Quiénes eran los hermanos que murieron en el derrumbe en Caballito
Ramón Acuña, de 77 años, y de su hermana Nélida, de 81, perdieron la vida ayer; sus vecinos dejaron flores y sentidos mensajes para despedirlos
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“Buen viaje Ramón. Te vamos a extrañar. Los peluditos y todos tus clientes. Ya estás con Jorge otra vez. Tota y Flia”, se lee en una de las notas pegadas a la cortina de hierro del local. “Ramón gracias por toda tu amistad, que Dios te tenga en la gloria. Amén”, reza otra.
Los vecinos no salen de su asombro. Consternados, permanecen en los alrededores de la casa ubicada en la avenida Pedro Goyena 561 donde ayer al mediodía ocurrió la tragedia que se cobró la vida de Ramón Acuña, de 77 años, y de su hermana Nélida, de 81. Van de un lado a otro, cruzan, charlan, esperan respuestas. No pueden creer que Ramón ya no vuelva a caminar las dos cuadras que lo separaban de su tienda de mascotas en José Bonifacio 497 como lo hacía a diario. Si bien, los vecinos cuentan que lo notaban apesadumbrado por la muerte de su pareja Jorge hace unos seis meses, era una persona amable que siempre se paraba en la calle a charlar con uno y con otro. En tanto que, comentan que, a su hermana no se la veía tanto debido a una operación de la cadera de la que se recuperaba.
“Era un amigo”, señala Roberto Maneiro, de la ferretería ubicada a pocos metros de la casa de Ramón con quien se conocía hacía 25 años. “Tanto él como su hermana eran unos vecinos excelentes, nunca tuvieron un problema con nadie. Eran queridos por todos. Incluso nuestros perros y gatos estaban apadrinados por Ramón, que era muy proteccionista, amaba a los animales”, explica.
Conmovido, cuenta que incluso el día anterior al desastre Ramón había mandado al grupo de WhatsApp de los vecinos una foto de las rajaduras que había en las paredes de su casa.
“Estaban preocupados. La hija de Nélida estuvo hablando con ella en el momento del derrumbe y la mamá le decía que se estaba moviendo toda la casa y que las paredes se agrietaban. Entonces, le pidió que bajara junto con Ramón, que salieran a la calle, aunque lloviera y, en ese momento, ocurrió la desgracia. Incluso los obreros escucharon pedir auxilio”, cuenta el ferretero.
“Sus muertes nos afectan mucho porque eran vecinos de toda la vida. Esto es una negligencia, los vecinos exigimos controles en las obras, no queremos que esto le pase de nuevo a otra gente”, enfatiza.
Sentada en el escalón de la puerta de su casa, a Norma Rodríguez, otra vecina próxima a los hermanos, se le llenan los ojos de lágrimas cuando recuerda a Ramón y a su hermana. “Los conocía hace más de 20 años porque cuando me mudé acá ellos ya estaban. Eran muy queridos por todos. El otro día lo crucé a Ramón en el supermercado, que era el que más salía, y le dije que necesitaba alimento para mi perro y enseguida me lo trajo. La verdad es que me cuesta mucho, son muchos años, personas que uno quiere porque fueron excelentes vecinos. Da rabia que sucedan estas cosas”, sostiene.
Recuerda acongojada el momento del desastre cuando tenía las puertas de su casa abiertas para sacar el agua que entraba por la lluvia y escuchó un cimbronazo. Nunca se imaginó el fatal desenlace.
“Una pesadilla”
Parado con la mirada fija la casa, Ariel, hijo de Nélida, concuerda con que todos los vecinos estaban preocupados con la obra. “Había muchas denuncias hechas para que se frenara”, asegura.
Con anteojos negros y visiblemente afectada, su hermana está a pocos metros sentada en una silla rodeada de vecinos y familiares que la contienen. “Esto es una pesadilla. Me quedé sin familia. Mi mamá y mi tío eran vecinos de siempre, de toda la vida, todos acá los aman, fueron siempre amigos de los vecinos. Eran buena gente”, dice.
“Ayer a las doce, minutos antes del derrumbe, el juez Font desestimó el pedido de detención de la construcción. Habrá que ver quién lo asesoró. Acá se cayó todo, socavaban para hacer los niveles inferiores sin poner ninguna estructura de contención, eran ocho metros de tierra para abajo y eso cedió”, añade.
“Siento que somos un porotito que estamos frente a una corporación gigante que hace edificios y que tiene los mejores abogados. Yo estoy pidiendo que algún abogado como Burlando o Pierri tome el caso porque si no esto queda en la nada”, exclama.
A su lado, otro vecino Pablo Aranda también mira el desastre incrédulo. “Es un dolor inmenso porque son vecinos que conocemos de siempre, desde que tengo uso de razón que vivían acá. Ramón y Nélida eran muy unidos, excelentes personas, queridos por todo el barrio, intachables”, agrega.
Todavía en shock, cuenta que vivió un momento terrible cuando luego de escuchar el estruendo se acercó a la obra junto con su hermano. “Vimos que se había desmoronado parte de la casa, nos asomamos al pozo y vimos las camas caídas. Inmediatamente después el piso se vino abajo y muchas personas no podían salir porque había un hueco de 10 metros. A la obra le vienen haciendo denuncias desde hace más de un año. Se sentían vibraciones y el pasillo lindero ya tenía sus fisuras. Esto se podría haber evitado, existía una alerta que omitieron y, lamentablemente, lo pagamos con las vidas de los queridos Ramón y Nelly” finaliza.
Alertas desestimadas
Pocos minutos antes del derrumbe de la medianera de la obra en construcción sobre la casa lindera en la avenida Pedro Goyena al 500, el Juzgado Civil numero 3 de la Capital Federal había rechazado el pedido para que se paralicen los trabajos de edificación. “La solicitud se funda en los riesgos temibles de derrumbamiento de su propiedad sita en Avenida Pedro Goyena 557, con motivo de la obra de diez pisos y dos subsuelos, en la propiedad lindera”, detalla la denuncia.
La misma solicitaba una medida de no innovar urgente, hasta tanto se garantizaran, mínimamente, los recaudos de seguridad e higiene que conllevan este tipo de obras; sin embargo, resultó desestimada. Minutos después de esta medida, la medianera colapsó sobre la casa dejando dos muertos y 14 heridos.
Fuentes de la constructora QUBO Proyectos y Negocios, encargada de la obra de la avenida Pedro Goyena 551, habían afirmado ayer a LA NACION que después del derrumbe estuvieron en el lugar y que presentaron en la seccional policial toda la documentación sobre ese emprendimiento.
“Tenemos entendido, según los informes, que del lado vecino había un caño pluvial que no estaba conectado y aparentemente en la tormenta hizo que se desborde”, dijo una fuente del área comercial de la empresa.
QUBO había hecho durante esta semana un peritaje de parte porque, según admitieron, habían detectado un problema. “Presentamos un peritaje de parte porque la construcción de al lado era una estructura muy vieja que tenía algunas imperfecciones. Como no podíamos tener un buen diálogo preferimos hacer un peritaje. Lamentablemente hoy [jueves] ocurrió esto”, argumentaron.
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