¿Qué pasa con el mítico y abandonado edificio de Ku en Pinamar?
En 2015 sus polémicos dueños lo vendieron con los números en rojo a Energy Group, vinculada a Víctor Stinfale y la tragedia de Costa Salguero; ¿lo derrumban?
Diez cuadras por Libertador desde la rotonda de Bunge, una leve curva a la izquierda y aparece la enorme estructura blanca de cortes asimétricos, dormida hace dos años. Desde que cerró en 2015 después de años de polémica por el ingreso ilegal sistemático de menores de edad, el mítico complejo Ku y El Alma, ícono de la noche de los 90 y los 2000, permanece sellado, de día y de noche.
La última vez que abrió a diario, como en las viejas épocas, fue en el verano de 2015. En enero de 2016 sólo hizo cuatro eventos. Y en 2017, cerró todo el verano. Este año, cada noche de fiesta en el sur de esta ciudad, donde funcionan algunos nuevos clubes de menores proporciones, el enorme edificio, pálido y de bordes redondeados, parece un fantasma. Los más jóvenes no lo reconocen, mientras los mayores de 30, que vivieron su esplendor, lo añoran.
La cara visible de Ku desde 1993 hasta 2015 fue Gustavo Palmer, que organizaba las fiestas y las animaba. Los fotógrafos que llegaban en verano a Pinamar tenían que ir a Ku. Por allí pasaban los principales personajes de la farándula y la clase política: desde Guillermo Coppola a Carlitos Menem Jr.
Pero Palmer era socio minoritario y la mayor parte de las acciones de la empresa pertenecían a un puñado de empresarios de la noche, entre ellos, Javier Porjolovsky (quien filtró, en 2008, el video que disparó la causa que terminaría en la suspensión del entonces intendente Roberto Porreti); y Eduardo Daniel Nadotti, "El Oso" (ex DJ, condenado en 2016 por suministrarle cocaína a una chica que murió poco después de sobredosis en una fiesta privada en su departamento).
A fines de 2015, los empresarios, involucrados en causas judiciales y con los números en rojo, se lo vendieron a la firma Energy Group SRL, cuyo representante es el abogado Víctor Stinfale. Unos meses después, la compañía quedó involucrada en la causa por la muerte de cinco chicos en la fiesta electrónica Time Warp, en Costa Salguero, en abril de ese año.Stinfale fue detenido en mayo de 2016 y liberado dos meses después. Sigue procesado, aunque la causa se encuentra estancada.
En diálogo con LA NACION, el abogado remarcó que no es propietario de Energy, sino que está “empleado” como gerente de marketing. Luego dijo sobre los motivos por los que lo mantienen cerrado a tres años de haberlo comprado: “Ku es sólo una de las propiedades y negocios de Energy. Está cerrado porque el negocio principal de la compañía es la venta de bebidas energéticas, la noche no es el centro. Además, las condiciones del país no están dadas para invertir en este momento, más adelante veremos”.
Aunque negó una relación entre la causa por Time Warp y el cierre de Ku, admitió que desde la tragedia “no quiere saber nada” con la organización de fiestas nocturnas para jóvenes. “Los menores se te meten igual y después tenés un problema”, sostuvo el empresario, que este año sufrió un infarto.
Sin embargo, la misma empresa explota Boutique, un parador de playa y club nocturno que queda en las mismas tierras, pero más cerca de la playa y con menores proporciones, a donde asisten, en general los viernes y los sábados, cientos de jóvenes.
Fuentes de la empresa dijeron que cerraron Ku y mantienen Boutique porque las discos de grandes proporciones “ya no son redituables”, pero admitieron que también se debe a los controles de minoridad que impulsa el gobierno local desde 2016.
El predio donde se levanta Ku tiene, aproximadamente, unos 7500 m2 (5500 de construcción de cemento, el resto es terreno) y tiene capacidad para 10.000 personas. Durante años, su público fueron los chicos y chicas de entre 15 y 19 años, aunque mayores también.
“Les ganamos la batalla. ¿Cómo llenás un lugar así sin los menores? No podés, tuvieron que cerrar”, dijo una fuente municipal sobre el impulso estricto de los controles de minoridad desde 2016.
“Yo al Ku lo quiero muchísimo. Era un monstruo, era un estrés”, dijo Palmer, en diálogo con LA NACION. Lo manejó durante 25 años junto a otros socios mayoritarios, que variaron con los años, pero siempre eran cuatro o cinco. “En Pinamar salían a bailar 10 mil toda la noche y hoy salen entre 800 y 900 personas. En todos lados, la noche cambió. Yo no digo que la gente del municipio esté haciendo mal las cosas. Está haciendo un excelente trabajo con la prevención de alcohol y de drogas y menores, en ese sentido yo lo veo muy bien. Pero la noche mutó. Además, la Argentina está muy cara y la gente se va afuera”.
¿De disco a hotel?
Mientras tanto, el edificio de Ku parece un fantasma. Hay rumores, en la ciudad, de que sus dueños planean tirarlo abajo y emplazar un emprendimiento inmobiliario a la playa. Desde Energy Group no lo descartan, pero aseguran que no hay planes de derrumbar y construir en lo sucesivo.
Un concejal pinamarense y varios funcionarios deslizaron a LA NACION que no encaran la obra porque negocian para emplazar un edificio de departamentos que supere la altura máxima de cuatro pisos que exige la ley.
En Energy lo desmintieron. En cambio, alegaron que no avanzan porque “las condiciones en el país y en Pinamar no están dadas para la inversión”. “Por ahora nos conviene tenerlo cerrado y trabajar con Boutique, que funciona muy bien, más adelante veremos”, dijeron.
Mientras tanto, como un fantasma sobre la playa, el viejo Ku despierta suspiros nostálgicos entre los mayores de 40 que vivieron la noche de los 90: “A mí me paran en la calle para preguntarme cuándo vuelve el Ku", siguió Palmer. "El otro día me agarró un tipo de 40 y me dijo: ‘Te quiero agradecer, por vos tengo esta hija de 13 años’, y me mostró a la nena”.
Boutique, el heredero
Boutique queda justo atrás del Ku, en tierras privadas pertenecientes a Energy, sobre la arena. Pero sus dimensiones como local bailable son mucho menores.
En la Municipalidad aseguraron que es la única playa de propiedad privada de la costa bonaerense y adelantaron que planean acciones para que pase a ser pública como el resto. “El caso de Boutique es inconstitucional, todos los balnearios tienen la concesión, no son propietarios, ni deben serlo”, dijo un funcionario.
Esto explica la diferencia abismal entre Boutique y el resto de los balnearios. Ubicado en Ostende cerca del límite con Pinamar, sus edificaciones de cemento superan largamente el máximo de 300 m2, y avanzan sobre la playa. Mientras que el resto de los balnearios fueron derrumbados y reconstruidos en madera con proporciones que respetan la normativa de frente marítimo local.
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