La guerrilla al mando de Abimael Guzmán eligió la violencia armada para tomar el poder y se estima que dejó 69.000 muertos y varios desaparecidos
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La madrugada del 17 de mayo de 1980, cinco jóvenes encapuchados entraron a un local electoral de Chuschi, una pequeña ciudad de Ayacucho, en la sierra sur de Perú, y quemaron las ánforas preparadas para los comicios presidenciales del día siguiente. El incidente, pequeño en apariencia, casi no recibió atención mediática. Pero ahora se recuerda todos los años como el primero de miles de atentados y asesinatos que cometió Sendero Luminoso (SL), cuyo líder y fundador fue Abimael Guzmán, fallecido en septiembre pasado, durante la guerra que desató contra el Estado del país.
Según algunos cálculos, el conflicto dejó 69.000 muertos y desaparecidos y fue el más largo y mortal que ha sufrido el país en su vida republicana. SL eligió esta vía de la violencia armada para tomar el poder siguiendo, según sus cabecillas y sus miembros, una ideología marxista-leninista-maoísta.
El factor “maoísta” diferenciaba a SL de otros grupos y guerrillas de izquierda de Perú y América Latina. “El maoísmo era lo más importante para Abimael Guzmán y si lees sus escritos, siempre está hablando de Mao”, dice a BBC Mundo Orin Starn, profesor de la Universidad de Duke, Estados Unidos, y coautor del libro Sendero Luminoso: amor, locura y revolución en los Andes.
¿Cómo se arraigó esta ideología en Perú y por qué resultó tan letal?
División en el comunismo internacional
El origen del maoísmo en Perú queda evidentemente muy lejos de la pequeña ciudad de Chuschi. A fines de los años 50 y comienzos de los 60, la Unión Soviética (URSS), bajo el gobierno de Nikita Kruschev, adoptó la política de la coexistencia pacífica con los países capitalistas y se abrió a la posibilidad de implementar sistemas socialistas de manera pacífica.
Esta postura de la URSS dividió a los movimientos comunistas del mundo y también de Perú. Por un lado quedaron las agrupaciones que aceptaban los términos pacíficos -prosoviéticos-, y por otro, las que aun reivindicaban la vía armada al socialismo.
Estas últimas, que seguían defendiendo la necesidad de la guerra, se alinearon en torno al Partido Comunista Chino (PCCH), bajo el mando de Mao Tse Tung. “El maoísmo era un fenómeno global en los 60. Era fresco y emocionante y prometía revolución y eso era gran parte de su atractivo para los jóvenes, que no estaban interesados en el comunismo soviético anticuado, que se percibía como el establishment”, cuenta Starn.
“En la romantización internacional de Mao, la gente o no sabía o ignoraba las atrocidades que su gobierno cometía”, agrega, y aclara que en Perú el maoísmo tampoco “estaba realmente asociado con el terror hasta que empezó el conflicto en 1980”. En este país, alrededor de la mitad de los comunistas, incluidos los miembros de SL, quedaron en la facción prochina.
“Perú fue el único país en América Latina donde la escisión maoísta fue importante”, detalla el informe final sobre el conflicto armado de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) de Perú. El bando peruano prochino también se subdividió en grupos más pequeños, pero no todos tomaron las armas. ¿Por qué Sendero Luminoso sí siguió este camino sanguinario?
Viajes a China
Como hacían muchos maoístas de América Latina, África y otros lugares en la época, Guzmán viajó dos veces a China: en 1965 y luego en 1967, ya en plena Revolución cultural de Mao Tse Tung, una campaña de represión, purgas políticas, exilio, ejecuciones y trabajo forzado para millones de chinos.
El objetivo era eliminar las influencias capitalistas y el “pensamiento burgués”. La segunda vez, Guzmán viajó con su esposa, Augusta La Torre, que hasta su muerte, en 1988, fue la número dos de SL. La guerra que ambos desataron junto a la organización resultó violenta debido a que la Revolución Cultural fue la fase más radical del maoísmo, explica la CVR.
