¿Pueden los golpes en la cabeza causar demencia y otros problemas neurológicos, como se denuncia en el rugby? Qué dicen los expertos
Exjugadores británicos con enfermedades neurodegenerativas demandarán a varias federaciones de por “negligencia”
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Los reiterados golpes en la cabeza que suceden durante la práctica de varios deportes de contacto y su vínculo con las enfermedades neurodegenerativas son un tema de debate vigente. De hecho, anteayer se conoció que un grupo de exjugadores de rugby británicos diagnosticados con demencia precoz y otras deficiencias neurológicas irreversibles demandarán a la World Rugby y a las federaciones de sus países por considerar que no protegen a los jugadores contra los riesgos vinculados a las conmociones cerebrales. Según argumentaron, los organismos rectores del rugby fueron “negligentes” al no tomar medidas razonables para preservar a los jugadores.
Alejandro Andersson, médico neurólogo y director del Instituto de Neurología Buenos Aires (Ineba), explicó a LA NACION que los constantes golpes en la cabeza pueden causar encefalopatía traumática crónica, una enfermedad irreversible que en su fase más avanzada tiene síntomas similares a los del Alzheimer o a la demencia, por el deterioro cognitivo, y al Parkinson, por el deterioro motor.
“Es una enfermedad grave, irreversible y silenciosa porque generalmente los golpes son impactos que no llaman la atención, pero se los va recibiendo y acumulando durante tanto tiempo que llegan a constituir una enfermedad. Los golpes generan una sacudida del cerebro que hace que las neuronas tengan despolarizaciones eléctricas masivas, lo que a su vez genera que todos los neurotransmisores se liberen sincrónicamente. Esa abundancia de compuestos químicos en el cerebro termina generando problemas en los receptores vinculados al aprendizaje. Se dice que esta patología tiene cuatro fases: en la primera hay problemas de concentración y dolores de cabeza; en la segunda, depresión, problemas de memoria a corto plazo y temperamento explosivo. En la tercera, discapacidad cognitiva, dificultad mental para organizarse y física para llevar a cabo tareas múltiples; y en la cuarta fase ya se ve una demencia concreta”, describió Andersson.
De acuerdo con el especialista, el verdadero tratamiento es la prevención: evitar los golpes en la cabeza.
Julieta Russo, neuróloga y coordinadora médica de Rehabilitación Cognitiva del instituto Fleni, aclaró que actualmente se está estudiando la posible asociación entre golpes en la cabeza y el riesgo a desarrollar alguna patología neurológica degenerativa a largo plazo. Explicó que, si bien el tema es conocido desde hace tiempo, hace unos años resurgió en relación con deportes de contacto como fútbol americano, rugby, hockey, fútbol y algunas artes marciales.
“Hoy no podemos decirle a un paciente que entra al consultorio que tiene esta enfermedad porque la asociación está en estudio. Aún no hay criterios clínicos de diagnóstico validados, pero sabemos que los golpes son un factor necesario, pero no suficiente, para desarrollar deterioro cognitivo. Es como lo que sucede con los fumadores. Por ejemplo, hay un porcentaje de ellos que desarrolla EPOC, pero no todos los fumadores lo hacen. Es un factor de riesgo, pero no significa que todas las personas que tuvieron traumatismos van a desarrollar deterioro cognitivo. Otro factor es la edad y no todas las personas mayores lo tienen. Tienen que juntarse varios factores que gatillen la enfermedad. No hay tratamiento específico, por eso lo central es hacer un diagnóstico precoz”, dijo Russo.
Para ello, y entendiendo que los estudios actuales tienen el sesgo de basarse en los cerebros de jugadores fallecidos que tenían síntomas de deterioro cognitivo, el Fleni está trabajando en un protocolo longitudinal prospectivo que estudiará a jugadores de rugby durante 12 años para entender el antecedente y el posible riesgo.
La encefalopatía traumática crónica tuvo nombre recién en 2002 –recordó Andersson– después de varios años de investigación y gracias al trabajo de Bennet Omalu, un médico nigeriano-estadounidense que estudió la muerte repentina e inesperada de una estrella de fútbol americano. Lo que hizo fue analizar todas las capas del cerebro del paciente fallecido y descubrió una enorme cantidad de lesiones internas provocadas por los golpes en la cabeza que había recibido el deportista a lo largo de su vida. Hasta esa época la aparición de la enfermedad se adjudicaba solamente al boxeo y estaba descripta como encefalopatía crónica pugilística.
“Históricamente, los traumatismos de cráneo siempre han estado ligados a un mayor riesgo. Haber tenido uno o más, independientemente de la causa, predispone a ciertas enfermedades como el Alzheimer, la depresión, el Parkinson, trastornos de personalidad y epilepsia, entre otros. Los síntomas incluyen trastornos de memoria, fallas de atención y concentración, disminución del procesamiento de información, trastornos de conducta como ansiedad o irritabilidad, trastornos de sueño, trastornos motores, entre otros”, finalizó Russo.
Por un juego más seguro
La demanda, encabezada por el excapitán de Gales Ryan Jones y el hooker ganador de la Copa Mundial de Inglaterra en 2003 Steve Thompson, llegó después de una carta de reclamo enviada en diciembre de 2020 que no produjo ningún acuerdo entre las partes.
“Este reclamo no se trata solo de una compensación financiera; también se trata de hacer que el juego sea más seguro y garantizar que los jugadores actuales y anteriores se hagan pruebas para que, si sufren una lesión cerebral, puedan obtener la ayuda clínica que necesitan”, comunicaron los representantes del grupo de deportistas afectados.
Por el momento, ni la World Rugby ni tampoco la Rugby Football Union (la autoridad que regula la práctica del rugby masculino en Inglaterra) ni la Welsh Rugby Union (federación galesa) hicieron comentarios sobre la demanda recibida.
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