Radiografía del censo. Los expertos debaten los aciertos y carencias de la última gran encuesta nacional
Diversidad de género y étnica es considerada un avance, mientras que no consultar sobre profesión o estado civil o conyugal de los entrevistados, un retroceso
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El censo nacional sigue en proceso y si bien el Indec todavía no precisó la cantidad de hogares que restan relevar adelantó de forma provisoria que 47.327.407 personas habitan el suelo argentino. La cifra del último relevamiento superó las propias proyecciones y expectativas del organismo que había estimado una población de 46,2 millones para este período.
Diferentes especialistas consultados por LA NACION analizaron los aciertos del cuestionario y los datos que perdieron la oportunidad de ser medidos en esta edición por las preguntas no incluidas en la encuesta. Entre los avances destacaron el relevamiento de la diversidad de género y étnica, la mejora en la medición de la migración, que se retome la práctica de censos anteriores en cuanto a la discapacidad y que se pueda identificar con mayor precisión el lugar de residencia de las personas y no como en encuestas anteriores en las que se consultaba solo dónde había pasado la noche. Por otro lado, señalaron como faltantes que no se midiera el estado civil o conyugal y la profesión de los entrevistados.
“El censo muestra una cuestión estructural del país que es necesaria cada tantos años para saber con qué piso de calidad de vida están viviendo los habitantes. Sirve para medir volúmenes de población discriminados por distintas situaciones y permite ver si hubo mejoras o dónde hay que hacerlas.” dijo Victoria Mazzeo, docente de la cátedra de Demografía Social de la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
La especialista indicó que el nuevo cuestionario, que incluyó 61 preguntas, mejoró la captación de la cantidad real de hogares, algo que históricamente siempre le costó registrar a los censistas. Principalmente, por la dificultad para diferenciar si dentro de una vivienda había más de un hogar. Esto se resolvió registrando la habitualidad y permanencia de las personas en el lugar y si comparten alimentos. Aunque varias personas vivan bajo un mismo techo, si tienen gastos alimenticios separados cada una de ellas representa un hogar diferente.
Distinguir entre sexo y género
Los especialistas destacaron como un indicador positivo que se distinga entre el sexo y el género. Por un lado, se preguntó el sexo registrado al nacer -con la inclusión de la categoría “X”- y en una pregunta posterior se apuntó a medir la autopercepción de los habitantes con las opciones de mujer, mujer trans/travesti, varón, varón trans/masculinidad trans, no binario u otra identidad.
“El cuestionario de este censo extrae temas y preguntas novedosas. Se incorporó la pregunta de si en el hogar hay una persona con discapacidad, antes no estaba. También preguntar por el sexo al nacer con la probabilidad de marcar X y después otra pregunta de identidad de género. Así cada persona pudo declarar cómo se autopercibe. Es interesante, trajo algunas polémicas, pero reconoce un fenómeno sociocultural emergente en nuestra sociedad y en el mundo”, dijo Martín Moreno, sociólogo e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
Mazzeo coincidió con esta lectura: “En identidad de género hay un avance porque es muy importante tener un denominador de un indicador para después poder aplicar políticas públicas. También hubo una mejora con la pregunta de reconocimiento indígena o descendiente de pueblos originarios. Antes se preguntaba, pero había una enumeración cerrada de los pueblos. El problema que había es que las distintas comunidades no se sentían todas representadas en los pueblos listados entonces pidieron que se abriera. Es importante relevarlo porque es un dato que si no es por el censo no se obtiene”, explicó Mazzeo.
La especialista señaló como otra mejora que se agregó la medición de lengua de los pueblos originarios. “Es importante para saber si realmente saben la lengua de su pueblo originario, si se dicta en las escuelas donde residen o si se está perdiendo por hacerlos hablar en castellano”, agregó.
