoría (26.675) se aplicó cuando quedaban entre 1 y 10 días para llegar a la fecha límite que indica el productor o el mismo día del vencimiento (593 dosis).
Otras 939 aparecen aplicadas tras su fecha de vencimiento. Fue durante abril y agosto, el mes de las segundas dosis que prometió el Gobierno. Para esas vacunas, que eran de AstraZeneca y Sputnik V, habían transcurrido entre 3 y 31 días desde la fecha recomendada para su aplicación cuando las utilizaron en 15 provincias. Son lotes que estaban en el país desde febrero.
El registro federal de vacunación indica que fue en Buenos Aires (463 dosis), Mendoza (253) y Entre Ríos (91), con menor cantidad en el resto de los distritos. Corresponden a tres lotes: CTMAV501 y 4120Z023 de AstraZeneca/Covishield, aplicadas entre el 3 y el 30 de mayo, y el lote I-220331 del componente 1 de Sputnik V utilizadas entre el 1 y 31 del mes pasado.
Esos embarques llegaron al país entre febrero y marzo. El de Sputnik era de 300.000 dosis, mientras que los de AstraZeneca/Covishield incluían 218.400 y 580.000. En ambos casos se usaron indistintamente como primeras o segundas dosis, de acuerdo con los registros oficiales, en los que también hay diferencias de hasta 10.000 dosis entre las recibidas y aplicadas por lote.
Eso podría atribuirse, según refirieron vacunadores consultados, a las dosis extras que se pueden aprovechar por frasco.
También se analizó a través de los registros de entregas oficiales a las provincias, si la demora podría haber estado en la distribución. Pero hasta mediados de julio, que es el intervalo en la última respuesta oficial en agosto, las vacunas llegaron a las provincias con un mes o más de tiempo para su uso.
De esos 30,6 millones de dosis repartidas, 219.700 se entregaron con 50 días o menos hasta su vencimiento, mientras que 6,2 millones se enviaron con un plazo de entre 51 y 100 días para su uso y 24,1 millones, con más de 100 días.
Protocolo
“Hay un protocolo para retirar las vacunas si se da esa situación”, explicaron fuentes del Ministerio de Salud bonaerense sobre las aplicaciones que aparecen más allá del día de caducidad. “Todavía no hemos llegado a una situación porque las aplicamos antes de que vencieran -continuaron-. Pero, si se da, se retiran. Está todo registrado en el sistema: las fechas de entrega y vencimiento.”
Sobre si se dispone de un sistema de alertas para detectar si están por vencer vacunas distribuidas para que se apliquen con prioridad, se indicó: “No hay un sistema de alerta para eso, pero es sentido común. Se van dando primero las vacunas que llegaron primero. Por ahora, que la demanda es tan alta, no hay esos problemas, pero estimamos que ese sistema se va a utilizar más cuando empiecen a sobrar dosis. Las regiones sanitarias van monitoreando todo, no solo eso”.
Desde el Ministerio de Salud de Mendoza, la primera respuesta fue contundente, en medio del desconcierto que causó la consulta. “No se colocan vacunas vencidas”, indicaron a este medio.
Tras conocer el número de dosis que aparecen aplicadas más allá del vencimiento, agregaron: “Se trabaja con el sistema Sidico, con alertas de vencimiento. Por eso, no tenemos el dato puntual de que se hayan colocado vacunas vencidas; no hacemos ese entrecruzamiento de lotes y fechas de vencimiento”.
Debbag explicó que el vencimiento de las vacunas siempre “es importante” porque fue estudiada la vida útil antes de la aplicación. “Son productos biológicos y se les pone una fecha de vencimiento porque se estudia su potencia, su estabilidad. Si hubo personas que recibieron vacunas fuera del día del vencimiento, no deben contabilizarse como con esquema completo o por completar si se trató de la primera o la segunda dosis”, consideró el infectólogo.
Evaluó que, en definitiva, todos estos números describen “una deficiencia en el control de stock por falta de tecnologías de la información y la comunicación” aplicadas al registro y el seguimiento de insumos médicos, como lo demuestra el uso de otras vacunas, como la antigripal.
En las últimas semanas, desde la OPS vienen insistiendo en la necesidad de que las vacunas lleguen rápido a la población. “Instamos a los países a vacunar tan pronto como se reciben las vacunas y, a medida que vayan recibiendo más dosis, garanticen la logística con cadena de frío, capaciten más vacunadores y mantengan informada a la población para que concurra a los centros de vacunación”, dijo la directora de la OPS, Carissa Etienne, durante una conferencia de prensa en la que participó LA NACIÓN.
“Necesitamos que la salud pública, no la política, determinen las campañas de vacunación”, sostuvo la funcionaria. Con su equipo, la semana pasada volvió a señalar la importancia de que los ministerios de Salud nacionales sostengan una logística coordinada en el tiempo para acelerar la vacunación con esquemas completos.
Con la colaboración de Gabriela Bouret y Pablo Mannino (Mendoza)
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