Reabrió el Guido Spano, ahora como cooperativa
Había cerrado en diciembre y casi pierde el edificio, pero fue recuperado por padres y docentes
Las vacaciones fueron todo menos eso para los padres, docentes y trabajadores del Colegio Guido Spano, que ayer reabrió sus puertas en el edificio de siempre, pero ahora reinventado como Instituto Nuevo Guido Spano y dirigido por una cooperativa de docentes.
"Nunca me imaginé que íbamos a lograr esto. Pero gracias a los padres que apoyaron el proyecto y un montón de gente que nos ayudó con la formación de la cooperativa, acá estamos. Es increíble", compartió con LA NACION ayer la directora Alejandra Zanotti, luego de inaugurar con un acto el año lectivo.
"Pensamos que lo que viene va a ser mejor. Es increíble que los profesores lograran frenar el cierre" celebró Irina Alt, uno de los tantos padres emocionados en el acto. "Estamos muy contentos y orgullosos de ser la primera camada en egresar del colegio como cooperativa", afirmó Nicolás Savulsky, alumno de 5° año.
La situación del colegio se hizo pública hace sólo dos meses, cuando un puñado de padres se enteró azarosamente el 31 de diciembre de que el colegio no planeaba volver a abrir. Los padres incluso ya habían pagado las matrículas.
La explicación oficial que brindó Guido Spano SA -entonces dueña de la institución- para justificar el irregular cierre fue que los propietarios del edificio del colegio se habían negado a renovarles el alquiler. Sin embargo, varios detalles de la composición societaria de la escuela pusieron en duda esta explicación.
El colegio pertenecía a la familia Deak hasta que, en 2009, Matías Deak constituyó dos empresas diferenciadas para dividir las propiedades de la escuela y el edificio: Guido Spano SA pasó a ser dueña del instituto y Baldoma SA, del edificio. Deak era el presidente de ambas hasta que, en 2010, fue reemplazado en Guido Spano SA por Mauricio Carlos Gastón Sánchez, y en Baldoma SA, por Fernando Sokolowickz, uno de los dueños del diario Página 12 y de la productora Aleph Cine.
Así fue que el colegio y el edificio quedaron en manos de empresas aparentemente independientes. Sin embargo, como reveló en su momento LA NACION, en edictos publicados en el Boletín Oficial consta que Sánchez, presidente de Guido Spano SA, ofició en 2009 como "autorizado" en dos empresas de Sokolowickz, quien admitió conocerlo desde hacía unos cinco años. El empresario negó estar involucrado en el cierre del colegio e insistió en que esa decisión fue tomada por Sánchez.
Sokolowickz también fue presidente, hasta mayo de 2013, de la firma de desarrollos inmobiliarios Bustamante Garden SA, una empresa que está construyendo un edificio con amenities en un terreno lindero que también pertenecía al colegio hasta que Sánchez lo vendió, en 2011.
Sin que los padres ni los empleados se enteraran de nada, Baldoma SA le había iniciado al Guido Spano SA un juicio de desalojo, y había obtenido recientemente una sentencia favorable que, según fuentes del gobierno porteño, extrañamente nunca fue apelada por Guido Spano SA.
Toda esta trama había transcurrido de espaldas a docentes, padres y alumnos. En diciembre todo parecía indicar que la suerte del colegio ya estaba echada, pero los miembros de la comunidad educativa del colegio comenzaron a trabajar contra reloj para volver a abrir la escuela. Llevaron el caso a la Justicia; reclamaron ante la Dirección General de Educación de Gestión Privada (Dgegp); consiguieron reunirse con el ministro; recuperaron la documentación de los alumnos, y conformaron una cooperativa de docentes y empleados para continuar con la institución.
A mediados de febrero consiguieron lo único que les faltaba: recuperar el edificio. A esta altura, los detalles de la composición societaria ya habían sido develados por LA NACION, y a pesar de que Sokolowickz había renunciado a la presidencia de Baldoma en noviembre, un mes antes del cierre, fue él quien se reunió con la flamante cooperativa para llegar a un acuerdo. Baldoma le entregó a Nuevo Guido Spano el edificio en comodato gratuito por tres años más un período de tres años de locación. Según fuentes del colegio, Sokolowickz también ayudó con una donación de mobiliario.
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