"Rebelión" en Mar del Plata: asfixiados por la crisis, los comerciantes desafían el sistema de fases y abren sin permiso
MAR DEL PLATA. "Hoy sí, pase, pase", invitan a una mujer más que elegante para que entre al local de indumentaria femenina sobre la calle San Juan, donde, después de casi 40 días de atender entre la puerta de acceso y la vereda, dejaron atrás las restricciones propias de la Fase 3 y, a modo de protesta, decidieron habilitar el ingreso de un cliente por vez para ver las prendas, elegir y, por supuesto, comprar.
Como se animaron hace cinco semanas los obreros de la construcción, que, impedidos de ir a las obras por el retroceso en el sistema de fases , se escudaron en el formato de una "huelga a la japonesa" para protestar sin dejar de trabajar. Los copiaron los gastronómicos, que, desde hace poco más de una semana, atienden en la vereda. Y siguen este camino los gimnasios y los natatorios, que, con protocolos en mano y ánimo de facturar, levantan las persianas tras seis meses de inactividad casi total.
La pandemia y los picos de desocupación detonaron esta reacción cada vez más generalizada que, por el clima que se percibió hoy, llegó para quedarse. El municipio anticipó que no los va a perseguir ni sancionar y los comerciantes insisten en que ya no tienen margen para dar marcha atrás.
Una suerte de rebelión de un sector de comerciantes que no resiste más la obligación de mantener las puertas cerradas o los servicios habilitados con limitaciones que consideran exageradas. "El virus no elige por rubro: si hay contagio puede ser en una mercería que no puede recibir clientes, como en una ferretería, que sí puede porque se considera esencial", insistió el responsable de una zapatería.
"No hay muchas ventas, porque la gente no tiene plata, pero, al menos, así pueden entrar, mirar y si les gusta algo, a veces, comprar", cuenta Adriana, a cargo de Luces, una casa de ropa del centro comercial de la calle San Juan, en cercanías de la Estación Ferroautomotora. Por allí hicieron fuerte esta protesta que consiste en no esperar autorización y permitir el ingreso de clientes, condición que los rubros no esenciales tienen restringido desde el 29 de agosto pasado, cuando Mar del Plata abandonó la Fase 4.
Entonces se buscaba reducir la circulación de personas para bajar la cantidad de contagios, que estaba en aumento. Pero no se lo logró. Desde aquel día en General Pueyrredon se registraron unos 9500 casos de Covid-19, que representan más del 75% del total de infecciones que acumula el distrito por esta pandemia.
Crisis
Como ocurre con las víctimas de coronavirus, las enfermedades prevalentes aumentan el riesgo de que el contagio derive en un cuadro crítico o terminal. Mar del Plata tiene la suya en el desempleo, un mal crónico y estructural que aquí acaba de tener su récord de 26% –el doble que el promedio nacional-– y sufre uno de cada tres vecinos que están en situación de pobreza y uno de cada diez, en indigencia, según los datos del Indec.
Entonces cualquier desajuste de la actividad económica deja a la ciudad en terapia. La pandemia terminó de trabar todos los engranajes productivos y mantiene a la comunidad local en una instancia límite, con cientos de locales que cerraron para no volver a abrir.
"Sin descuidar la salud, necesitamos reactivar la economía. Hoy nos resulta vital", insistió el intendente Guillermo Montenegro, que aspira a que tanto las autoridades provinciales y las nacionales atiendan este escenario local que en algunos casos tiene ribetes desesperantes.
Sin opción
Todo esto transcurre mientras se dan las cifras más altas en el distrito. La semana pasada fue el pico, con 477 casos en un día. El resto de las jornadas transcurrieron entre esa cifra tope y los 300 positivos, a ritmo amesetado y con el sistema sanitario local exigido y con un enorme desgaste acumulado.
"Ante más de seis meses cerrados, no tenemos más opción y algunos empiezan a abrir porque no aguantan más", explicó a LA NACIÓN Ariel Caltabiano, presidente de la Cámara Marplatense de Gimnasios. Lo mismo ocurre con los natatorios y las escuelas de danza, entre otros rubros.
Alejandro Rabinovich, coordinador de Gabinete municipal, insistió en buscar una salida a la coyuntura que contemple "salud más trabajo". Por eso, considera que las autoridades superiores deberían atender en el esquema de fases las particularidades de Mar del Plata, con su pico de contagios, pero también con su desocupación creciente. Las expresiones de funcionarios provinciales van a contramano: coinciden en que si se quieren bajar el ritmo de nuevos positivos de Covid y llegar con expectativas a la temporada de verano, la opción es reducir actividades y bajar la circulación en las calles.
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