La popularidad de las series y películas sobre crímenes basadas en hechos reales son la muestra de un rasgo psicológico presente en los seres humanos
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¿Te gustan las películas de terror, las novelas de misterio, los cuentos de fantasmas o los videojuegos violentos? ¿No te importa ver una pelea que termine con sangre y narices rotas, ni sentir un escalofrío en una montaña rusa ni ir a inspeccionar la escena de un accidente de tránsito?
Si respondiste “sí” a la primera pregunta y “no” a la segunda, ¡no te preocupes! Es producto de lo que los académicos llaman curiosidad macabra, algo que todos la tenemos en un grado u otro, según Coltan Scrivner, quien estudia la biología del comportamiento.
“Manifestar curiosidad sobre los aspectos macabros de la vida es universal”, le dijo a BBC Mundo el biólogo y antropólogo, quien completa un doctorado en el Instituto de la Mente y Biología de la Universidad de Chicago.
El mundo es un lugar bastante peligroso, señala Scrivner, y tener curiosidad por lo violento, por aquello que genera miedo, de lo misterioso es una manera de aprender sobre esos riesgos para poder evitarlos o lidiar con ellos.
Scrivner ha investigado la historia de la curiosidad macabra y realizado estudios en varios países para examinar la relación de individuos con ella para determinar perfiles psicológicos y ha creado una escala para determinar los niveles.
Desde tiempos inmemoriales
La curiosidad macabra es más antigua que los registros humanos sobre ella, señala Coltan Scrivner, y se remonta a la historia evolutiva.
Así, el experto menciona cómo los chimpancés, cuando un individuo del grupo muere, suelen ir a inspeccionar el cuerpo.
“No está claro por qué lo hacen, pero se acercan al cuerpo y lo punzan con palos o lo observan a la distancia como nosotros observaríamos una pelea o un accidente de automóvil”.
Aunque no está claro cuándo surgió entre los humanos, su manifestación es de larga data. Ejemplo de ello es el coliseo romano, donde la gente pagaba para ver combates y otro tipo de espectáculos violentos y sangrientos.
En épocas modernas, esto se ha cambiado por el cine, la TV y la literatura, las salas que albergan combates de boxeo y artes marciales mixtas, o los parques de diversión con casas embrujadas.
La atracción por esto varía de cultura a cultura, sociedad a sociedad.
Según las investigaciones de Scrivner, también hay diferencias entre los sexos —los hombres manifestando mayor predilección por ciertos aspectos de lo macabro que las mujeres—.
Y, aunque no se puede fijar una edad exacta de cuándo empieza, el experto afirma que los niños tienen definitivamente mucha curiosidad por lo macabro.
“Les gusta mucho jugar al escondite, a juegos que tienen premisas miedosas, que implican que alguien te persiga y te quiera atrapar. Y eso empieza a una edad temprana”, asegura.
Pero ¿qué elementos de la naturaleza humana hace que tengamos esos impulsos? y ¿qué beneficios nos trae?
Aprendizaje y terapia
Al participar en juegos riesgosos o tenebrosos estamos imitando situaciones que nos ayudan a imaginar escenarios particulares sin estar expuestos a ellos, indica Scrivner. Es una buena manera de obtener práctica.
“Los pilotos de avión practican en simuladores de vuelo, los médicos con cadáveres. Hacemos simulacros de miles de escenarios ficticios para poder analizar cómo reaccionaríamos” en uno real, explica el investigador.
Una cantidad moderara de curiosidad macabra también trae beneficios psicológicos a ciertas personas, añade.
Según los estudios realizados por Scrivner, las personas con ansiedad pueden usar historias de terror para aprender mecanismos para lidiar con su afección.
“Es como si hubieran ido a una sesión de terapia. Aprenden maneras de controlar y regular la ansiedad que les generan las situaciones a las que temen”, dice.
En un estudio que publicó el año pasado concluía que los fanáticos de las películas de horror tenían más resiliencia psicológica frente a la pandemia que otros.
