Punta del Este: la particular historia de la marca que produce la prenda del verano (y que ya se agotó)
Las ruanas y los ponchos tejidos por artesanas son furor en la ciudad uruguaya; Manos del Uruguay, una de las principales marcas elegidas por locales y turistas
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PUNTA DEL ESTE (Enviada especial).- “Hasta el próximo jueves no hay nada. En crudo y negro están agotadas”. Tejidos. De colores o neutros, pero siempre tejidos –sobre todo en forma de ruanas o ponchos– son la prenda más vista en las salidas esteñas. A comer o a bailar, hombres y mujeres se preparan para el descenso de temperatura con una prenda de una marca que –no muchos saben– tiene un trasfondo muy particular. Manos del Uruguay, un sello que nació hace más de medio siglo en tierra charrúa, no es una empresa, sino una cooperativa de artesanas.
El proyecto nació en 1968. Cinco uruguayas, Olga P. Santayana de Artagaveytia, Sara Beisso de Souza, Dora Muñoz de Cibilis, María del Carmen Bocking de Jaume y Manila Chaneton de Vivo, se reunieron en busca de una iniciativa que sirviera como proyecto para mujeres del interior del Uruguay. Así se dio a inicio a una organización sin fines de lucro que otorgaba la autonomía de un trabajo, con la posibilidad de quedarse en sus pueblos. Hoy, advierten desde la marca, la misión se mantiene.
“La visión de las fundadoras, que continúa siendo la base de nuestra filosofía de trabajo, fue lograr que Manos fuese un medio para el desarrollo y empoderamiento de la mujer”, advierte Rodolfo Gioscia, gerente general de Manos del Uruguay hace más dos décadas. El ejecutivo aclara que si bien la marca no es una compañía, su rol está para apuntalar las cuestiones que hacen a la administración. “Nosotros queremos que esas personas puedan seguir viviendo en la comunidad, que no se desarraiguen”, afirma.
La organización comenzó con la comercialización de mantas y jergones de lana producidas por un puñado mujeres rurales. El emprendimiento no tardó en crecer y derivó en el despliegue de lo que hoy son doce cooperativas, con equipos productivos de unas 150 artesanas repartidas en distintos puntos de Uruguay.
“La marca no tiene accionistas ni tampoco pertenece a un grupo de empresarios, sino a un directorio que integran tres artesanas y que son elegidas por asambleas. Así lo dispusieron las fundadoras, que compartían la convicción de que no hay sueños demasiado grandes”, observa Gioscia.
Modelo exportador
Con el pasar de las décadas, el 70% de los productos tejidos de Manos del Uruguay pasó a ser de exportación. Ralph Lauren, Marc Jacobs, Dries Van Notten, Jazmín Chebar, Peruvian Connection y Stella McCartney son solo algunos de los que tiene relación comercial con la organización desde hace años. Por su parte, la diseñadora Gabriela Hearst -actualmente al frente de la firma francesa Chloé- convocó a las artesanas a encabezar una muestra en la histórica tienda Bergdorf Goodman, en Nueva York.
La exhibición del trabajo artesanal se hizo con Gabriela Cabrera (presidenta de Manos del Uruguay y artesana de la cooperativa de Egaña) y Mabel Bargas (tejedora de la cooperativa de Paysandú), quienes viajaron a Manhattan invitadas a tejer en un espacio especialmente organizado en la tienda. Así, las mujeres trabajaron algunas de las prendas que componen la presente colección de Gabriela Hearst.
Entre los detalles que convierten a la marca en un atractivo para el público internacional, advierte Gioscia, está también la pertenencia a la red mundial de comercio justo (WTFO, por sus siglas en inglés). “Cualquier prenda que compres de Manos del Uruguay va a venir con el nombre de la persona que lo hizo, esa es una de las cosas que más se valoran fuera de nuestro país”, asegura.
En temporadas de exportación, en las que la producción debe aumentar, otro centenar de mujeres se suma a las ya nucleadas en las cooperativas para entregar los tejidos a tiempo. Y es que como todo es artesanal, nada opera en escala.
Según Gioscia, al tratarse de una organización sin fines de lucro, Manos del Uruguay no persigue un modelo ganancial, pero sí de sustentabilidad. “Es muy difícil generar rentabilidad considerando que los costos son altos, porque hay mucho recorrido; compras de materia prima y locales comerciales en alquiler”, enumera y detalla: “Como no hay dueños ni accionistas, cuando hay buena facturación se aumenta el ingreso de las artesanas. Todos los resultados se cotejan a través de una auditoría externa”.
En las tiendas a nivel local, el público accede –además de a los tejidos que se exportan– a líneas que solo se comercializan en Uruguay. Se trata de piezas realizadas por diferentes talleres independientes, que trabajan con materia prima local como madera, cerámica, cuero, lana, guampa y mate, lo que representan el 40% de la facturación en términos generales.
Con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las mujeres del interior de Uruguay, Manos del Uruguay se mantiene fiel al planteo de sus fundadoras. “Generó un cambio positivo”, advierte Gioscia. Todo apunta a que la construcción de ese espacio siga en esa dirección.
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