Qué pasa con los aviones abandonados
Son más de 60 unidades que han quedado en el olvido en terminales áreas donde, por el momento, no se sabe cuál será su destino final
Cualquier objeto puede ser abandonado. Incluso aquellos que tienen alas de metal y levantan vuelo. En Argentina, más de 60 aviones grandes, medianos y pequeños se añejan ahora a cielo abierto en distintas terminales aéreas por causas y factores varios, pero todos con un denominador común: el aparente olvido.
La presencia de estas máquinas en, por ejemplo, Aeroparque, Bariloche, Córdoba, Ezeiza, Salta, San Fernando o Viedma, no pasa desapercibida, pero parece no incomodar demasiado. Ahora, indagar en la historia y el presente de cada nave e intentar determinar por qué quedaron detenidas implica meterse en los laberintos fangosos de la burocracia estatal donde el recorrido además estará afectado por imponderables como "dejame ver", "cambio de gestión", "fin de año" y "proximidad del verano".
¿Quién se encarga de los aviones abandonados?
En la flamante Empresa Argentina de Navegación Aérea Sociedad del Estado afirmarán que es un tema del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos, donde -después de más de un mes de consultas- asegurarán en cambio que es competencia de la Administración Nacional de Aviación Civil. Allí explican la normativa, pero no pueden precisar cantidad de aviones "abandonados" ni el motivo. La cuarta implicada sería la Policía de Seguridad Aeroportuaria, pero opera como fuerza de seguridad y tiene preocupaciones más volátiles que los cachos de fierros de marras. Eso sí, de querer traspasar los límites de las terminales para fotografiar alguna de las máquinas, se deberá obtener un permiso otorgado por cada uno de estos organismos.
"Pueden pedir que se saquen estas máquinas los propietarios, acreedores, síndicos o jueces que pudieren estar interviniendo; ANAC en su condición de autoridad aeronáutica, ORSNA en condición de regulador de los aeropuertos, o cualquiera que se vea afectado por la presencia de la aeronave abandonada", explicó un funcionario de ANAC.
El procedimiento está establecido por el decreto 5764/67 cuyo texto expresa que la autoridad aeronáutica "intima en forma fehaciente a su propietario para que proceda a retirarla dentro de los 30 días bajo apercibimiento de disponer la remoción o traslado de la aeronave o sus despojos a cargo de aquel". Sólo "en el caso de que la aeronave o sus despojos se encuentren en un lugar estratégico del aeropuerto que pueda poner el peligro la seguridad operacional que sea, la autoridad podrá disponer su retiro o traslado sin la previa intimación, siempre a cargo del propietario y una vez hecho eso, se notificara al mismo", aclara. Algunas de las máquinas abandonadas llevan años en la misma posición.
En ANAC admiten que cada nave dejada al olvido es un expediente, por lo que resulta engorroso cuantificarlos y consultar cada uno. El único listado que se puede conseguir surge de una consulta a Aeropuertos Argentina 2000, la concesionaria privada de apenas 33 aeropuertos del país. Aun así, la información apabulla.
Historias de “olvidados”
En el aeroparque porteño "Jorge Newbery" hay tres "olvidados" y dos de ellos pueden verlos cualquiera que gire la vista cuando circule por las avenidas Cantilo o Lugones. Se trata de un Boeing 737-200, matrícula LV-WGX; un Rockwell 680V Turbo Commander, LV-OFX y el Lear Jet 35, LV-ZZF. El primero todavía tiene el ploteo comercial del último dueño y según los blogs y foros especializados integró unos años la flota de Aerolíneas Argentinas, hasta que en 2005 comenzó a operar para American Falcon, una compañía que surgió para chárters y luego llegó a hacer vuelos regulares de cabotaje a media docena de destinos. La empresa -que también “se dejó” en Ezeiza un Fokker F-28, LV-WZC- cesó la actividad hace once años, así que es de suponer que alguna causa judicial tenga por botín este avión estacionado frente al sector de carga de combustibles. Al lado suele verse el Lear jet que perteneció a una compañía de taxis aéreos y un poco más al norte, detrás de un creciente montículo y pegado a una casilla del Servicio Meteorológico Nacional se hunde la tercera máquina, que habría pertenecido a Fabricaciones Militares.
En Ezeiza los "olvidados" son materia prima para leyendas y mitos que gustan relatar los que trajinan hace años por el principal aeropuerto argentino. Algunas de las máquinas que allí se encuentran son de Aerolíneas Argentinas y Austral y esperan ser enviadas a desguace, pero otras han servido de escenografía para la práctica de los bomberos; objeto de diversión de niños de la zona o también el de deseo por parte de buscadores de aluminio y partes reciclables y vendibles.
Según el listado de AA2000, las máquinas en Ezeiza son 14, entre las que figuran tres Boeing 737 que supieron integrar la flota de Southern Winds, que tiene otras similares y en igual cantidad en un sector a la vista del aeropuerto de Córdoba. SW dejó de operar en 2005, de manera que también estas máquinas llevan once años sin levantar vuelo. En esa terminal provincial estuvieron hasta 2012 en un sector que entorpecía las maniobras, y en febrero de ese año se las remolcó hasta la actual posición en la que parecen no molestar a nadie.
Un portavoz de Aerolíneas/Austral informó que tienen algunos aviones en desuso, que esperan ser retirados por actuales o futuros dueños. En Ezeiza está el Airbus340 matrícula LV-ZRA; en San Juan cuatro McDonnell Douglas MD-83; otro en Jujuy y un sexto en Aeroparque. Otros tres Airbus A-340 de la compañía de bandera que fueron desprogramados esperan en el desierto de Arizona, más precisamente el aeropuerto de Victorville. Allí, junto a centenares de máquinas de todo el mundo, esperan el desguace.
Otra máquina con historia que se arrumba en Ezeiza es el Douglas DC-10-30 (matrícula YV-135C), cuyos restos fueron rematados por un banco en abril. La máquina perteneció a la venezolana VIASA y se despistó cuando aterrizaba el 26 de noviembre de 1993, sin víctimas, pero sí con daños materiales graves. El paso de las décadas redujo los despojos a 30 mil kilos de metal.
Una lista que se incrementa
En San Fernando, detrás de los galpones que separan la pista de la avenida Hipólito Yrigoyen, hay una veintena de máquinas medianas y pequeñas que ya nadie echa a andar. Por ejemplo, un Aero Commander (LQ-JNV) que supo hacer vuelos sanitarios para la Policía de la provincia de Misiones y antes, la empresa estatal Gas del Estado y un Fairchild Swearingen (LV-WNY) que el 12 abril de 1996 atropelló un perro cuando despegaba y por los daños en el tren de aterrizaje no pudo hacerlo. No es la única máquina que sufrió un siniestro y quedó para el olvido en San Fernando: también está el Cessna que en julio de 2000 cayó en el Tigre y las cinco personas que viajaban en él murieron.
Más datos: en Salta esperan destino tres MD-80 que supieron operar para la línea Andes y un cuarto de Aeroméxico o en Viedma, tres máquinas que integraban la flota de la línea aérea que tuvo la provincia de Río Negro.
Esta nómina podría ampliarse si se consultara en bases militares como la de Morón y El Palomar o incluso en el resto del mundo, donde seguro quedaron máquinas concebidas con miles de dólares pero que con el paso del tiempo quedaron reducidas a una chatarra que ni merece recordarse.
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