Reclamo: Un grupo de padres da una clase a sus hijos frente a la Quinta de Olivos
Los estudiantes pertenecen a dos colegios privados de la zona norte del conurbano bonaerense; piden la vuelta de la presencialidad
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Dieron clases en la puerta de los colegios. Y hoy, lo hicieron frente al portón de la quinta presidencial de Olivos. Pasadas las nueve, dos grupos de padres de colegios privados de la zona norte del conurbano bonaerense que ayer y anteayer organizaron clases presenciales en las plazas cercanas a las escuelas de sus hijos mudaron la experiencia educativa alternativa al ingreso principal de la residencia presidencial como una forma de protesta.
“Les estamos enseñando a nuestros hijos que ellos son los protagonistas de su propia educación”, destacó Pilar Pearson, madre de una de las alumnas de quinto grado que hacía la tarea que les dejó su maestra sobre la vereda de la avenida Maipú. “Ellos sienten que esto es importante para ellos. Y nosotros les enseñamos lo primordial que es su educación”, agregó.
Los estudiantes presentes van al Buen Ayre, en San Isidro, y a Los Molinos, en Munro, dos colegios que pertenecen a una misma comunidad educativa.
Para los padres que coordinan la iniciativa, las clases al aire libre no solo sirven para que los alumnos socialicen con sus compañeros y aprendan, sino también para lograr visibilizar su desacuerdo con el decreto que suspende por 15 días las clases presenciales en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) por la suba de casos de coronavirus.
Estados de ánimo
“Queremos mostrarle a la sociedad nuestra postura. La presencialidad es parte de la salud de los chicos. En este mes y medio que tuvieron de clases, ellos avanzaron mucho, no solo en aprendizaje de contenidos sino también en la mejora de su estado de ánimo. Creo que las autoridades no están viendo eso”, dijo Magdalena Camargo, madre de tres chicos en edad escolar, de 10, 12 y 14 años.
Camargo es enfermera y maestra jardinera. El año pasado, debido al cierre de los colegios por la cuarentena, ella tuvo que abandonar su trabajo como docente en una escuela. “Era inviable. Me encantaría volver cuanto antes. Este año todavía no volví porque tenía miedo de que pasara esto. De todas formas, sé que somos privilegiados: la mayoría de las familias argentinas no tiene la posibilidad de dejar uno de los dos sueldos, por lo que sus hijos no tienen quien los cuide si no van a la escuela”.
Entre los autos que pasan por la avenida, algunos apoyan la iniciativa con bocinazos, mientras que otros gritan insultos, al igual que pasó anteayer, cuando estudiantes, padres y transportistas escolares de toda la zona norte del conurbano se reunieron a manifestarse en este mismo punto. Alrededor de la clase al aire libre, hay varios patrulleros y camiones de la infantería.
Florencia, madre de una de las alumnas de quinto grado que estaba haciendo la tarea sentada en una silla de plástico, cree que durante la experiencia de virtualidad de 2020 sus hijos aprendieron menos de los deseado. “Tengo una hija en primer grado. El año pasado, lo poco que aprendía era porque yo le enseñaba en casa. Ahora, con un mes y medio de clases en el colegio, ya lee, ya escribe. Emocionalmente también le hizo muy bien volver. Estaba feliz”, dijo.
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