“Puede ser la punta del iceberg de otras enfermedades”: qué podría haber detrás del ojo seco, según un destacado especialista
El oftalmólogo Alejandro Aguilar señala cuáles son las posibles causas de esta patología que cada vez sufren más personas y cuáles, los tratamientos disponibles
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Seguramente, alguna vez le ocurrió: intentó limpiar el limpiaparabrisas de su auto, pero no había líquido en el “sapito”: los cepillos se arrastraron con extrema dificultad y chirriaron sobre el vidrio, apenas húmedo. Esto es –más o menos– lo que le pasa a los ojos cuando no están adecuadamente hidratados.
“Efectivamente, la superficie ocular [la porción visible del ojo] puede compararse con el parabrisas de auto –explica, didáctico, Alejandro Aguilar, médico oftalmólogo–. La córnea es el parabrisas y los párpados el limpiaparabrisas. Si funciona “en seco” la fricción del limpiaparabrisas raspa al vidrio como el párpado raspa la córnea. Por eso produce la sensación de cuerpo extraño, arenilla, ardor, visión borrosa, visión de halos de colores, cansancio visual, pesadez de los párpados y sueño. Muchas veces aparece también lagrimeo, pero es un intento compensatorio. Hay dos tipos de secreción lagrimal: la basal, eficaz y continua, que lubrica, nutre y protege al ojo y esta secreción refleja –el lagrimeo–, que apenas los enjuaga”.
Aguilar es doctor en medicina, autor de varios libros y papers sobre superficie ocular publicados en el ámbito nacional e internacional. Fundó y fue presidente además de la Sociedad Argentina de Superficie Ocular y se desempeñó también como oftalmólogo en el hospital Rivadavia. Actualmente investiga el Síndrome de la Superficie Ocular permeable y su posible relación con distintas afecciones que se manifiestan no solo en el ojo.
–¿Cuáles son las causas más habituales del ojo seco?
–La edad es la primera: a medida que pasan los años, la producción de lágrimas decrece. También influye el ambiente. El clima seco, ventoso y soleado; el smog; la contaminación ambiental; los lugares cerrados y climatizados (aviones o shoppings); la calefacción y el aire acondicionado; los secadores de pelo y todas las pantallas pueden aumentar la evaporación de lágrimas y producir o agravar el ojo seco. También algunos medicamentos, como por ejemplo aquellos para tratar la presión arterial (betabloqueantes) y trastornos digestivos (anticolinérgicos) que pueden manifestar este efecto adverso. El uso de lentes de contacto y los líquidos que las limpian también.
–Existe la sensación de que cada vez más personas sufren sequedad ocular. ¿Es real?
–Sí. El ojo seco es cada vez más frecuente. Lo sufren personas de todas las edades, hasta niños, y desde muy pequeños: hay chiquitos de cuatro años que no saben explicar claramente qué les pasa, pero después del uso prolongado de pantallas y celulares sienten lo mismo que un adulto. Seguramente van a refregar y cerrar los ojos, especialmente frente al sol, van a parpadear en forma más frecuente y hasta puede parecer que tienen sueño, pero en realidad es un efecto más del ojo seco.
–¿Y cómo disminuir ese efecto de las pantallas sobre el ojo, ya que hoy se usan para todo?
–Hay un regla fácil de recordar: cada 20 minutos de pantalla, 20 segundos de mirar hacia otro lado y si es posible a 20 metros de distancia. Si se usan lentes de contacto, hay que hacerlo con mucho cuidado y tratar de que no sea durante todo el día. El lente actúa como una “esponja” y absorbe los líquidos del ojo. Otro error es refregarse los ojos. También es aconsejable limitar todo aquello que genere evaporación: sol, viento, corrientes de aire.
–Habitualmente se aplican colirios o lágrimas artificiales. ¿Son útiles?
–No todos. Tiene que prescribirlo un oftalmólogo. No todas las formulaciones son las mismas, a veces los de venta libre vienen, por ejemplo, con descongestivos, que son vasoconstrictores. Si se agotan los recursos terapéuticos más allá de los lubricantes, hay procedimientos como colocar implantes en los lagrimales. Son como un pequeño stent que ayuda que el ojo retenga más lágrimas. Es una intervención ciento por ciento ambulatoria y se hace sin anestesia.
