Qué hace un actuario y por qué está considerada "la profesión del futuro"
Se trata de una carrera difícil, con gran contenido matemático y estadístico; se reciben en promedio 50 alumnos por año; los profesionales consiguen buenos empleos con facilidad; mitos y verdades de una profesión de la que poco se sabe
-¿A qué te dedicás?
-Soy actuario
-¿Estudiaste actuación?
-No. Es una carrera de Ciencias Económicas dedicada a la estadística para analizar riesgos… Te lo explico más fácil: ¿Viste la película Mi Novia Polly?
Así tuvo que responder Franco Bettaglio, estudiante de la carrera de actuario, durante una primera cita. “La gente no tiene ni idea de que existe esta profesión. Y, los pocos que la conocen, lo único que piensan es que es difícil y que somos bichos raros”, cuenta Franco, de 26 años.
En la comedia de Ben Stiller, el protagonista es un analista de riesgos que aplica la estadística en su vida privada, al punto de usar la probabilidad para decidir con qué mujer quiere mantener una relación a largo plazo.
Actuario es una carrera de Ciencias Económicas, como Economía o Administración. Sin embargo, tiene una formación más profunda en Matemática y Estadística para construir modelos predictivos. En la Argentina se cursa sólo en la Universidad de Buenos Aires o en la Universidad del Salvador y tiene una duración estimada de 5 años y medio, aunque pocos la cumplen, dada su dificultad.
Existen dos mitos que todo interesado en la carrera escucha: “Si la estudiás sos millonario”; o “Cuidado con los profesores porque te hacen la vida imposible para que no te recibas así no sos competencia”.
Según los profesionales consultados por LA NACION, las afirmaciones tienen su cuota de verdad y de mentira. Sobre la remuneración, lo cierto es que se trata de una de las diez profesiones mejores pagas en Estados Unidos, aunque en Argentina no está tan bien rentada como en otros países de la región, como Brasil o Chile.
En cuanto a los graduados, son en promedio 50 al año y hay mucha demanda en el mercado laboral, tanto en el sector público como en el privado, por lo que suelen conseguir trabajo con tan sólo subir su curriculum a la web o actualizar su perfil de Linkedin.
“Decís que sos actuario y se abren puertas”
Diana Reyes Gavilán tiene 18 años, estudia actuario en la UBA y fue contratada por el banco JP Morgan. De chica su sueño era trabajar en el sector financiero, por lo que adelantó un año de la carrera cuando estaba en el colegio.
“Dije que estudiaba actuario y sentí que se me abrió una puerta. Tuve una entrevista de 15 minutos y me contrataron”, recuerda Diana. Además, asegura que saber 3 idiomas fue otro de los factores que tuvieron en cuenta a la hora de elegirla.
Conseguir trabajo le permitió cumplir otro de sus objetivos: abandonar su casa en Parada Robles, una localidad en Exaltación de la Cruz, y mudarse sola al centro porteño.
Por su parte, Olivia Domínguez, de 26 años, decidió empezar a trabajar sobre el final de la carrera, a mediados de 2015. Su objetivo era tener una experiencia laboral en el exterior. Aplicó por Internet para pasantías y lo consiguió: su primer trabajo fue en la ciudad alemana de Munich, en la empresa de seguros Allianz.
“Tenía muy poca fé. No tenía experiencia laboral y me sorprendió que me llamaran de una empresa tan grande. Creo que ser actuario sumó mucho”, cuenta. En Munich trabajó durante un año en la parte de control de gestión y planeamiento y estando en Alemania consiguió un contacto para seguir dentro de la empresa, pero en Argentina.
Para Emilio Díaz Cotroneo, lo que hizo “más atractivo” su curriculum fue haber terminado la carrera en tiempo y forma, habiendo promocionado todas las materias. En el 2014 fue seleccionado para entrar a McKinsey, una de las consultoras más prestigiosas del mundo, que toma en promedio a 3 personas por año durante un único proceso de selección anual.
Para entrar a McKinsey, armó el curriculum, preparó una carta de recomendación, tuvo cinco entrevistas en dos meses y debió dar un examen de matemática e inglés.
“Ser actuario me dio credibilidad frente a los clientes”, explica Emilio, de 27 años. Su trabajo era analizar cómo un banco podía aumentar sus ingresos desde el punto de vista de los clientes más riesgosos. De esta manera, definía una estrategia de precios para implementar valores más altos a los clientes más riesgosos.
Hoy en día, Díaz Cotroneo sigue trabajando para McKinsey, pero afuera de la empresa. Según cuenta, la compañía te permite trabajar un año en otro lugar “para adquirir otras estrategias”. Además, cuando termine la práctica en el Estado, la consultora le costeará un Máster en Administración de Empresas (MBA).
A los actuarios los buscan por Linkedin. Suben sus curriculums a las páginas de las empresas y no suelen tardar más de dos meses en conseguir trabajo. A pesar de que la búsqueda laboral sea rápida, los profesionales consultados por LA NACIÓN aseguraron que existen varias desventajas. Por un lado, es difícil trabajar durante la carrera, porque es muy exigente y porque tiene poca variedad de cursos y de horarios de cursada. Por otro lado, para trabajar de actuario en las empresas piden que el estudiante esté a punto de recibirse.
