Los modos de interactuar se tienen que redefinir desde lo más simple y las empresas buscan evitar roces y conflictos; ideas originales de algunas compañías y desafíos para los próximos meses
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La pandemia instaló nuevas costumbres y reglas que no siempre son compartidas. Puertas adentro, cada familia aplica las medidas sanitarias que considera necesarias. Lo mismo ocurre en los grupos de amigos, que se manejan con códigos propios. En ambos casos la confianza juega un rol fundamental. Pero hay otro ámbito en el que es más complejo establecer pautas de convivencia en tiempos de coronavirus: la oficina.
Luego del confinamiento, el regreso al trabajo presencial fue progresivo y no exento de aprendizajes. Las maneras de relacionarse en la oficina cambiaron sustancialmente a partir de la necesidad de mantener distancia social, el uso obligatorio del barbijo, las prohibiciones para compartir bebidas, alimentos o infusiones y el resto de las pautas de seguridad. Pero, como sucede en otros espacios, no todos se adaptan de igual modo a la nueva realidad.
Vanina trabaja en la parte administrativa de una empresa del sector de salud y admite que hay situaciones que la perturban. “Personalmente me incomoda cuando se junta mucha gente en la oficina porque no se cumple con el distanciamiento social que se pide”, asegura esta mujer de 47 años que, al igual que el resto de los empleados que brindaron su testimonio, prefirió no dar su apellido.
“No compartimos el mate, mantenemos el barbijo puesto toda la jornada y trabajamos con ventanas y puertas abiertas, pero en algunos casos, los saludos son como antes de la pandemia con besos y abrazos”, señala.
Para Mariela, que se desempeña en el sector administrativo de una universidad, los roces se dan por las diferentes posturas con respecto al virus y los cuidados. “Por un lado, tenés a la persona que piensa que está todo bien y se saca el barbijo y, por el otro, está el que está todo el tiempo limpiando, que no puede ni sentarse sin pasar el trapo con alcohol. También se generan discusiones por el tema de la ventana abierta o cerrada, el aire prendido o apagado y por la cantidad de personas en el lugar”, detalla.
“Lo que más me molesta es estar en una reunión con barbijo, especialmente cuando tenés que hablar”, explica María, de 45 años, que trabaja en el Instituto Nacional de Educación Tecnológica y retomó la presencialidad a mediados de octubre.
Las empresas analizan la nueva dinámica entre sus empleados. Los modos de interactuar se tienen que redefinir desde lo más simple: el saludo con puño o beso.
Para Alejandro Melamed, consultor, speaker internacional y referente sobre el futuro del trabajo, en la oficina se ve lo que sucede en la vida misma. “Tenés algunos que se comportan como si nada hubiese pasado y otros que se ponen realmente muy incómodos en las situaciones cotidianas. Una solución que encontró una empresa holandesa fue poner a sus empleados pulseras de color rojo, verde y amarillo. Identifica con rojo a las personas más temerosas y con verde a las menos. Creo que es una buena idea que da la pauta sobre cómo cada uno tiene que manejarse con el otro en el nuevo entorno”, asegura.
Tolerancia y empatía
En ese sentido, las áreas de recursos humanos buscan evitar rispideces y lograr armonía en los ambientes laborales. Para Myriam Álvarez, directora de cultura organizacional de Telefónica Movistar, lo primero que hay que entender en este regreso es que no somos las mismas personas que éramos en marzo de 2020. “Cada uno tuvo su vivencia y nos encontramos con nuestros nuevos matices. Respeto, tolerancia, empatía con lo que le pasa al otro y a cada uno de nosotros son clave. Hay gente que vive con miedo o cuida muchísimo a gente con la que convive que es de riesgo y toma recaudos que a otros pueden resultarles innecesarios”, describe.
Incluso, la especialista advierte sobre una diferencia más de fondo: “Hay gente que prefiere estar mucho más tiempo en la oficina y otra que, por el contrario, se inclina por trabajar desde su casa”, ejemplifica.
Andrés Hatum, doctor y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), pone el acento en que las compañías tienen que garantizar que el contacto entre los empleados sea cuidado y a la vez fluido para aportar a la creatividad, la innovación y la performance de los equipos. “Para eso están trabajando hoy las empresas. Las oficinas se están transformando en espacios colaborativos y flexibles. Ahí está el desafío”, sostiene.
Sin etiquetas
“Es necesario que nos abstengamos de volver a etiquetar a las personas en el mundo laboral y esto será fundamental para no retroceder lo que se viene avanzando en inclusión en los últimos años. Al final, soy optimista acerca de las nuevas posibilidades que se abren en este mundo que nos convoca a ser cada vez más humanos”, agrega Álvarez.
Para Silvina Uviz D’Agostino, directora de Recursos Humanos de Microsoft Argentina, es fundamental la claridad en los protocolos que deben cumplirse. De este modo se pueden evitar interpretaciones diversas sobre el comportamiento en la oficina. “Tanto la disposición del espacio como la limpieza fueron repensados. Todos los colaboradores, a la hora de ingresar, deben completar un formulario de control y respetar una serie de requisitos que, a su vez, son comunicados de forma interna”, cuenta.
Antes de ir a la oficina, cada empleado debe reservar su espacio de trabajo a través de una aplicación para garantizar que se cumplan el distanciamiento y los aforos. En ese mismo procedimiento declara que no tiene síntomas.
El relevamiento de vacunados y no vacunados también se impone en el mundo de las empresas. Y allí se abre un capítulo de difícil resolución: ¿qué actitud tomar con aquellos empleados que no quieren vacunarse? Si bien está en su derecho, ¿pueden concurrir a la oficina? Las compañías, en este punto, no adoptaron hasta el momento una postura unificada. Se trata de un debate vigente: la idea es que en el regreso de las vacaciones, cuando el grueso del personal retome sus actividades, haya una definición.
Cambio de paradigma
El nuevo paradigma afecta a las relaciones laborales de una manera inédita y aceleró tendencias que ya se venían delineando. A esto se suman factores coyunturales. “Hay problemas incluso para las compañías que están trabajando bien con su personal porque los sueldos locales son poco competitivos a nivel internacional e incluso a nivel regional”, explica Hatum. Y comenta que, durante la pandemia, por ejemplo, Workana -una plataforma latinoamericana de freelancers- creció un 45%.
“En Estados Unidos hay dos tendencias, por un lado, la gente que directamente deja el mercado laboral y define cómo quiere vivir y, por otro, están los nómades digitales que entre 2019 y 2021 crecieron en 3 millones de personas y hoy son 11,5 millones”, precisa.
Melamed hace hincapié en el aprendizaje que representa esta nueva realidad e introduce más desafíos. Cómo las empresas impulsan la cultura a la distancia, cómo hacen para transmitir los valores de la compañía o cómo resuelven los conflictos que se generan de acuerdo a la posición de cada empleado frente a la pandemia son solo algunos temas en discusión. “Son cuestiones a las que se les está buscando el punto y de las que todos aprendemos a la par”, finaliza.
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