¿Quiénes decidieron que el hornero se convirtiera en el ave nacional?
La simpática historia de una votación realizada en 1928; las buenas performances del cóndor y del tero y la importancia de tener espíritu trabajador
El 22 de marzo de 1928, el diario La Razón publicó una encuesta dirigida a los niños preguntando cuál era el ave que representaba a nuestro país. Se adjuntó un cupón, que se publicó en todas las ediciones, para que los chicos completaran. La pregunta era única, sencilla y concreta: ¿cuál era la especie elegida?
Los chicos debían completar nombre, localidad donde vivían y escuela a la que asistían. ¿Las condiciones? Solo un cupón por chico y no se aceptaban como candidatos a las aves de corral. Podían participar varios por familia pero siempre un cupón por niño. Lo curioso fue que, aunque no era parte de los requisitos, muchos de los participantes prefirieron fundamentar su voto.
El primer cupón que llegó a la redacción fue el de Miguel Fulco, un estudiante de la escuela República del Paraguay, ubicada en la Capital Federal. Fulco le dio su voto al cóndor.
Nadie imaginó que la encuesta iba a tener tan amplia repercusión. La Razón recibió cuarenta mil cupones con votos y, luego del escrutinio, los resultados se publicaron en la edición del 25 de junio de 1928.
En el tercer lugar del podio, con 4.002 votos, se ubicó el tero. Entre las principales razones que se esgrimieron se hizo hincapié en su conocida cualidad de “ave cuidadora de su prole”. El cóndor también se sumó al podio: fue la segunda ave más votada con un total de 5.803 votos. Varios de los argumentos relacionaron al ave de las alturas con la gesta sanmartiniana del cruce de los Andes.
En primer lugar, con 10.725 votos, casi el doble que el cóndor, quedó el hornero. Y por ese motivo fue elegido el ave nacional. Entre las principales razones que argumentaron los chicos figuraban: que es una especie que se encuentra bien diseminada en todo el país, que vive tanto en el campo como en las urbes, que su nido es sinónimo de tesón –muchos chicos asociaron al hornero con el trabajo–, que no emigra ni viaja y que mantiene una pareja estable toda la vida.
El ñandú obtuvo el cuarto puesto y fue seguido por el chajá, el chingolo, la paloma, el águila, la calandria, la gaviota, el zorzal, el jilguero, el churrinche, el boyero y el loro, en ese orden. La lista continuaba con muchas aves más, pero que recibieron pocos votos.
Tal como se había anunciado, el diario sorteó entre los participantes juguetes y juegos, como ludos, patines, bolos, dominós o maquinitas de coser. Finalizada la encuesta, se comunicó el resultado a la Asociación Ornitológica del Plata. Curiosamente, la revista oficial de esa entidad se llamaba “El hornero”.
Por lo tanto, desde 1928 tenemos ave nacional. Los escolares de aquel tiempo fueron los que decidieron la simpática contienda.
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