Quieren llegar al cabo de Hornos en kayak
Desafío: tres jóvenes de Buenos Aires partirán hoy desde Tierra del Fuego; la travesía cuenta con sólo tres antecedentes.
El lejano puerto de Ushuaia despedirá hoy a tres kayakistas de Buenos Aires que intentarán, con sus pequeñas embarcaciones, alcanzar el indómito cabo de Hornos, límite bravío entre los océanos Atlántico y Pacífico.
Pablo Basombrío, que tiene 36 años y vive en Capital; Emilio Caira, de 35 y de Adrogué, y Martín Julio Grondona, de 37 y de Temperley, iniciarán el derrotero náutico hoy desde Tierra del Fuego navegando por el canal de Beagle, siendo la primera etapa Puerto Williams, en la isla Navarino, de Chile.
La travesía, que cuenta con sólo tres antecedentes -una expedición inglesa realizada en 1978 y dos argentinas, en 1986 y 1988-, podrá ser seguida a través de Internet (www.kayakfindelmundo.com.ar) y representa un desafío deportivo extremo de más de 500 kilómetros, tan significativo como lo es lograr una cima del Himalaya para un andinista.
La expedición, denominada Fin de Siglo en el Fin del Mundo, se realizará bajo condiciones climáticas rigurosas y transitará una región absolutamente despoblada.
"Es una zona inhóspita porque no es muy amable para vivir. Después de Puerto Williams, existe un pequeño caserío llamado Puerto Toro, también en la isla Navarino. Luego, no hay nada más. Nada. En la isla Hornos hay un puesto de observación chileno. Es lo único", afirma Pablo Basombrío, jefe de la expedición.
En el trayecto al cabo de Hornos, la cercanía de la Antártida se hace sentir. En abril, la temperatura media es de 5º C y la mínima alcanza los -6º C. En ese rincón de la Tierra, la predicción meteorológica es imposible y el viento constituye el factor adverso más significativo. "Igualmente, en abril la atmósfera es más estable y una ventaja es que las tormentas en el Sur no son muy prolongadas..., dos o tres horas", agrega Basombrío.
La travesía
El derrotero se inicia en el canal de Beagle, luego cruza a Puerto Williams y se pasan los pasos Picton y Goree hasta Punta Guanaco.
Después atraviesa la bahía Nassau hasta el cabo Ross, del grupo de las islas Woolaston, tramo que depara olas de gran tamaño y fortísimas ráfagas de viento, lo más complejo del raid.
Más adelante, paso Bravo, paso Mar del Sur, la isla Deccit y, finalmente, la isla Hornos, donde se halla el cabo homónimo.
En la isla Hornos "tenemos paredones acantilados de 70 a 80 metros de alto. Quedás muy expuesto.
Al llegar, vamos a firmar un libro que hay en el cabo y a descorchar la única botella de champagne que llevamos en nuestros kayaks de travesía", comenta entusiasmado Grondona, encargado de la elección del equipo y los aspectos técnicos de la travesía.
Sólo con una radio
Las embarcaciones -totalmente de plástico rotomoldeado- no contarán con ningún tipo de acompañamiento. Solamente existirá una comunicación diaria de VHF con la marina chilena. "El tema de la seguridad está bien estudiado. Una de las claves de esta expedición es que sabés que podés confiar absolutamente en tus compañeros. Igual, nos basamos en maniobras de autorrescate, porque consideramos importante que cada uno sea autosuficiente, aún sabiendo qué pasa con el otro. Navegamos a vista", agrega el jefe de la expedición.
El ojo marinero es el medio más seguro para guiarse. No obstante, el equipamiento y la logística se completa con teléfono satelital, navegador GPS para orientación aún bajo condiciones de visibilidad cero, radios VHF, coordenadas precisas de los sitios de descanso y las vías de escape, luces estroboscópicas, raciones de comida extras, bengalas de emergencia, pero principalmente experiencia y una preparación física adecuada.
