Punta del Este: 200 barcos argentinos están varados y no pueden volver al país por una restricción del ministerio de Salud
La decisión, a cargo de Sanidad de Fronteras, deja al 50% del puerto de la ciudad uruguaya sin poder regresar a la Argentina; los dueños de las embarcaciones sugieren que se trata de un “castigo político”
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Las banderas argentinas de alrededor de 200 embarcaciones amarradas en el puerto de Punta del Este coparon la península uruguaya, después de casi dos años sin poder ingresar al país por la pandemia de coronavirus. Desde las vísperas de la temporada de verano, más de 80 barcos fueron despachados desde puertos argentinos por la Prefectura Naval, si bien bajo la advertencia de que no podrían regresar por la falta de un “corredor seguro”.
Mientras 80.000 turistas nacionales atraviesan las fronteras con Uruguay de un lado a otro, a bordo de buques de pasajeros, de sus propios vehículos, e incluso de aviones, quienes eligieron hacerlo en barcos privados hoy no pueden cruzar el “charco” por una medida de Sanidad de Fronteras, dirección que depende del ministerio de Salud de la Nación. Para este último grupo de veraneantes, no son suficientes la declaración jurada y el PCR negativo.
Una gran porción de los viajeros que eligen las costas esteñas para pasar sus vacaciones lo hacen en embarcaciones comerciales, como Buquebus, Colonia Express o en los cruceros de pasajeros. Y tanto los puertos de los buques turísticos como la terminal de cruceros Quinquela Martín son “corredores seguros”, según fuentes de Prefectura Naval. Sin embargo, indicaron que “los mismos no están habilitados para el ingreso de embarcaciones deportivas”, es decir privadas.
Todo barco particular fue despachado en la Argentina con el dato de que posiblemente no pueda retornar. “Se les informa por parte de esta autoridad marítima [Prefectura Naval Argentina] que previo regreso a la Argentina deberá prever las condiciones en las que se encuentra el país”, dice un documento, a modo de declaración jurada, que los dueños de las embarcaciones deben firmar cuando abandonan las aguas nacionales, además del papeleo que completan todos los turistas para egresar.
Responsables de la autoridad marítima nacional dejaron trascender que, pese a la falta de corredores seguros, hoy se está trabajando en la posibilidad de habilitar uno. Sin embargo ya hacia mediados de enero y con la temporada en su pico turístico, no hay confirmaciones de ningún tipo. En la misma sintonía, desde el Ministerio de Salud de la Nación aclararon que falta que la ciudad y la provincia de Buenos Aires “presenten los protocolos de corredores seguros para la verificación de las exigencias sanitarias” necesarias para el ingreso a la Argentina.
“Tenemos un acuerdo completo con todos los organismos del Estado y la Prefectura identificó las terminales privadas y hay acuerdo de las mismas para dar amarra de cortesía”, informan, aunque todavía hay varias cuestiones pendientes para que comience a regir una medida que no se conoce cómo funcionará.
Durante los trámites del despacho de una embarcación en una dependencia de Prefectura Naval en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, en cambio, deslizaron que habría otras razones además de la cuestión del corredor sanitario. “Ya cuando hicimos el trámite para despachar el barco, la persona que nos atendió nos dijo que es una medida de corte político, que no los quieren dejar entrar por ideología”, sostuvo un propietario de un barco, en diálogos reservados con LA NACION.
El enojo de los dueños de las embarcaciones varadas en Punta del Este escala a medida que avanza la temporada y sus fechas de regreso se asoman. Es que, una vez que terminen sus vacaciones, deberán volver a sus hogares en otro medio de transporte y dejar su barco amarrado en aguas uruguayas. Esto no solo implica no poder navegar en su ciudad de residencia, sino también el costo dolarizado de los gastos extras de amarra y del sueldo del marinero que debe quedarse en el puerto.
Pese a la irritación generalizada, las restricciones del Gobierno nacional parecen no importarles a los 200 dueños de los barcos argentinos que están amarrados en el puerto de Punta del Este. La mayoría confía en que, sobre el final de la temporada, este problema se solucione.
Distinta es la situación de los participantes de la regata organizada por el Yacht Club Argentino y el Yacht Club Punta del Este, Rolex Circuito Atlántico Sur 2022, que zarpa desde la Argentina el 15 de enero, con regreso el 22. Los concursantes de la prueba tendrán un permiso especial para volver al país después de pasar una semana en suelo uruguayo.
Las escolleras esteñas están repletas de embarcaciones argentinas y, según lo confirma el jefe del puerto de Punta del Este, Carlos Ferreira, el 50% del lugar está ocupado por barcos de esa bandera. De no poder regresar, deberán seguir sumando diariamente los 70 dólares que pagaron por cada jornada en la ciudad costera uruguaya, precio promedio de la amarra para un barco de 16 metros de eslora.
“La variable de la moneda en el puerto no tiene incidencia”, aclara Ferreira, y advierte que se ven las mismas caras de siempre. De todos modos, ya desde la temporada 2021 decidieron reducir a la mitad las tarifas por amarrar y fue una postura que mantuvieron para 2022.
