Puro e impuro, una apuesta disruptiva para los amantes del malbec
Nacidos como gemelos pero criados en condiciones únicas, se trata de dos malbecs extraordinarios y a la vez armoniosamente opuestos; el nuevo lanzamiento de Trapiche
El toque distintivo en un vino lo aporta su crianza en madera, considera una verdad de bodeguero. El contacto del líquido con la barrica de roble le otorga características organolépticas únicas, como las notas de vainilla y los destellos de humo y chocolate.
Sin embargo, en los últimos años se han destacado etiquetas cuya cualidad reside justamente en la ausencia del paso del vino por la madera durante la crianza, obteniendo elixires de perfil joven y ligero con una mayor concentración de fruta. Haciendo lo uno y lo otro, Trapiche lanzó Puro & Impuro, dos malbecs que son fruto de una misma cosecha pero que se han criado distinto, uno en cubas de cemento y el otro en barricas de roble francés y americano.
El resultado termina siendo un juego único y exquisito que invita a descubrir y experimentar la manera en que la forma determina el contenido. “Podríamos decir que son las dos caras de una misma moneda o mejor, el Yin y el Yang del malbec”, sostiene Sergio Eduardo Casé, enólogo de Trapiche y uno de los creadores de Puro & Impuro.
Ambos provienen de viñedos que crecen entre 1000 y 1400 metros sobre el nivel del mar, ubicados en el Valle de Uco, Mendoza, donde el clima experimenta una acentuada diferencia de temperatura entre el día y la noche, conocida como amplitud térmica; de esta manera la uva alcanza su máxima expresión y redunda en sabores y aromas complejos.
Hasta aquí, Puro & Impuro son iguales. Incluso el procedimiento artesanal y manual con el que se han cosechado los racimos. Pero las diferencias comienzan durante la maduración. Puro, la etiqueta sin crianza en madera, estuvo en pequeñas cubas de concreto durante 15 días a una temperatura baja y, luego de la fermentación, se lo dejó reposando por casi un año sobre sus lías, configurando un vino fresco y untuoso. Impuro, por su parte, descansó en barricas de madera (roble francés y americano) durante diez meses, lo que le aportó notas sobresalientes de humo y vainilla.
La experiencia de consumo permite el juego y la experimentación. “Puro me gusta para la previa del asado -dice Casé-, cuando estoy dorando unos hongos portobello en la plancheta con un poco de ajo y oliva, y picando una longaniza a la parrilla con un lindo pan de campo. E Impuro para acompañar el resto del asado”.
Como sea, Puro & Impuro pueden beberse por pasos, juntos o separados, de la manera que se antoje, de acuerdo a la comida con la que se lo quiera acompañar, a las preferencias gustativas o simplemente al azar, que de eso se trata este juego entre dos vinos armoniosamente opuestos.
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