Los familiares que esperando el segundo vuelo de Aerolíneas Argentinas con repatriados aplaudieron cuando los pasajeros empezaron a salir del aeropuerto de Ezeiza
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Llegaron otros 250 argentinos. A las 15.48, los familiares que estaban esperando el segundo vuelo de Aerolíneas Argentinas con repatriados que fueron evacuados de Israel por la guerra en Medio Oriente aplaudieron. Hacía casi una hora que el avión había aterrizado cuando los primeros pasajeros empezaron a acercarse por la pista del sector FOB del Aeropuerto Internacional de Ezeiza, donde habitualmente arriban las naves privadas, lugar elegido por razones de seguridad.
Gabriel no aguantó y entró corriendo por el medio de las vallas para abrazar a su hijo Ioel, de 19 años. Lo siguió la madre, que llevaba atada una bandera de Israel en el cuello. “Se nota que están asustados”, dijo él después de abrazarlos. “Quiero que esto termine y volver. Estaba bien y me sentía seguro, pero todos se fueron y no me quería quedar solo”, agregó. El joven estaba en territorio israelí estudiando.
Detrás caminaban dos hombres que rondaban los 60 años. “Llegó mi hermano y es el cumpleaños”, explicaba uno de ellos, mientras le palmeaba la espalda.
Martín, de unos 40 años, hace un año y medio que vivía en Tel Aviv. Entre lágrimas, expresó: “Gracias a la Argentina, a la Armada, a la Cancillería y al Ministerio de Defensa estamos en casa. Muchos no tuvieron esa oportunidad. Siento un poco de paz por estar en casa, pero mucho miedo por los que quedaron allá”.
El Airbus 330 con matrícula LV-GHQ salió de Roma a las 6.20 de la mañana. Hasta allí habían sido trasladados los argentinos rescatados por el operativo “Regreso Seguro”, para el cual el Gobierno implementó un puente aéreo entre Tel Aviv y Roma, con los aviones un Hércules C-130 y un Boeing 737 pertenecientes a la Fuerza Aérea Argentina, para rescatar a los connacionales que estaban en ese país como residentes o turistas. Las tareas fueron coordinadas entre la Cancillería, el Ministerio de Defensa y Aerolíneas Argentinas. Se suman al primer contingente de repatriados que arribaron al país a primera del domingo pasado.
Según informaron voceros de la Cancillería, de los 1500 argentinos inscriptos en los formularios habilitados para salir de Israel, ya evacuaron 675, aunque muchos llegaron a Roma y siguieron sus viajes o usaron sus propios billetes aéreos.
Se estima, además, que entre 100 y 120 lograron abandonar ese país ir por sus propios medios pese a haberse anotado en el operativo oficial: se trata de residentes que consiguieron viajar por Ethiopian, casi la única línea aérea que sigue operando tras el estallido bélico, o la aerolínea israelita.
El Gobierno espera poder continuar operando con el puente aéreo, que actualmente funciona con tres vuelos diarios aunque dependen de que no se cierre el espacio aéreo israleí. Estiman, además, que el tercer avión con argentinos saldrá pasado mañana desde Roma, según informaron desde la Cancillería a LA NACION.
A Lidia y Enrique Taraman, que no pudieron hablar ya que estaban embargados por el llanto, los esperaban sus tres hijos y sus nietos. Benjamín, de 10 años, había pintado la bandera de Israel en una hoja blanca; Ana, de 6, sostenía los globos y el equipo lo completaba Santiago, de 10. Hacía 20 días que los Taraman habían viajado para visitar a su familia. Desde allí, fueron a Chipre para festejar el aniversario de 50 años de casados de sus primos y volvieron a Modiin, en Israel, dos días antes del feroz ataque de Hamas, el 7 de octubre.
“Estábamos desesperados. Yo me imaginaba cualquier cosa. Tenían vuelo por Air Europa para el martes, pero un día antes lo cancelaron. Era imposible conseguir algo, no había lugar, no podíamos sacar otro, no se podía adelantar”, relató a LA NACION su hija Ivana.
“Estos días fueron muy difíciles”, se limitó a decir Alicia, que esperaba a sus dos hijas, una de ellas embarazada y madre también de una nena. “Se le estaba complicando estar tanto tiempo encerrada por las alarmas. Le pedimos que vuelva”, agregó.
María y Sol se habían ido a Israel por nueve meses para un intercambio. “Volver fue una decisión un poco compartida. Nació por parte de nuestra familia, pero después nosotras también quisimos. Nos queríamos quedar, pero el plan ya dejaba de tener sentido”, describió Sol después del abrazo grupal con sus amigas, que la fueron a recibir al aeropuerto de Ezeiza.
Y María añadió: “La violencia fue escalando. Yo vuelvo con mucho dolor, no es Israel nada más, como un país, sino que es gente que conocemos. Hay mucha gente sufriendo”.
“Estuvimos comunicados. Muchas veces contestaban y muchas no tenían señal y nos asustamos”, contó Eugenia De Jesús, de 21 años, que fue al aeropuerto de Ezeiza a reencontrarse con sus padres y una de sus hermanas, y los esperó con un cartel de bienvenida. Sebastián, Florencia y María habían viajado para participar de una peregrinación a Tierra Santa. Tenían previsto volver la semana pasada, pero como le pasó a la mayoría, les cancelaron su vuelo.
A Magalí Sason, de 24 años, la recibieron sus padres y su hermana. Se había ido a principios de año para hacer una pasantía de dos meses; como le fue bien, decidió quedarse unos meses más en Tel Aviv. “Le cambiaron los planes”, dijo su padre, Jimy, y agregó: “Por lo menos, tranquilo de que llegó mi hija, pero no es que terminó, tenemos amigos allá”.
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