Ralph Lauren, en directo, de nuevo en Bs. As.
A toda orquesta, la firma norteamericana se reinstala
“No, en realidad, el negocio está cerrado. Ahora hay una fiesta. Para comprar, venga mañana por la mañana”, explicaba en buen inglés un fotógrafo elegante a un turista norteamericano en la puerta de la casa Polo Ralph Lauren de la avenida Alvear. Así, se sorprendió bastante cuando entró y vio lo que vio: entre champagne y canapés, con Los Vieneses -músicos del Teatro Colón- de fondo, la caja estaba abierta y funcionando. Todo, en medio de la inauguración de Ralph Lauren en Buenos Aires, que dejó de ser una licencia para depender directamente de la sede central, en Estados Unidos.
Ahora, la casa de principios del siglo XX tiene paredes tapizadas en rafia, alfombras de hilo sisal, baúles vintage de Louis Vuitton e iluminación más cálida. Siempre respetando su arquitectura: se trata de un Monumento Histórico Nacional, y el techo -de Tiffany’s- viajó en el mismo barco que el del Colón. También hay cambios en las otras dos boutiques de RL: Unicenter y Galerías Pacífico (abre el domingo 6 de abril).
“Los tres son lugares bien diferenciados. Alvear es el único donde se puede conseguir la línea Collection; por acá pasa mucho público internacional, como el que transita por nuestro negocio en Madison, Nueva York”, explicaba Roberto Devorik, diseñador argentino que ahora es director general de Ralph Lauren para América del Sur.
Unicenter, en tanto, espera con “toda la visión del relax que tiene Ralph Lauren, con remeras de rugby, camperas, impronta deportiva y ropa para el tiempo libre en general”. Y Galerías Pacífico concentrará líneas editadas, para mujeres y hombres ejecutivos. ¿Editadas? Es decir, trajes, sí, pero también un gran selección de prendas separadas: camisas en variedad de colores, suéteres, jeans, accesorios...
Quince empleados de marketing, merchandising, comunicaciones y creative&services (a cargo de las vidrieras, percheros y maniquíes) llegados especialmente desde Nueva York se encargaron de los últimos detalles de la casa (la refacción duró más de tres meses) y los locales.
Los precios, explican, son los mismos que en Estados Unidos, esto es, más accesibles que los de Europa. La anécdota preferida de Devorik habla de una señora que ese día, ni bien Alvear abrió sus puertas, llegó hasta una camisa y le preguntó el precio:
-A ver... sí. Cuesta 81 dólares.
-Ah, igual que en Nueva York.
-Ah, ¿viene de allá?
-No, no. Entré en www.polo.com .
Privilegios argentinos
Pero no todos los precios son iguales que en Estados Unidos. También los hay más bajos: corbatas que se consiguen por 125 dólares, en Buenos Aires se van por 94. ¿Oferta de apertura? No, sólo que se fabrican en Italia, y los impuestos aduaneros hacen la diferencia. Y el spencer negro de terciopelo que cuelga en el sector de la línea Collection, con mangas campana y solapas bordadas, es un modelo exclusivo para la Argentina. Con un bordado más liviano que el original norteamericano, su precio es de 1132 dólares.
Sigue la fiesta. Mientras, cerca de las fragancias y los anteojos de sol, el anticuario Alberto De Caro recomendaba las sábanas de Ralph Lauren Home (“Usted puede comprarse un par, que le van a durar diez años, con los mismos colores y la misma textura”), Devorik iba y venía señalando los productos que nunca antes se habían vendido en Buenos Aires: ropa para chicos de hasta 7 años (de diseño sobrio y hasta adulto), cintos de cuero suela, anchos o trenzados, made in Argentina (80 dólares), medias y corbatas a todo color, cinturones lisos o a rayas (36 dólares), y un espacio de regalos en plata: marcos y ositos Teddy devenidos alcancías y cubiertos para bebes.
Otra novedad, los probadores VIP: espacios con baño privado, espejos, sillones y champagne para quien se prueba y para sus invitados. El lugar para ver cómo caen los trajes de la línea Made in England, con sastrería Savile Row, terminados a mano. Incluyen etiqueta con el nombre del cliente, y terminación a medida (esperan sin botones ni ojales, porque se adaptarán según proporciones).
Ideales para los clientes más elegantes, como el neoyorquino Kyle Welles, arquitecto y diseñador de interiores: “Todo lo que llevo puesto es Ralph Lauren, generalmente compro ahí toda mi ropa”, contó frente a las empresarias Sandra Landaburu (de vestido negro “francés, muy tranquilito”) y María Belén Carvallo (zapatos de De María y vestido negro “de Armani”), y la escritora Inés Garland: “Mmmm... Digamos que tengo puesta una bolsa de polietileno color oro. En realidad, me iba a vestir de Ralph Lauren, pero se me complicó”.
Otros looks que se pasearon por la fiesta: un vestido rosa corto y lánguido de Samantha Tracy, “diseñadora de Nueva York que tiene una boutique chica en el Meat Packing District”, explicó Patricia Taharelly, otra invitada neoyorquina. Un vestido largo, negro plisado, de Yamamoto, para la princesa Lizel de Reggio Calabria (argentina, pero casada con el príncipe de esa región). En tren más local, otro de María Cher con zapatos de Chocolate llevados por Camila de Biaggi. Para representante de Ralph Lauren, Mercedes Paz Zuberbühler, directora de moda femenina de la firma: de la colección primavera de RL, pantalón de lino, saco y sandalias de moiré y foulard de organza “finito, con efecto de plumas”.
Silvana Moreno
Desde Nueva York, saludos y más
Ausente con aviso en el cóctel de apertura y en la fiesta de black-tie que se ofreció el jueves último en la Mansión Four Seasons, con orquesta y gran baile, Ralph Lauren estuvo, sin embargo, presente. En las palabras de Roberto Devorik, que habló en su nombre, y con La Nacion, vía e-mail. Aquí, sus comentarios
-¿Cómo es posible mantener la novedad en una etiqueta con una identidad fuertemente vintage?
-Para armar mis colecciones siempre miro un paso adelante, y cada temporada tengo una inspiración diferente. Un cuadro, una foto o una película favorita... Cada una de estas cosas ayuda a definir la intención de la colección.
-Ralph Lauren comunica el estilo de vida americano. ¿Cómo le llega este mensaje a consumidores de otros países?
-Es importante presentar un punto de vista consistente, pero aun así cada uno de mis negocios refleja la personalidad individual de la ciudad en la que está. Por ejemplo, el negocio de la mansión Rheinlander en la avenida Madison -Nueva York- es similar a nuestra locación en la avenida Alvear; en las dos ofrecemos un acercamiento a la marca muy lujoso y sofisticado. Pero nuestros negocios en East Hampton, Long Island (Nueva York) o Brompton Cross (Londres), también ofrecen productos de lujo, aunque con una sensibilidad más de fin de semana, más country.
-¿Qué sabe sobre los consumidores argentinos de Ralph Lauren?
-Nuestros clientes argentinos tienen un sentido del estilo muy sofisticado. Viajan bastante y llevan una vida muy cosmopolita. Conocen bien nuestra marca y la aproximación al estilo de vida que ofrecemos. La elegancia es una cualidad por la que los argentinos son bien conocidos, y entiendo que ahora mismo hay una gran excitación alrededor de los nuevos diseñadores jóvenes que están haciéndose conocer en la moda de su país.
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