“Hablé con muchos de ellos para saber si iban a venir. Hay mucho malestar por no saber si podían volver. Hubo unos cuantos que no se animaron a venir, es una situación que vienen viviendo hace tiempo y siempre con información deficiente”, comenta el jefe portuario.
En Punta del Este ya no cabe ni una moto de agua. El nivel de adhesión de viajeros fue tal que algunos que en un principio habían declinado viajar hoy debieron terminar con una amarra en Piriápolis, a más de 40 kilómetros, por la falta de lugar en la península.
Hay quienes creen que se trataría de una bajada como “castigo” para aquellos quienes tienen la posibilidad de salir del país con sus embarcaciones privadas para vacacionar. Sin embargo, fuentes oficiales del ministerio de Salud precisaron a este medio que se encuentran trabajando en resolverlo, pero que aún restan algunos detalles por ultimar.
Ricardo viajó con su familia y el marinero Daniel, el pasado 18 de diciembre, rumbo a Punta del Este. Es el dueño de uno de los 200 barcos que no puede volver al país navegando. Ya en Buenos Aires, cuenta que debió dejar su crucero al cuidado del tripulante hace varios días por la restricción de Sanidad de Fronteras.
Comenta que no cuenta con mucha información y describe la situación que atraviesa como confusa. “La persona de Prefectura perfectamente puede controlar los PCR, una burocracia más que se entiende con animosidad”, dice.
Con el enojo por no poder navegar en Buenos Aires, relata: “Incertidumbre de salir y no saber cuándo se puede regresar, hoy en día he regresado por Buquebus, teniendo que dejar la embarcación con el costo de la marina y alguien que la cuide y después tener que ir a buscarla. Nuevamente no es motivo lógico desde lo enunciado por el Gobierno. En fin, no se entiende el porqué de esta medida”.
El marinero Daniel, desde Punta del Este, explica que la Prefectura uruguaya los despacha para regresar a Buenos Aires, pero es en el destino final donde no los reciben. “Es una picardía, me hago un hisopado acá en Uruguay y viajo mañana. Puedo llegar con el PCR dentro de las 72 horas como pide”, plantea, y se pregunta: “¿Por qué puedo viajar con 1000 personas en Buquebus pero no con el dueño del barco?”.
Martín A. y su familia también se arriesgaron a llevar su barco como el resto de los argentinos que comparten amarra con él. “La medida fue impuesta hace bastante, pero era tan absurda que genuinamente creímos que iba a terminar siendo ley muerta. Como todos seguían señando las amarras acá, imaginamos que todos creían lo mismo”, detalla el joven.
“Argentina es el único país de la región con limitaciones impuestas al regreso de embarcaciones privadas. Es bastante ridículo que estén abiertas las fronteras migratorias comerciales y no las individuales, por un tema de volumen de gente más que nada. Me parece que es un caso más de esos donde no podés permitir que el Estado te coerza con normativas sin sentido porque al final del día terminás sin poder disfrutar”, profundiza desde Uruguay.
Vicente es marinero y llevó un barco hacia Punta del Este a mediados de diciembre y ya volvió a la Argentina. Recién en febrero tiene planeado navegar de regreso algunos barcos, si Sanidad de Fronteras lo permite. “Se ve que no tienen ganas de solucionarlo, no es muy difícil”, se queja.
“Cuando vine desde Uruguay en Buquebus no me pidieron ningún papel, solo el DNI para migraciones porque la declaración jugada ya está cargada. ¿Cuál sería el control sanitario que tiene que hacer Prefectura? Solo el ingreso de papeles que es el PCR que nos piden para salir de allá”, continúa.
Mauricio B. llegó a Punta del Este el último 26 de diciembre con su familia. “Crucé porque supongo que este problema lo van a solucionar en los próximos dos o tres meses, si no, tendré que dejar mi barco en Uruguay”, explica, mientras se prepara para zarpar con su familia en una soleada mañana esteña.
“Nos parece que es una restricción totalmente innecesaria que se debería haber resuelto al principio del verano”, reflexiona, y advierte: “Mucha gente quiere usar sus embarcaciones para salir del país a divertirse, en Uruguay hay muchos puertos hermosos y es una picardía que nos pongan más restricciones cuando todos la pasamos mal por el Covid-19″.
Como tantos otros veraneantes argentinos y sin muchas ganas de interiorizarse en esta preocupación que interrumpe su descanso de enero, Jorge P. asegura, resignado: “Vinimos a disfrutar. Volveremos cuando se pueda, por ahora no nos preocupa demasiado”.
“Capacidad colmada. Se cierra el ingreso de embarcaciones a guardería en explanada”, reza un cartel en el ingreso al puerto de Punta del Este. “Solicitar formulario de lista de espera”, se agrega. Pese a las restricciones, la saturación llegó a su punto máximo. Y, con las normativas vigentes, todo indica que seguirá así.
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