Reclamo. La primera policía trans bonaerense pide capacitarse para llegar a jefa
Malena Iglesias quiere ser oficial de la Policía Bonaerense; una historia de lucha
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LA PLATA.- Malena Salomé Iglesias es la primera mujer trans en ingresar a la Policía de la provincia de Buenos Aires.
Tiene 27 años. Y una vida de lucha. Primero luchó para cambiar de sexo. Luego, para salvar su vida en una causa de violencia de género. Ahora lucha por acceder a un cargo de oficial. “No logro acceder a un espacio de capacitación para llegar a ser jefa en una institución machista”, se lamenta.
Malena trabaja como suboficial en la policía comunal Coronel Suarez II, situada en Huanguelén, un pequeño pueblo de tan sólo seis mil habitantes en el sur de la provincia.
Su vida no termina entre uniformes y patrulleros. Ella es además, la presidente del Hogar de Ancianos Horacio Carlos Cook, donde viven 41 adultos mayores.
Tiene un compromiso con la pequeña comunidad donde habita junto a su abuela y a su familia, que siempre la apoyaron para emprender una vida de cambios y superación permanente.
Ya desde pequeña Malena se sentía una mujer en un cuerpo de un niño. En los años de su infancia, mientras estudiaba en la escuela primaria N°8, se sentía más identificada con otras compañeras que con otros compañeros. Su identidad femenina se siguió fortaleciendo cuando estudiaba en la escuela secundaria de enseñanza media N°3.
Siempre contó con la comprensión de su madre, que durante la adolescencia la apoyó para adecuar su cuerpo. Finalmente a los 19 años emprendió un trámite legal amparada por la ley 26.743 para lograr tener una partida de nacimiento y un nuevo documento nacional de identidad que la identifica como mujer.
En marzo de 2015 ya con su identidad adaptada en sus documentos rindió examen para ingresar a la policía de la provincia. En octubre de ese mismo año comenzó a cumplir funciones en la Comisaria de la Mujer y Familia de Huanguelén. Ese mismo año fue trasladada al Operativo Sol en la costa atlántica. En 2016 fue trasladada a la comisaria de la Mujer y de la Familia de La Plata.
En esta capital tuvo que realizar varios operativos en la zona roja: procedimientos para detectar ventas de drogas o prostitución callejera que involucraban a personas del colectivo de LGTB (Lesbianas, Gays, Bisexuales o Transgenero). Ella era convocada para garantizar que no hubiera vejaciones ilegales durante los procedimientos. “Ser trans no da derecho a ser delincuente”, opina la suboficial que no ha participado en marchas del colectivo, ya que elige militar por sus derechos desde otros ámbitos más cotidianos.
“Trato de que la gente del colectivo entienda que en la vida se puede poner en otro lugar, con más cuidado y respeto por sí mismo”, expresa la mujer que no desconoce la pelea de otros transexuales por ser aceptados. Malena recuerda con tristeza el padecimiento de Ariana Esquivel, una mujer trans que ingresó a la policía años después que ella y se quitó la vida en un patrullero luego de padecer fuerte discriminación. Sabe que el camino es difícil para las personas del colectivo LGTB.
“No se abren puertas fácilmente para aquellos que nacen en el cuerpo equivocado. Menos en el trabajo”, afirma la mujer que conoce el duro camino de quienes transitan disforia de género.
En 2017 pidió por primera vez acceder a un curso para capacitarse como oficial y cambiar de escalafón. No fue aceptada.
En ese año, mientras buscaba crecer en su carrera, pasó por una cirugía de re asignación de género en el Sanatorio Argentino de La Plata. Fue la culminación perfecta de un proceso largo para terminar de adecuar su cuerpo a su identidad, que había comenzado años atrás en el Hospital Gutiérrez de esta capital.
En 2018 mientras trabajaba en la comisaria segunda de La Plata padeció violencia de género. Tenía una relación con otro uniformado. Entonces, tras presentar golpes y ver su vida en peligro fue asistida por el Juzgado de Familia N°5 de esta capital, con intervención de la Fiscalía N° 13 abocada a delitos de género. Obtuvo una medida perimetral para evitar un nuevo contacto con la persona que la agredió. Tuvo custodia en su hogar, en resguardo de su integridad psíquica y física. “Por eso hoy entiendo tanto a las políticas de género”, expresa Malena.
Tras esos episodios violentos pidió el traslado a su ciudad natal, a más de 600 kilómetros de esta capital, donde pudo re hacer su vida. Allí vive con su abuela, en la misma casa donde comenzó a soñar con ser policía. Su tiempo lo reparte entre la policía comunal y el Hogar de Ancianos. “Tengo muy buena relación con la comunidad”, dice.
En Huanguelén la mujer policía -que mide 1.76 y tiene ojos azules heredados de la descendencia alemana de sus abuelos- sostiene un vínculo fluido con su familia y sus amigos de toda la vida. Ahora sólo espera que la acepten para hacer el curso de oficial de la policía de la provincia. “Pido que se me dé un lugar. Me encantaría recibir un llamado del ministro de Seguridad, Sergio Berni. O del gobernador de la provincia”, afirma la mujer que dio intervención al ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual.
“Hay que mostrar a esta sociedad machista que las personas del colectivo LGTB tienen derechos y también pueden elegir cómo vivir”.
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