¿Puede el arte hacer del Sur un Norte?
El futuro distrito de las Artes, que va del parque Lezama a La Boca, busca potenciar la identidad cultural y artística para desarrollar la zona
Ya está en carpeta, y espera el visto bueno de la Legislatura, el proyecto del Distrito de las Artes impulsado por el Ministerio de Desarrollo Económico del gobierno de Macri. Francisco Cabrera, al frente del área, esgrime como primer argumento el éxito del Distrito Tecnológico que hoy alberga más de 150 empresas en una zona periférica. La creación de "distritos temáticos" promueve la mudanza de vecinos de afinidad, capaces de crear un clima, un estilo de vida. Quizás el mejor ejemplo haya sido Palermo, que fue moldeando su perfil a partir de dos ejes básicos: diseño y gastronomía. Los primeros adelantados de Palermo Viejo fueron Mimi Bullrich, Ricardo Paz y Francis Mallmann, que abrieron un anticuario con bistró, cuando decir Palermo era pensar en el fin del mundo.
En el Sur, la pica en Flandes fue la Fundación Proa. Desde hace quince años crece como institución, a nivel local e internacional, en el corazón de La Boca. El viernes último, un grupo de invitados especiales, en su mayoría coleccionistas, recorrió la muestra del Pop y Realismo en la Argentina y Brasil, con la guía erudita del curador carioca Paulo Herkenhoff. Imaginar esta escena quince años atrás resulta imposible.
Con enorme energía, Adriana Rosenberg sostuvo la antorcha de defender el Sur. Ahora puede tener compañía. El proyecto Distrito de las Artes contempla una ley de promoción con beneficios para quienes levanten sus petates y se muden más allá del parque Lezama. Un mojón en el cambio es la Usina del Arte, para cuya dirección fue convocado Jorge Telerman, quien ha preferido cruzar la General Paz y llevar las industrias culturales a la gestión de Daniel Scioli.
El Distrito de las Artes tiene puntos estratégicos, como son el Museo Quinquela Martín, el Mamba, el restaurante El Obrero, el antiguo Puente Transbordador, Caminito y el bar Británico, entre otros. La base está, pero la estrategia que imaginan desde el gobierno de la ciudad implica la mudanza de galerías con marca, talleres y escuelas de arte para derramar sobre la trama urbana un estilo y una estética. Modelos en el mundo sobran. Como botones de muestra bastan dos: el meatpacking district, un sector marginal de Manhattan que es hoy la meca del turismo de alta gama, y lo sucedido en el barrio de Lavapiés, en Madrid, bendecido por la presencia del Museo Reina Sofía, imán de galerías, estudios, fundaciones y centros culturales. Los artistas y las galerías, en casi todos los casos, se mudan atraídos por la fórmula "más metros y menos precio". Para que esta ecuación funcione en Buenos Aires, hay que agregar la palabra clave: seguridad.