También se refirió a la pregunta que más polémica generó en las redes sociales: durante la semana pasada: “¿Trabajó por lo menos una hora, sin contar las tareas domésticas de su hogar?”. “Históricamente en los censos se hace esta pregunta. Sirve para medir el volumen de personas económicamente activas. El censo no es una fuente que sirva para estudiar el mercado de trabajo. Eso se estudia con la Encuesta Permanente de Hogares. El censo es universal y la encuesta de hogares lo profundiza tomando muestras de grandes aglomerados urbanos en el país. El censo permite hacer diferenciales con otro tipo de datos y llegar a las zonas rurales y menos accesibles”, sostuvo Mazzeo.
Según señala la experta, en 1991 se incorporó la pregunta “En esa semana, ¿hizo alguna changa, fabricó algo para vender afuera, ayudó a un familiar o amigo en su chacra o negocio?”. Este es un indicador que, desde entonces, favoreció a identificar la ocupación laboral en las mujeres.
Alicia Maguid, socióloga y demógrafa, investigadora principal del Conicet con sede en el Centro de Estudios de Población, remarcó las diferencias del nuevo cuestionario con las ediciones anteriores. ”El de 2010 no incluyó la especificación de qué país provenían los migrantes. No se podía medir la migración reciente o el retorno de argentinos desde el exterior. Ahora se mejoró al preguntar sobre el país del que provino o volvió la persona”, analizó.
La socióloga consideró que es muy importante medir de forma cierta la migración para atender al fenómeno del envejecimiento de la población: “Los que son económicamente activos, es decir los que trabajan, tienen que aportar para sostener a los que están jubilados. La única manera de rejuvenecer a la población que trabaja es que lleguen migrantes porque suelen llegar en edades jóvenes”.
Entre los grandes faltantes, Mazzeo señaló que se perdió la oportunidad de preguntar por la profesión de la población argentina. “Se preguntó por el nivel [de instrucción] alcanzado sea de posgrado, especialización, maestría y doctorado y lamentablemente no se preguntó por la carrera estudiada. Un dato que es muy interesante para los demógrafos tenerlo”, dijo.
De acuerdo con Mazzeo también se incorporaron cambios en el cuestionario que significaron un retroceso. “Se sacó el estado conyugal y el estado civil. Saber el estado civil, que es el legal, y después si esas personas estaban en unión o no. Con esa forma podías medir la cantidad de personas legalmente casadas o divorciadas y, por otro lado, registrar las situaciones de hecho, por ejemplo la viudez. Eso se perdió en este censo”.
Impacto en futuros estudios
Para la especialista esto impactará en los futuros estudios demográficos porque se pierde el registro para identificar diferencias en los hábitos generacionales de la población. “Hay dos indicadores que son fundamentales que se obtienen a partir del censo: la edad media del primer matrimonio y el celibato [N.de la R.: por este término, se entiende a la soltería]. Si no se sacaban podríamos haber sabido cómo se modificaron [estos indicadores] en las distintas generaciones. Algo muy importante también en el aspecto femenino de cómo ha ido mejorando la educación y la modificación de los comportamientos nupciales. Toda esa medición se perdió en este nuevo censo. Esperaremos al próxima a ver si se retoma”, dijo Mazzeo.
Otra gran modificación que cuestiona estuvo en las últimas tres preguntas del formulario dirigido a todas las mujeres de 14 a 49 años: “¿Cuántas hijas e hijos nacidos vivos tuvo en total?, ¿cuántos están vivos actualmente’ y ¿cuál fue la fecha de nacimiento del último nacido vivo?”. “Antes se preguntaba para todas las mujeres de 14 y más años. En uno de los censos experimentales, vimos que lo sacaron y dijimos que era importante medirlo, porque era una variable que se podía cruzar con un montón de situaciones socioeconómicas de la población para todo el país. Para los demógrafos es un problema porque se pierde el registro de las generaciones. Podíamos analizar a la población de mujeres de 70 años o más, en el momento del censo y nos permitía ver los cambios generacionales”, concluyó Mazzeo.
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