Qué es lo que hacen los adolescentes en su tiempo libre
Su mayor preocupación es no aburrirse
Se los ama, se los padece, se los escucha, se los desoye. Desbaratan la paciencia del más noble de los santos y, a la vez, llenan el alma de ternura cuando se los ve tan solos luchando con sus vidas, con sus cuerpos, con la sexualidad que se insinúa, con las marcas delatoras del acné que conspira con la fábula sobre la belleza contemporánea.
Sufren, básicamente: de mal de amores, de mal de calificaciones, de mal de rebeldía, de mal entendimiento del mundo que consideran hostil. Entonces yacen, se entretienen con la computadora, chatean con desconocidos, juegan en Red y emplean el tiempo libre en poco y, a veces, en nada.
Son los adolescentes, esos pequeños señores mayores que, cada vez, según todos los consultados por LA NACION, tienen menos idea de qué hacer con su tiempo libre, o cómo sacarle provecho al ocio que los apabulla. Y la contracara: padres que sufren y dicen "cuando yo era chico no hacía estas cosas", lo que básicamente es mentira y rotundamente verdad: a cada época, sus jóvenes y sus circunstancias.
Según las pocas estadísticas que se manejan, en general, los adolescentes practican cada vez menos deportes, comen mal y tienden a excederse en el peso por el sedentarismo, escuchan música, ven TV y juegan con la computadora al mismo tiempo. La compu es una especie de amiga infaltable y tienen incorporada la televisión de tal modo que no cuentan las horas frente a la pantalla porque no la consideran ocio, sino parte de la vida cotidiana.
Y no es que los padres no adviertan estas situaciones: sucede que la falta de seguridad hace que prefieran verlos no hacer nada, que se sienten en la escalera de un shopping, a que salgan a la calle y su vida corra peligro.
- Soledad es madre de Julieta, que tiene 13 años. Y protesta: "Está enojada por todo, nada le viene bien. Quiere ir a bailar, pero es muy chica. ¿Qué hace? Nada, mira la tele, está con las amigas o se queda en silencio".
- Lucila, de 18 años, se llevó a marzo todo . Rindió todas las materias mal y el padre ya le advirtió que no piensa volver a leer con ella los libros de literatura, que ya sabe de memoria... el padre, claro.
Los padres de Lucila y de Julieta son cuatro entre millones de adultos cuya gran preocupación es qué hacer para que sus hijos utilicen en algo productivo su tiempo libre.
Una estadística realizada por Mónica Kleiman, contenida en el libro "Adolescencia y trastornos del comer", y que tomó un universo de 400 jóvenes de entre 8 y 17 años, indica que casi cuatro de cada diez chicos entrevistados cursan algún estudio fuera de la jornada escolar y que uno de cada cuatro tiene un régimen de doble turno en su colegio.
"Entre las actividades extracurriculares, el inglés predomina ampliamente y, en contra de lo que podría creerse, la computación comparte un modesto segundo lugar con las artes plásticas, lo que indicaría que los chicos aprenden informática por sus propios medios o con la ayuda de amigos o familiares", señala el informe.
Respecto del tiempo libre, la estadística indica que escuchar música, ir a fiestas, salir con amigos y practicar deportes son las actividades que mayoritariamente ocupan el ocio de los chicos.
Jugar con la compu resulta particularmente atractivo para los chicos de 11 a 12 años y la Internet logra sus mayores adhesiones entre los jóvenes de 16 a 17 años, mientras que el fútbol encabeza la tabla de posiciones entre los varones. Las mujeres prefieren el basquetbol, la natación y el voleibol.
En cuanto a quiénes admiran los jóvenes, el único personaje político presente en esta lista de 22 primeros puestos es Ernesto "Che" Guevara.
¿Qué hacer con ellos?
La médica pediatra y especialista en adolescencia Cristina Catsicaris, coordinadora de adolescencia del Hospital Italiano, explica que "pensar en juventud y tiempo libre es pensar en diversión, esparcimiento, creación, aprendizaje, pero también es pensar en consumo. En las consultas nosotros preguntamos acerca del tiempo libre, lo que nos brinda información acerca de la posibilidad de que ese adolescente pueda estar en riesgo de establecer conductas inapropiadas y de enfermarse. Y nos habla del rol de la familia en la vida de ese adolescente, del compromiso en la crianza de sus hijos", explica.
Y se pregunta: "¿Qué buscan hacer los adolescentes? ¿Qué eligen? ¿Qué alternativa se les presenta? ¿Son ellos los que eligen o son ellos los elegidos para que consuman una cantidad de servicios que el mercado ofrece? Hay una industria montada: si bien ellos son los que deben elegir, los adultos podemos orientarlos para que hagan una reflexión que pueda ayudar a que sus elecciones sean más saludables".
Catsicaris explica que hay padres que se quejan de que los hijos estén todo el tiempo con sus amigos, "pero es importante y precioso el tiempo que los adolescentes pasan con sus pares: se miran en los otros y en la mirada de los otros, y éste puede ser sólo un momento transitorio, porque cada adolescente crecerá y madurará hasta hacerse adulto. Aquí interviene el factor tiempo, y somos los adultos los que nos ponemos nerviosos mientras los adolescentes van y vienen en manada, porque creemos que no saben adónde quieren ir".
Padres quejosos
La profesional explica que a los padres que se quejan de todo esto se les explica que si las obligaciones se cumplen, "si hay espacio para el encuentro con la familia, si los límites de horarios y permisos se respetan, si hay respeto por los otros, es sólo esperar a que el tiempo pase".
Otra de las frases remanidas de padres adolescentes es: "No hace nada. Se la pasa tirado en la cama todo el día". O bien: "Lo único que hace es escuchar música". ¿Está tan mal?
Catsicaris responde: "El adolescente necesita tiempo para encontrarse con él mismo, para descubrir y cuestionarse quién es y para qué está. No estar haciendo algo concreto no es igual a no estar haciendo nada. La persona más ocupada puede resultar la más aburrida. Hacer cosas no es sinónimo de no aburrirse. Y puede ocurrir también que los padres exijan a sus hijos cosas para los que no los hayan estimulado. Padres que no leen, pero que quieren que sus hijos sean buenos lectores y delegan en la escuela esa función. O tienen una mirada crítica hacia esa música y no se interesan en escucharla y entenderla", finaliza.
¿Entonces? Paciencia. Y mucha. Porque los adolescentes, que fueron rebeldes siempre y por definición, no pueden ahora ser libres de caminar por las calles porque la inseguridad es la que los condena. Y los condena a estar solos, muy solos.
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