La idea de que trabajar, o esforzarse en las tareas, contribuye a nuestro bienestar general está íntimamente relacionada con ese concepto
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Encontrar el equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida personal no es de ninguna manera un tema nuevo en nuestra sociedad. Pero la tensión entre los dos se vio intensificada por la pandemia, y los trabajadores se preocupan cada vez más por la naturaleza de su trabajo, su significado y propósito y cómo estos afectan su calidad de vida.
Diversos estudios muestran que muchas personas se están yendo o planean dejar a sus empleadores en números récord en 2021, una “gran renuncia” que parece haber sido precipitada por estas reflexiones.
Pero si todos estamos reconsiderando dónde y cómo encaja el trabajo en nuestras vidas, ¿a qué deberíamos apuntar?
Por qué trabajamos
Es fácil creer que si no tuviéramos que trabajar, o si pudiéramos trabajar muchas menos horas, seríamos más felices y llevaríamos una vida plena de experiencias hedónicas en todas sus formas saludables y no saludables. Pero esto no explica por qué algunos jubilados eligen hacer tareas independientes y algunos ganadores de la lotería regresan a sus labores inmediatamente.
Lograr el equilibrio perfecto entre el trabajo y la vida personal, si es que existe, no se trata necesariamente de jugar con cuándo, dónde y cómo lo hacemos; es una cuestión de por qué trabajamos.
Y eso significa comprender las fuentes de felicidad que pueden no ser tan obvias para nosotros, pero que se han hecho más visibles a lo largo de la pandemia. Los intentos de encontrar un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida son bien merecidos.
El trabajo está relacionado de forma constante y positiva con nuestro bienestar y constituye una gran parte de la identidad. Pregúntate quién eres y muy pronto recurrirás a describir en qué trabajas. Nuestros trabajos pueden proporcionarnos un sentido de competencia que contribuye al bienestar.
Investigadores demostraron no solo que el trabajo conduce a la validación, sino que, cuando estos sentimientos se ven amenazados, nos sentimos particularmente atraídos por actividades que requieren esfuerzo, a menudo alguna forma de trabajo, porque demuestran nuestra capacidad para dar forma a nuestro entorno, lo que confirma nuestra identidad como individuos competentes.
Trabajo preferible al ocio
El trabajo incluso parece hacernos más felices en circunstancias en las que preferimos optar por el ocio. Esto se demostró mediante una serie de experimentos inteligentes en los que los participantes tenían la opción de estar inactivos (esperando en una habitación durante 15 minutos para que comenzara un experimento) o estar ocupados (caminando durante 15 minutos hasta otro lugar para participar en un experimento).
Muy pocos participantes eligieron estar ocupados, a menos que se vieran obligados a hacer la caminata o se les diera una razón para hacerlo (que les dijeran que había chocolate en el otro lugar).
Sin embargo, los investigadores encontraron que aquellos que habían pasado 15 minutos caminando terminaron significativamente más felices que aquellos que habían pasado 15 minutos esperando, sin importar si habían tenido una opción, un chocolate o ninguna de las dos.
En otras palabras, el ajetreo contribuye a la felicidad incluso cuando crees que preferirías estar inactivo. Los animales parecen captar esto instintivamente: en los experimentos, la mayoría prefiere trabajar para ganarse la comida que obtenerla gratis.
Felicidad eudaimónica
La idea de que trabajar, o esforzarse en las tareas, contribuye a nuestro bienestar general está íntimamente relacionada con el concepto psicológico de la felicidad eudaimónica. Este es el tipo de felicidad que obtenemos del funcionamiento óptimo y la realización de nuestro potencial.
Investigaciones demostraron que el trabajo y el esfuerzo son fundamentales para la felicidad eudaimónica, lo que explica la satisfacción y el orgullo que uno siente al completar una tarea agotadora.
En el otro lado del equilibrio trabajo-vida se encuentra la felicidad hedónica, que se define como la presencia de sentimientos positivos como la alegría y la relativa escasez de sentimientos negativos como la tristeza o la ira.
Sabemos que la felicidad hedónica ofrece beneficios empíricos para la salud física y mental, y que el ocio es una excelente manera de perseguir la felicidad hedónica. Pero incluso en el ámbito del ocio nuestra orientación inconsciente hacia el ajetreo acecha en el fondo.
Un estudio reciente encontró que realmente existe algo así como demasiado tiempo libre, y que nuestro bienestar subjetivo en realidad comienza a disminuir si disponemos de más de cinco horas al día.
Pasar unos días sin esfuerzo en la playa no parece ser la clave para la felicidad a largo plazo. Esto podría explicar por qué algunas personas prefieren hacer un esfuerzo significativo durante su tiempo libre.
Los investigadores compararon esto con la compilación de un CV experiencial, probando experiencias únicas, pero potencialmente desagradables o incluso dolorosas: en los extremos, esto podría ser pasar una noche en un hotel de hielo o unirse a una carrera de resistencia en el desierto.
Las personas que participan en estas formas de “ocio” suelen hablar de cumplir metas personales, progresar y acumular logros, todas características de la felicidad eudaimónica, no del hedonismo que asociamos con el ocio.
Equilibrio real
Esta orientación encaja bien con un nuevo concepto en el campo de los estudios del bienestar: que una felicidad experiencial rica y diversa es el tercer componente de una “buena vida”, además de la felicidad hedónica y eudaimónica.
En nueve países en los que participaron decenas de miles de personas, los investigadores descubrieron recientemente que la mayoría (más del 50% en cada país) seguiría prefiriendo una vida feliz caracterizada por la felicidad hedónica, pero alrededor de una cuarta parte prefiere una vida significativa encarnada por la felicidad eudaimónica. En tanto, una cantidad pequeña, pero significativa de personas (alrededor del 10-15% en cada país) opta por llevar una vida experiencial rica y diversa.
Dados estos diferentes enfoques de la vida, quizás la clave para un bienestar duradero es considerar qué estilo de vida se adapta mejor a ti: hedónico, eudaimónico o experiencial. En lugar de poner el trabajo en contra de la vida, el verdadero equilibrio que hay que buscar tras la pandemia es entre estas tres fuentes de felicidad.
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