Preguntas y muestra de sangre: así es el operativo en 6947 domicilios para conocer cuántos porteños ya tuvieron dengue
En la ciudad está en marcha el estudio de seroprevalencia que despliegan el Instituto de Estadística y Censos con el Ministerio de Salud; LA NACIÓN participó de un día de trabajo
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“No tuvimos dengue este año. No que supiéramos”, dijo Hernán Peláez, y lo confirmó con Sol, su esposa. Viven en Amenábar al 3200, en el barrio de Núñez, en uno de los 6947 domicilios seleccionados en la ciudad para participar de la nueva edición del estudio que indaga cuántos porteños tuvieron la enfermedad, en especial tras la mayor epidemia en el país de los últimos 15 años. Binomios de encuestadores y enfermeros debidamente identificados están tocando timbre en esas viviendas para obtener información que sirva para evitar un brote como el de 2023-2024.
“Estuvo complicado por acá. Hubo muchos casos a diez cuadras, donde vive mi familia. Casi todos ellos tuvieron dengue”, agregó Peláez, al preguntarle. El test rápido que le acababan de hacer como parte del relevamiento que coordina el Instituto de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires (Idecba) despejó dudas. “El resultado es negativo”, le informó Rusveiquel Silva Boados, enfermera del Ministerio de Salud porteño. Con Lucila Seta, encuestadora del Idecba, relevaban el miércoles último los domicilios asignados a la redonda de Manuela Pedraza y Amenábar.
El estudio, según explicaron desde el Idecba, se hace sobre una muestra de 6947 domicilios, de los que 6000 fueron seleccionados al azar por muestra probabilística. Los 947 restantes son personas que participaron del mismo estudio el año pasado con resultado negativo en el test rápido, para analizar la evolución epidemiológica con respecto a la epidemia anterior. A través de la detección de dos tipos de anticuerpos circulantes en sangre, la prueba indica si la persona tuvo dengue alguna vez, si lo tuvo en los tres últimos meses o si no lo tuvo.
“Los datos que seamos capaces de relevar a partir de esta nueva encuesta, nos van a permitir tomar mejores decisiones a la hora de impulsar acciones concretas”, había dicho Fernán Quirós, ministro de Salud porteño, al informar con el titular del Idecba, José María Donati, que comenzaba el estudio. Y pidió a los vecinos “su colaboración en esta instancia” de implementación de medidas preventivas. En la epidemia 2023-2024, la Ciudad confirmó más de 28.000 casos de unos 54.000 notificados. Recibieron 1700 denuncias por criaderos de mosquitos.
Durante la recorrida, que comenzó a las 9.30 y a la que se pudo sumar LA NACIÓN, no en todas las viviendas respondían o accedían a hacerlo, aun cuando Seta –como el resto de los encuestadores que participan del operativo– había entregado con antelación puerta a puerta la comunicación oficial informativa. “Esto es lo habitual”, mencionó la encuestadora a este medio al escuchar cómo en uno de los edificios le cortaron la comunicación al anunciarse por el portero eléctrico. Pocos encargados, que a esa hora estaban trabajando o terminando sus tareas, se animaban a prestar alguna colaboración. Ambas tenían asignados 45 domicilios en la semana. Hasta pasado el mediodía, solo en cuatro de una decena que visitaron lograron respuesta.
“Mi consejo es que la gente atienda si los seleccionaron para participar de esta encuesta. Es importante para todos que lo hagan”, pidió Miria Navarro, otra vecina, de 62 años. Si el temor está en que se trate de una estafa o por la inseguridad, recordó que en la información que se entrega al pautar la visita hay vías para corroborar la identidad de los encuestadores a través de BOTI vía WhatsApp, por la línea gratuita 147 u online. “Toda la información será tratada con absoluta confidencialidad y se utilizará únicamente con fines epidemiológicos”, aclararon desde el Idecba.
También, insistieron sobre el personal que visita las viviendas en que “cuentan con una credencial identificatoria y que sus datos pueden verificarse” por las vías detalladas y que, además, “tanto el test rápido, como el cuestionario, se realizan en la puerta o hall de entrada”, con una persona de confianza que acompañe a quien responderá la encuesta si así lo desea.
Mientras la encuestadora chequeaba algunos datos, Navarro conversó con LA NACIÓN. Está convencida, a partir de los últimos brotes, de que lo que pasa con el dengue “depende mucho de los cuidados que tomen los vecinos” y opina que sería útil que los consorcios informen si aparecen casos en los edificios para tomar medidas que eviten que más residentes contraigan la infección. “Me tocó participar en la encuesta del año pasado y me quedé más tranquila, porque me dieron recomendaciones de cómo cuidarme del dengue y me hicieron una prueba rápida que no es fácil que te hagan en una consulta”, agregó. Vive en la misma cuadra que los Peláez.
Toda la visita dura no más de 10 o 15 minutos. Seta comenzó con las preguntas, después de corroborar algunos datos, y fue ingresando la información en su tableta: si tuvo dengue, si se vacunó contra la enfermedad o fiebre amarilla, si tuvo síntomas de sospecha en los últimos meses (fiebre, dolor muscular o articular, cefalea, dolor detrás de los ojos o aparición de manchas en la piel, sangrado de encías o nariz y cansancio extremo, entre otros) o si tiene otros diagnósticos médicos.
Le entregó, entonces, un consentimiento informado para poder hacer el test. Silva Boados procedió: en menos de un minuto, le pinchó un dedo y extrajo una gota de sangre que colocó en el pequeño dispositivo blanco con reactivos. Esperaron e informó el resultado: “¡Es negativo!”. La prueba se hace a un mayor de 18 años por vivienda.