“Ellos consideraban que en vez de haber sido un desastre, una inmensa tragedia histórica, la Revolución Cultural había sido uno de los momentos estelares de la humanidad”, dice el periodista peruano Gustavo Gorriti, autor del libro Sendero, a BBC Mundo. En estos viajes a China, ambos se entrenaron en ideología y en tácticas bélicas.
Cuando volvieron a Perú, querían poner en práctica sus creencias maoístas. ¿En qué consistían? SL creía que Perú y China eran países semifeudales porque “había un poco de capitalismo, pero la mayoría vivía en el campo, en haciendas atrasadas”, dice Antonio Zapata, autor del libro La guerra senderista. Hablan los enemigos, a BBC Mundo.
“Entonces tenían la idea de que la sociedad de China era parecida a la peruana y de ahí desprendían que la revolución sería similar. Por eso adoptaron las ideas de China”, comenta Zapata. Esta “revolución” o vía armada implicaba, obviamente, violencia, lo que fue “como una caja de Pandora”, añade, debido a que “la violencia se desbordó completamente” en el país.
A partir del contexto “semifeudal”, el maoísmo consideraba que el campo era el “escenario principal” de la guerra o lucha armada, y las ciudades, un complemento. “Marx pensaba que los trabajadores industriales tendrían que dirigir la revolución. La innovación de Mao frente al marxismo fue decir que los campesinos pobres pueden ser revolucionarios. Perú en los 60 era también un país rural”, dice Starn.
“Además, José Carlos Mariátegui (importante pensador y escritor marxista peruano y fundador del Partido Socialista Peruano), tenía la idea de que el problema en Perú era el problema de la tierra, de los campesinos indígenas. El maoísmo resonaba con esa idea”, añade. Mientras tanto, “otros países de América Latina estaban un poco más urbanizados y el modelo de Mao no parecía muy aplicable como en Perú”, precisa Starn.
Pero estas creencias no fueron las únicas que adoptaron.
“Pensamiento Gonzalo”
Otra característica de la Revolución Cultural de Mao que tomó SL fue el culto a la personalidad, que en el caso peruano recaía en Guzmán. El cabecilla se hacía llamar “presidente Gonzalo” y su grupo lo consideraba como la “cuarta espada del marxismo” en el mundo, después de Marx, Lenin y Mao, y como el “intérprete más calificado” del presidente chino, dice Gorriti.
“Lenin y Mao fueron responsables de muchas brutalidades. Pero ambos y Marx fueron grandes figuras históricas. Había una idea delirante de que de alguna manera Guzmán estaba al mismo nivel”, dice Starn. SL empezó a llamar a su conjunto de ideas “pensamiento Gonzalo”, que era la interpretación o aplicación que Guzmán hacía del maoísmo a la realidad peruana de los años 60, 70 y 80.
“Trataban de insertar toda esa ortodoxia en la realidad latinoamericana y empiezan a hablar de marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo”, señala Zapata.
Países “semifeudales”
Uno de los dogmas principales que SL tomó del maoísmo fue que en los “países semifeudales” o del llamado “tercer mundo” -que era como calificaban a Perú- el poder debía tomarse a través de una “guerra popular prolongada del campo a la ciudad”, detalla la CVR. El “pensamiento Gonzalo” simplificó o volvió más violento al maoísmo, por ejemplo, al darle un carácter universal a la guerra popular, que para Mao era válida solo en países atrasados (semifeudales), dice la CVR.
Pero ¿qué añadió Guzmán al maoísmo? “No mucho”, dice Starn.
Lucha armada
Con todas estas y otras ideas en formación o ya consolidadas, SL inició la lucha armada en 1980, pese a que ya se había acabado la Revolución Cultural, a que Mao Tse Tung ya llevaba cuatro años muerto y a que lo había sucedido Deng Xiaoping, que impulsó una serie de reformas de apertura económica en China, alejadas del comunismo de su antecesor.
Mientras tanto, otros grupos maoístas habían decidido tomar vías legales de participación política. La policía peruana capturó a la cúpula de SL, incluido Abimael Guzmán, el 12 de septiembre de 1992. El grupo fue condenado por delitos de terrorismo y sus miembros encarcelados.
Casi 30 años después, tras las rejas del centro penal de máxima seguridad de la Base Naval del Callao, murió el “camarada Gonzalo”.
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