Los canales fueguinos, como el Murray y las islas del extremo Sur, constituyeron el núcleo de vida de la cultura indígena yamana. Esta tribu canoera navegaba la zona y desembarcó en la isla de los Estados y se supone que también recorrió -las mujeres remando y los hombres a proa, cazando-, el cabo de Hornos.
La travesía, que prevé alcanzar el cabo alrededor del 10 del actual, se hace en homenaje a Jemmy Button, un indio yamana que los ingleses llevaron un año a Gran Bretafía para reevangelizarlo y para enseñarle el idioma inglés, de manera que fuese, de vuelta en los canales del fin del mundo, un apoyo para las misiones protestantes británicas que se instalasen allí y para los navegantes, en su paso obligado entre los dos océanos.
La hora del desafío
Después de dos años de trabajo, el tiempo de concretar el derrotero llegó. "Esto es un sueño. Yo remo desde hace 11 años por el Tigre y el río de la Plata y conocía de oído el cabo de Hornos. Era algo que se veía inalcanzable y que hoy es realidad", confiesa Emilio Caira, el responsable de la preparación física del equipo.
"Es algo extremo y riesgoso. Lo sabemos, pero es la búsqueda de algo nuevo, un límite, una aventura", sostiene Basombrío.
Desde 1992 Martín Grondona soñaba con el cabo de Hornos. "Un día salimos a remar por el Río de la Plata y había muchas olas. Y alguien dijo: mirá cuando vayamos al cabo de Hornos. ¿Qué cabo?, dije yo. Y allí pedí permiso para incorporarme al grupo."
El cabo de Hornos sigue siendo tan salvaje como cuando el naturalista inglés Charles Darwin lo navegó con el capitán Fitz Roy, en el navío Beagle, hace más de 150 años. Un millar de barcos puede dar testimonio de ello: yace en los fondos de este derrotero. El clima es bravío e impredecible, las olas gigantes y la desolación, total.
Aún conscientes de eso, y antes de subirse a los kayaks, el equipo del Fin de Siglo en el Fin del Mundo silba bajito una vieja canción siberiana adoptada como lema de viaje: "Si nos ocurre una tragedia, sólo pensaré en mi amigo. Le daré mi alma, mi mano y mi corazón".
Remando por Chile y la Argentina
Cuatro kayakistas argentinos cumplieron hace pocos días una excepcional travesía por lagos y ríos patagónicos argentinos y chilenos hasta desembocar finalmente en el océano Pacífico.
El grupo estuvo integrado por el deportista amateur Marcos Oliva Day, de 48 años; su mujer, María Laura (Malala), de 43, y los estudiantes Manuel Rosales, de 18, y Marcelo Flores, de 16.
La travesía fue liderada por Oliva Day, abogado y ex juez, quien está radicado en Puerto Deseado desde hace años. Los integrantes de la expedición navegaron en cuatro kayaks.
Lograron unir los lagos Posadas, Pueyrredón-Cochrane y su desembocadura, ya en Chile, en el caudaloso río Baker para llegar a Caleta Tortel y a Puerto Yungay en el Pacífico.
El objetivo del aventuroso viaje fue estrechar los lazos de confraternidad existentes entre ambos países. Oliva Day ha efectuado ya numerosos viajes de kayaks de elevada dificultad, como el descenso del río Santa Cruz desde el lago Argentino hasta el Atlántico, el cruce del estrecho de Le Maire entre Tierra del Fuego y la isla de los Estados, y el cruce del lago San Martín-O´Higgins desde la estancia La Maipú, del lado argentino, hasta Villa O´Higgins, del lado chileno.
Como defensor de la preservación ambiental, el aventurero Marcos Oliva Day promueve en la Argentina y Chile el programa educativo "Conociendo nuestra casa", y da cursos y conferencias en todos los lugares que visita.