Puerta a puerta: el operativo en barrios populares para vacunar a los que no tienen ni una dosis contra el Covid
Ante la amenaza de la variante delta, empezaron las recorridas en distritos del conurbano para que la inmunización alcance a más personas
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Ignacia Blas, de 58 años, vive junto a su madre, Virginia Galeano, de 78, en el piso 9 de la Torre B del Barrio Ejército de los Andes, más conocido como Fuerte Apache, en el partido bonaerense Tres de Febrero. Pocos meses atrás, Blas tuvo un accidente cerebrovascular que le impide ahora caminar. Mientras que Galeano, por su edad, asegura que no puede bajar y volver a subir todos esos pisos por escalera. Como no funciona el ascensor, desde hace un tiempo viven aisladas. Eso implica, entre otras tantas cosas, la imposibilidad de vacunarse contra el coronavirus.
Hoy, el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires inició una campaña “puerta por puerta” para llevarles la vacuna a quienes, como ellas, por distintos motivos no pudieron acceder a la inmunización. De la recorrida participaron personal del ministerio, concejalas del Frente de Todos y miembros de la cooperativa La Germán, de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA).
En muchos casos, como el de Blas y Galeano, hay quienes no pueden acercarse a un vacunatorio por problemas físicos y estructurales, pero otros vecinos señalan que no se inmunizaron por temor a la vacuna y sus posibles efectos adversos. Mientras que algunos jóvenes simplemente no están interesados en inocularse, según explica Graciela Soria, de 56 años, miembro de la cooperativa. “Hay chicos que te dicen que luego lo van a hacer y no lo hacen. Otros te dicen que mucho no les interesa o no te dan mucha bola, hay de todo, pero tampoco son muchos”, señala Soria.
“Me emociona poder vacunarme, estoy muy contenta. Yo sufrí un ACV y no puedo salir de casa, no puedo bajar”, dice Blas con lágrimas en los ojos luego de recibir la primera dosis de Sinopharm. En Fuerte Apache hay 22 monoblocks y viven cerca de 70.000 personas, por eso el trabajo de tocar todas las puertas llevará tiempo. Mientras avanza la recorrida, los vecinos del barrio les piden a las concejalas y a Hugo, otro miembro de la cooperativa, que los ayuden con otros problemas, igual de urgentes, como el marcado olor a gas que hay en el piso 8 de la Torre A o una cloaca rota que hace que los desperdicios estén en plena calle: “No puedo abrir la ventana de mi casa”, reclama una vecina que se queja por el olor de los desechos.
En uno de los pasillos, las vacunadoras se encuentran con Sofía, de 19 años, que aún no recibió su primera dosis. “¿Me puedo vacunar ahora?”, pregunta la adolescente, que prefiere resguardar su apellido. Tras el visto bueno, va a buscar su documento para que la inoculen en la puerta de su casa.
En el piso 8 de la Torre A está Víctor Hugo Vaca, de 36 años, que tiene una discapacidad mental y como tampoco funcionan los ascensores de esa torre no puede bajar. Su madre comenta que él le pidió una netbook para su cumple y una de las concejalas, para animarlo a frente a la vacunación, dice que ellas podrían hablar con “Axel” para ver si le consiguen una, en alusión al gobernador Kicillof.
“Hoy iniciamos una nueva etapa de la vacunación, en una fase más comunitaria, en la que armamos vacunatorios móviles y vamos casa por casa para que los vecinos que aún no se empadronaron se puedan vacunar. Además de inocular, tratamos de acercar información para desmitificar cosas que se han dicho sobre las vacunas. Vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para vacunar a aquellos que aún no lo hicieron. También nos preocupa y nos ocupa la variante delta, por eso estamos haciendo muchas cosas para evitar la circulación comunitaria y mientras tanto avanzamos con la vacunación”, sostiene Noelia López, directora de Salud Comunitaria de la provincia de Buenos Aires, quien acompaña durante una parte de la mañana a las vacunadoras a través del barrio.
Las autoridades sanitarias también instalaron una carpa para aquellos que se quieran vacunar en la puerta de la parroquia Santa Clara. Allí está Carlos Giménez, de 35 años, esperando que le toque su turno: “Me daba cosa vacunarme por todo lo que dicen sobre las vacunas. Yo soy barrendero y en el trabajo están diciendo que si no te vacunás no podés volver a laburar, por eso decidí venir. Espero que no me haga nada, no sé, acá dicen que es resegura”. Unos 20 minutos después, Giménez sale sonriendo del vacunatorio. “Ya está, ya está”, dice, entre risas.
Sentado cerca de Giménez, había otro Carlos, que no quiso dar su apellido. Tiene 60 años y también tenía miedo de recibir la vacuna contra el coronavirus por una mala experiencia. “Una vez me di la de la gripe y estuve una semana en cama, me sentía remal. Por eso ahora no me quería dar la del coronavirus, tengo miedo de estar una semana sin poder trabajar”, admite.
La campaña “puerta por puerta” seguirá recorriendo distintos distritos bonaerenses. Próximamente continuará en San Isidro, San Miguel, Lanús y La Matanza. Las postas de vacunación quedarán instaladas en cada lugar, según la cantidad de vecinos que tengan que inmunizar.
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