El principio es que los fanáticos del cine de horror han experimentado con sensaciones de ansiedad, miedo e incertidumbre, lo que les ha permitido hacer acopio de habilidades que han podido transferir a la vida real.
Cuatro tipos de curiosidad macabra
Coltan Scrivner creó una escala de la curiosidad macabra para evaluar estas características en un grupo amplio de personas.
Y en ese proceso determinó que existen cuatro dimensiones o categorías:
- Paranormal: la que tiene que ver con fantasmas, extraterrestres y fenómenos sobrenaturales. En esta categoría encaja la atracción por las casas embrujadas o sesiones de espiritismo, por ejemplo.
- Repulsión corporal: tiene que ver con las heridas o lesiones corporales, al interés por las autopsias, cirugías y víctimas de accidentes de tráfico.
- Violencia: aunque puede parecer similar a la categoría anterior, ambas tienen marcadas diferencias. Aquí lo que suscita interés es la propia actividad violenta, como el boxeo, las artes marciales mixtas, la actividad policial o la militar.
- Personalidades peligrosas: esta categoría abarca el interés por aquellos que comenten actos despiadados, como los asesinos en serie. Esa curiosidad es la base de los programas de crímenes basados en hechos reales.
La escala cuenta con 24 elementos en base a las cuales evaluar el nivel de curiosidad macabra general y el de cada categoría.
“Los que reciben un puntaje alto parecen estar más abiertos a las experiencias nuevas, les gustan las emociones que les hacen liberar mucha adrenalina, suelen ser más rebeldes, no suelen estar conformes con la sociedad y suelen tener más tolerancia a lo considerado repugnante”, explica Scrivner.
En términos generales no son tan distintas a las personas promedio, pero sí presentan pequeñas variaciones que, sumadas, dan un perfil particular.
Hay diferencias obvias entre ocupaciones. Si eres médico cirujano, debés tener una tolerancia más alta a la repulsión corporal, un policía obtendría un puntaje alto en el interés hacia personas peligrosas y un director de funeraria en la curiosidad macabra en general.
“Eso es útil, pues de otra manera no podrían hacer muy bien sus trabajos”, recalca el psicólogo.
Mecanismos de defensa
Pero nuestras mentes no fueron creadas para enfrentar peligros cada vez que queramos.
Ahora, con internet y las redes sociales, podemos acceder a casi cualquier situación macabra cuando así lo deseemos.
Eso, indica Coltan Scrivner, puede hacernos creer que vivimos en un mundo más peligroso de lo que realmente es, lo que puede estimular más la curiosidad macabra y hacer que busquemos más ese tipo de material, adentrándonos en un círculo vicioso.
Aunque aclara que tenemos mecanismos de freno incorporados.
“Por ejemplo, reconocer el peligro hace que evadamos ciertas situaciones. También está la empatía, que si la tenemos elevada no nos va a atraer ver a alguien sufriendo. Otra es la repugnancia, que va a limitar lo que vemos”.
Los temas que abarca la curiosidad macabra —como la violencia, las lesiones corporales, los fantasmas— suelen ser tabú en algunas sociedades.
Sin embargo, hay épocas del año, como el 31 de octubre, día de Halloween, en las que se les da rienda suelta.
“Se vuelve socialmente aceptable el estar interesado en la violencia, la muerte, los monstruos y todas esas cosas que tendemos a evitar durante el resto del año”, dice.
“Se retira la norma social y la gente se vuelve más curiosa hacia lo macabro y morboso, porque ya no tiene la presión de no hacerlo”.
Así que esta noche de brujas puede ser la excusa perfecta para incursionar un poco más en lo macabro y lo morboso, también para los niños.
Según Coltan Scrivner, hay estudios que muestran que es bueno para el desarrollo, les da mayor confianza y seguridad, sentirse capaces de “sobreponerse al miedo y no tenerle miedo al miedo”.
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