Publican un nuevo perfil de Hitler
Un libro recientemente editado en los Estados Unidos revela que el jefe nazi padecía de numerosas dolencias físicas y psicológicas, pero que era consciente de sus actos
NUEVA YORK (The New York Times).- Se dice a menudo que Adolf Hitler era un loco. Eso se debe en parte a que la mayoría de la gente se resiste a aceptar semejante grado de maldad como algo que no es sino consecuencia de una conducta psicótica.
Sin embargo, hasta qué punto Hitler estaba "loco" y en qué medida el mal que hizo puede ser atribuido a una enfermedad, ya fuere física o mental, ha sido tema de controversia entre los historiadores.
En estos días, la publicación, por parte de la editorial Oxford University Press, de la primera biografía psicológica y médica integral del jefe nazi ("Hitler: el diagnóstico de un profeta destructivo") acaso encienda aún más el debate.
Su autor, el doctor Fritz Redlich, neurólogo y psiquiatra, llegó a la conclusión de que aun cuando mostraba numerosos síntomas psiquiátricos, incluyendo una paranoia extrema, Hitler probablemente no haya estado mentalmente enfermo.
"Los delirios paranoicos de Hitler podrían ser considerados un síntoma de trastorno mental, pero su personalidad funcionaba mayormente de una forma más que idónea. Hitler tenía conciencia de lo que hacía y optó por hacerlo con arrogancia", escribió Redlich.
Profesor emérito de psiquiatría en las Universidades de Yale, en New Haven, Connecticut, y de California, en Los Angeles, Redlich comenzó su investigación hace diez años con el afán de refutar la declaraciones formuladas por algunos de los llamados revisionistas del Holocausto, incluso la que indica que Hitler era manipulado por su médico personal, el doctor Theodor Morell. Pero cuando descubrió que había muy pocos estudios importantes acerca del estado de salud de Hitler, Redlich resolvió ir más allá y elaboró lo que da en llamar una "patografía" o "estudio de la vida y el temperamento de un individuo sobre la base de la influencia que en él ejercen las enfermedades".
Una larga lista
Larga es la lista de los trastornos físicos padecidos por Hitler. Solía tener severos espasmos abdominales y también vómitos, inflamación intestinal y constipación. A comienzos de los años ´30 se quejaba porque los oídos le zumbaban. Sufría de hipertensión, dolores de cabeza e insuficiencia cardíaca. Además tenía problemas en la vista. Después de resultar herido en la Primera Guerra Mundial por el efecto del gas mostaza, experimentó dos momentos de "ceguera" y en uno de ellos tuvo una reacción histérica Años más tarde, Hitler describió el malestar ocular que sentía y la visión borrosa, "como si estuviera viendo las cosas a través de un tenue velo". Durante los últimos años de su vida, el jefe nazi padeció también mal de Parkinson.
El doctor Redlich agregó varios diagnósticos nuevos a la lista. Cree que Hitler probablemente haya tenido spina bifida occulta -una malformación hereditaria que provoca infecciones en la vejiga- e hipospadia, es decir,una malformación congénita de la uretra.
Redlich sostiene que si el jefe nazi tenía tantas anomalías, eso podría ayudar a explicar sus inhibiciones sexuales y el hecho de que se lavara las manos tantas veces, lo cual otros autores atribuyen a una obsesión compulsiva de origen psíquico.
Al autor de la investigación opina también que Hitler probablemente haya sufrido de poliarteritis, una enfermedad autoinmune relacionada con la inflamación de las arterias. "Esto explicaría sus dolores de cabeza y su problemas en la vista", precisa.
¿Era Hitler adicto a las drogas? Redlich piensa que no. "Sin duda, el doctor Morell le recetó anfetaminas, pero ésa era una práctica habitual en aquella época -señala-. Pienso que tomaba drogas, pero no llegó a convertirse en un adicto, ya que cuando se dio cuenta de que eran nocivas dejó de tomarlas. Además, Hitler era abstemio."
"Ni los errores ni los crímenes cometidos por Hitler fueron provocados por una patología", insiste.
Sin embargo, Redlich no se limita a analizar a Hitler desde el punto de vista físico. En la última parte del libro va más allá y se interna en la psiquis del jefe nazi.
En el diván
Psicoanalizar a Hitler ha sido una tarea muy extendida desde que la Oficina de Servicios Estratégicos del gobierno de los Estados Unidos encomendó la elaboración de un perfil psicológico del Führer con la esperanza de descubrir nuevos caminos para derrotarlo.
El doctor Redlich considera que no se pueden evaluar correctamente los actos de Hitler sin tener en cuenta no sólo los hechos históricos, sino también la "realidad psicológica" del jefe nazi.
Por ejemplo, Hitler creía que su padre era medio judío y que había muerto de sífilis. Esas creencias, según el autor del libro, acaso hayan afectado su comportamiento.
Según la teoría de Redlich, Hitler pudo haber pensado que sus anormalidades físicas -la hipospadia y la spina bifida occulta - indicaban que había heredado la sífilis por el lado de su padre. Y la furia que sentía acaso haya alimentado su antisemitismo y su obsesión por la sífilis, a la que consideraba una "enfermedad judía", un tema que desarrolló a lo largo de diez páginas en su libro "Mein Kampf" ("Mi lucha").
Por supuesto, los indicadores de los rasgos característicos de Hitler en su madurez son abundantes, desde sus inhibiciones sexuales (Redlich escribió que tal vez el Führer nunca mantuvo relaciones sexuales con Eva Braun) hasta su fobia a las enfermedades, sus arranques de cólera, sus delirios y su convencimiento de que moriría a temprana edad (murió a los 56 años). El doctor Redlich enumera una serie de síntomas psiquiátricos -paranoia, narcisismo, angustia, depresión, hipocondria, por citar unos pocos- y encuentra evidencias de cada uno de ellos.
Sin embargo, llega a la conclusión de que asociar un diagnóstico psiquiátrico formal con el jefe nazi no es muy útil, y en última instancia describe a Hitler como un hombre que fue más que la suma de su patología y tuvo absolutamente conciencia de sus actos.
El doctor Fritz Redlich, de 88 años, es austríaco de origen judío. Estudió en Viena antes de la guerra y, perseguido por los nazis, huyó a los Estados Unidos en 1938. "Este libro es de alguna manera mi respuesta a Hitler", expresa.
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