"Es la profesión del siglo XXI"
Para Rodrigo Del Rosso, profesor de la carrera en la Universidad de Buenos Aires, se trata de “la profesión del siglo XXI. "Los actuarios pueden hablar de economía, de administración, de legales y hasta de programación. Tienen una visión integral del negocio”, explica.
En el pasado, se solía relacionar a los actuarios con compañías de seguro. “Hoy los requieren de cualquier tipo de empresa, ya sea pública y privada”, explica Rodrigo Del Rosso.
A los 29 años, se levanta a las 4 de la mañana para ir a dar clases de Estadística I y Estadística Actuarial en la UBA. Luego, trabaja durante todo el día en el área de gestión de riesgo del Banco Nación. Realiza ejercicios para ver cómo reaccionan las distintas variables del banco ante escenarios poco probables, pero posibles, como podría ser una corrida de los depósitos.
Del Rosso es uno de los 500 actuarios matriculados que hay en la Ciudad de Buenos Aires, lo que le permite trabajar en forma independiente. Para uno de sus trabajos fue contratado como perito judicial. "Una mujer tenía un seguro de vida del marido en dólares, y se lo pesificaron en 2002. Años más tarde le hizo juicio a la empresa de seguros, lo ganó, y tuve que calcular cuánto sería la liquidación judicial de la renta vitalicia en dólares", explicó.
A diferencia de Del Rosso, Dan Korngold, de 29 años, trabaja en una rama no tradicional de los actuarios. Se desempeña en una empresa privada estadounidense llamada EFL, donde le ponen puntaje a la persona que solicita un préstamo en un banco para predecir la probabilidad de que no devuelva el dinero.
Cuando una persona solicita un préstamo, lo que se suelen hacer las entidades financieras es mirar la información de la persona en el Veraz. En cambio, en EFL, para analizar el “índice de honestidad” de la persona, el solicitante completa un formulario similar a un examen psicotécnico, que fue previamente elaborado por un equipo de psicólogos, programadores y actuarios. El trabajo de Dan es poner las respuestas del cuestionario en un modelo estadístico y así obtiene un resultado entre 100 y 1000, siendo 100 lo más riesgoso.
“Para evaluar a la persona que pide un préstamo no miramos el Veraz, porque hay mucha gente que está afuera del sistema financiero. Al no tener información disponible, tradicionalmente se los consideraba personas no aptas para un crédito. Pero con la evaluación que utilizamos nosotros podemos entender la intención de pago del solicitante”, detalló Dan a LA NACIÓN.
La empresa EFL, creada por un estadounidense durante su proyecto de tesis en la Universidad de Harvard, vende esta información a los bancos, que luego deciden si otorgan o no un préstamo.
Según el Banco Mundial, alrededor de 2 mil millones de personas en el mundo no usan los sistemas formales de financiamiento, y más del 50 por ciento de los adultos en los países más pobres no están bancarizados. Por esta razón, la empresa EFL tiene a la mayoría de sus clientes en África, Asia y América Latina, aunque en Argentina aún no fue contratada.
“Los profesores te ven como competencia”
La Universidad de Buenos Aires es la más elegida por los estudiantes para cursar la carrera de grado. Los egresados la consideran de excelencia y aseguran que es prestigiosa a nivel internacional, pero señalan algunas falencias.
Critican el plan de estudios que es de 1997, ya que la cursada no cuenta con materias como programación o inglés, muy solicitadas en el mercado laboral actual.
Por otro lado, los estudiantes consultados dicen que es una desventaja que haya cursos únicos de determinadas materias, con un sólo profesor y una sola elección de horarios, por lo que se dificulta poder trabajar y costear la carrera.
Sobre el ya conocido mito “los profesores te ven como competencia”, uno de los estudiantes reveló haber tenido un problema con un profesor. El joven, que prefiere no revelar su nombre, contó que en una materia el profesor no se presentaba a tomarle el examen final, por lo que estuvo a punto de perderla. Tras elevar un reclamo al centro de estudiantes, logró que el docente lo evaluara un día a las 7 de la mañana en su consultora privada, y no en la universidad. Cuando terminó el examen, fue la secretaria quien firmó el parcial. Luego de meses de lucha, recibió un correo electrónico con dos palabras: “Estás aprobado”.
Con una carga horaria total de casi 3 mil horas, actuario es considerada como una carrera extremadamente difícil. Además, tiene materias correlativas que le impiden al alumno avanzar. Por ejemplo, Franco Bettaglio, de 26 años, se encuentra cursando por cuarta vez Estadística Actuarial.
“La hice una vez y la recursé. Me anoté otra vez para rendirla sin cursarla y la dejé. Me anoté por tercera vez y tras varias clases, la volví a abandonar. Ahora la estoy haciendo por cuarta vez”, explica. Sin embargo, concluye: “La carrera no es fácil ni difícil. Estudiando todo se puede”.
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