“Me gustaría que esto se haga en todo el país –continuó Navarro, que es jubilada–, porque tengo familia en Santiago del Estero y en nuestro pueblo [Weisburd] hubo mucha gente con dengue este verano. Todos mis hermanos sufrieron bastante. Siempre hablamos de que mantener el pueblo limpio es evitar, también, que proliferen los mosquitos que transmiten enfermedad”.
Camino a otro domicilio por la avenida Crámer, Seta comentó que en algunos casos necesitan aclarar que se trata de una encuesta apolítica, que es de salud pública y por el bien común. “Los datos ayudan a tomar medidas sanitarias”, destacó la encuestadora.
Por Manuela Pedraza al 2600, ya a media mañana, nadie respondía. En un almacén de Tamborini al 2600 confirmaron que la vivienda de al lado, en la que timbrearon, está deshabitada. En Crámer al 3000, un arquitecto atendió. Juan Manuel Masseda, de 50 años, opinó que el estudio sirve para tener estadísticas. “Deben servir para generar campañas de concientización, para que el gobierno de la ciudad trabaje en prevenir –dijo–. Es necesario anticiparnos a enfermedades complejas como el dengue”. Su test también dio negativo.
Por la calle Vidal al 3000, en el primer domicilio de esa cuadra atendieron apenas Seta tocó el timbre. Es Elizabeth Gómez Alcorta, exministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad. El procedimiento se repite y ella respondió las preguntas por el grupo familiar. Ante la consulta de LA NACIÓN sobre el operativo, respondió: “Estamos hablando de dengue, que es un tema importante para todos en la ciudad porque vivimos en comunidad. Hay paranoia [en referencia a la inseguridad y la reticencia de los vecinos a atender], pero si le pedimos al Estado que nos cuide, hay que participar en estos relevamientos estadísticos. No se puede hacer política pública sin información”.
Desde el Ministerio de Salud porteño explicaron que “lo más valioso” es poder saber cómo impacta cada brote y va cambiando la seroprevalencia [porcentaje que contrajo la infección] en la sociedad. El año pasado, luego de la epidemia 2022-2023, fue del 8,1% en la ciudad. Otro dato es con qué intensidad circula el virus en el distrito, lo que cruzado con los grupos etarios con mayor incidencia resulta un insumo relevante para tomar decisiones, por ejemplo, sobre la vacunación.
Pasadas las 18, en el barrio porteño de Floresta, la encuestadora Ada Albornoz y la enfermera Rocío Choque, llevaban buen ritmo con las visitas del día. En una de las viviendas a metros de Ramón Falcón y la avenida Olivera, Albornoz comenzó con las preguntas. El sorteo indicó que la prueba se haría a Delia Bonafina, de 74 años, que extendió la mano a través de las rejas por donde atendió para el pinchazo en el dedo. A los minutos, Choque anunció que el resultado del test es positivo. Ni ella ni su esposo, según refirió la mujer, tuvieron síntomas. Antes de concluir, la enfermera le dio recomendaciones de cuidados.
Una vez en un domicilio, explicaron desde el Idecba, “se elige por sorteo a una persona mayor de 18 para realizar el test y la encuesta. Si la persona seleccionada no acepta participar, no se realiza un nuevo sorteo, sino que se registra un rechazo. Si la persona accede, entonces debe firmar un consentimiento informado [para el testeo]”.
Para Albornoz, ya camino a otro de los domicilios en la avenida Lacarra al 200, “tener la posibilidad de acceder a este testeo, que es gratuito y con la facilidad de que nos acercamos al domicilio, hay que aprovecharlo”. Choque, en tanto, aprovechó para aclarar sobre un temor que le expresan con frecuencia los vecinos. “Muchos piensan que es una extracción de sangre, pero es solo un pinchazo en un dedo. Solo necesitamos una gota de sangre. Cuando les explicamos, aceptan”, planteó.
En la siguiente vivienda, fue el turno de Matías Gandini, que respondió que tiene 35 años, pero está a punto de cumplir 36. Le hicieron las preguntas, prestó su consentimiento y le realizaron la prueba. Ni a él ni al resto de la familia le habían diagnosticado dengue hasta ahora.
“Ellas [por la encuestadora y la enfermera] me transmitieron confianza cuando se comunicaron y si no es de esta manera, no sé cómo podría obtenerse la información que van a reunir con el estudio –expresó–. Tuve este verano un montón de amigos y vecinos con dengue”. Entonces Choque le informó el resultado: negativo. “Tuve suerte”, respondió Gandini. “Acá, en la zona de Parque Avellaneda, fue un descalabro con los mosquitos”, repasó sobre la epidemia.
En un edificio de Bolaños al 200, una vecina con visita pendiente no atendió. Metros más adelante, fue el turno de Ayelén Aguilera, de 31 años, que salió sorteada para el testeo en su grupo familiar. Respondió a una de las preguntas que, si contrae dengue, piensa que podría ser grave. Lo mismo sucedió a lo largo de las visitas en Núñez.
Leo, pareja de Aguilera, estaba atento al resultado del test. “Es negativo”, comunicó la enfermera. “Por lo que pasó con el Covid-19, esto que están haciendo con dengue es muy útil”, opinó el hombre.
Para las 20, habían logrado completar cuatro de cinco domicilios para cerrar el día. “Es importante que la población contribuya con este estudio que sirve para orientar políticas públicas. Sin información, cómo se puede decidir qué hacer en esta o aquella comuna. No necesitamos entrar a los domicilios, es rápido y solo necesitamos que nos dediquen solamente unos minutos”, finalizó Albornoz.
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