Qatar, el nuevo jugador del mercado
Ya lo dijo Robert Hughes, crítico del Time, en los años 80, "los grandes perdedores del supermercado de arte serán los museos". Y así fue. ¿Quién quiere donar un cuadro de 250 millones de dólares? Ahora hay que pagarlo. La familia real de Qatar está decidida a competir con los grandes museos del mundo…, pero no tiene colección. No es mal comienzo hacerlo con la última versión de un cuadro famoso que quedaba en manos privadas. Las otras 4 versiones de Los jugadores de cartas están en el Met, en la Fundación Barnes, en el Courtauld, de Londres, y en el Orsay, de París. En la venta intervino el archiconocido marchand Philippe Ségalot que dejó fuera de combate a dos competidores, como son Gagosian y Aqcuavella, líderes del mercado de galerías, y a Sotheby’s y Christies’, gigantes del mercado de subastas, que comercializan el 80% de las obras de arte que se venden en el mundo.
La familia real de Qatar está decidida a competir con los grandes museos del mundo
El Cézanne será la postal del Museo de Arte Moderno de Qatar, como lo son La Gioconda para el Louvre, Las meninas para el Prado o el Retrato de Frida con Loro, para el Malba.
Comprar una obra calidad museo tiene su costo y sus beneficios. Basta con recordar lo ocurrido en mayo de 1990, cuando en 48 horas el papelero nipón Rioei Saito se quedó con los cuadros récord El retrato de Gachet, de Van Gogh, y Le Moulin de la Galette, de Renoir, ambas pinturas tienen su "gemela" en el Museo d’Orsay.
El Cézanne será la postal del Museo de Arte Moderno de Qatar
Con este récord los árabes vuelven al mercado de arte. Fueron compradores fuertes en los tempranos 80 con los petrodólares, pasaron el sabot a los japoneses a fines de los 80, cuando el yen tocó las nubes. Los últimos dueños del mercado han sido los rusos, con Roman Abramovich a la cabeza. El dueño del club Chelsea pagó US$ 83 millones por un tríptico de Francis Bacon y tiene su búnker de arte en Moscú.
Entre los dueños de los récords están el millonario Ronald Lauder, hijo de la emperatriz de la cosmética Esthée Lauder, comprador del retrato de Gustav Klimt y la coleccionista Lilly Safra (Banco Safra), ligada estrechamente a Buenos Aires, quien pagó US$ 104,3 millones por El hombre que marcha, de Giacometti. Una versión igual puede verse en la Fundación Beyeler, de Basilea, Suiza. Calidad museo, todo dicho.