–¿El ojo seco es una enfermedad limitada a los ojos?
–El ojo seco es una enfermedad en sí misma. Pero cuando se han utilizado todos los recursos terapéuticos y el ojo seco no mejora, la superficie ocular está inflamada, el ojo rojo, aparecen conjuntivitis no infecciosas recurrentes que son tratadas con todo tipo de colirios sin buenos resultados, se prolongan y mantienen en el tiempo… en esos casos debemos sospechar la posibilidad de que esté actuando como punta del iceberg de otras enfermedades, es decir, como indicador de otras condiciones orgánicas en las que el ojo seco puede ser la primera expresión visible de las mismas. Por eso, es necesario que ante la presencia de ciertos signos y síntomas el médico oftalmólogo indique estudios más profundos y solicite interconsultas con otros profesionales, como médico clínico, inmunólogo, reumatólogo, dermatólogo.
–¿Qué tipo de enfermedades no oculares puede indicar el ojo seco?
–En el 80% o 90% de los casos en que el ojo seco es indicador de una enfermedad sistémica (es decir, que no afecta solo a los ojos), se trata de enfermedades autoinmunes. En ese tipo de patologías, el sistema inmunológico (de defensa) no reconoce al propio organismo y en este caso tampoco al tejido ocular y lo considera un enemigo: lo ataca entonces con anticuerpos. Las enfermedades que con mayor frecuencia son sistémicas, pero tienen manifestaciones en la superficie ocular con sequedad son el Síndrome de Sjögren, la artritis reumatoidea y el lupus, sarcoidosis, algunas enfermedades de la piel. Existe otra enfermedad autoinmune que se presenta con ojo seco y ocurre casi con exclusividad en el ojo: se llama penfigoide ocular de las membranas mucosas.
–¿Entre quiénes son más frecuentes estas patologías?
–Algunas de ellas, como el Sjögren, la artritis reumatoidea y el lupus y el penfigoide son más frecuentes en mujeres, que posiblemente suelen ser más sensibles a los procesos autoinmunes. El penfigoide, por ejemplo, es mucho más frecuente de lo que se cree, suele aparecer entre los 40 y 45 años. Es un problema de las membranas mucosas. Algunos tratamientos contra el glaucoma (presión ocular) pueden predisponer a desarrollar penfigoide, que se trata con medicamentos para inhibir o minimizar el sistema inmune.
–¿Existen hipótesis acerca de por qué en una superficie tan pequeña como la de los ojos pueden manifestarse enfermedades que afectan a todo el organismo?
–Nosotros la tenemos, y la hemos detallado en un artículo de reciente publicación en el que postulamos un paralelismo entre el comportamiento de la superficie ocular y de la superficie intestinal.
–¿Significa que algo similar a lo que ocurre en el intestino podría pasar en el ojo?
–Sí, esa es nuestra hipótesis. Tanto el intestino como la superficie ocular son membranas mucosas, que se comportan como barreras epiteliales: dejan pasar algunas sustancias, y otras no. El intestino actúa normalmente como una barrera que no permite que ciertas partículas de la luz intestinal interactúen con el sistema inmune del huésped. Pero el estrés, la alimentación chatarra proinflamatoria (harinas refinadas, azúcares, ultraprocesados, grasas), la genética, el clima y otros factores pueden modificar esa permeabilidad y dejar pasar partículas que el organismo reconoce como ajenas a la circulación sanguínea. Cuando eso ocurre, el sistema inmune las ataca y a partir de ahí se disparan distintos fenómenos inflamatorios, inmunológicos y hasta tumorales. Por eso, se habla del impacto de la pérdida de la permeabilidad intestinal en los pulmones, la piel, el cerebro, y se postulan ejes intestino-pulmón, intestino-piel e intestino-cerebro. Nuestra hipótesis es la posible manifestación de un eje intestino-superficie ocular, fundamentalmente a expensas de la conjuntiva, la membrana que cubre la parte blanca del ojo.
–¿Y qué manifestaciones tendría ese eje?
–Postulamos que ante la pérdida de su permeabilidad, la superficie ocular podría comportarse como el intestino al desencadenar fenómenos inflamatorios, autoinmunes –como el ojo seco y algunas enfermedades autoinmunes– y hasta cuadros tumorales. En esa dirección se desarrollan nuestras investigaciones.
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