Pruebas Aprender: eliminar evaluaciones, un sueño que se escuda en la pandemia
Cuando el Covid-19 ni siquiera formaba parte de las preocupaciones internacionales, y menos aún autóctonas, ya el Frente de Todos admitía públicamente que las evaluaciones educativas estandarizadas no formaban parte del portfolio de opciones que podrían ofrecerle a la ciudadanía si ganaban los comicios presidenciales.
El 7 de octubre de 2019, Nicolás Trotta, entonces rector de la UMET, hoy ministro de Educación de la Nación, encabezaba un acto pedagógico-partidario y, en medio de un aplauso cerrado, advertía: “Pensar la calidad no se vincula con las pruebas estandarizadas que se buscan imponer”. En ese encuentro, la secretaria general de Ctera, Sonia Alesso, cuestionaba al macrismo por las malas condiciones de la infraestructura escolar y para graficar la situación, usaba una incorrección propia de un aplazo, si en vez de arenga hubiera sido un examen de lenguaje: “Hay paredes electrocutadas (sic)”.
Cuatro meses después de aquellas definiciones, llegó la pandemia y la inmediata suspensión de clases presenciales, que se convirtió en modelo en el mundo por ser de las más largas. Y con la situación epidemiológica, la excusa para desarticular las pruebas Aprender y convertirlas en una tibia encuesta y evaluación de la “continuidad pedagógica” y la articulación de dos años escolares, un eufemismo para evitar admitir que, en la virtualidad, los chicos y los adolescentes habían aprendido poco y nada. Y menos que nada, los centenares de miles que no habían tenido acceso a la educación remota.
No deja de sonar raro que los docentes, o mejor dicho los gremios del sector, cuyo capital básico consiste en enseñar y evaluar si lo que enseñan se aprende, rechacen la realización de pruebas de aprendizaje. Aunque, como desde que se realizan de manera sistemática en el país se confirma una tras otra que no hay mejoras o, son tan leves que no alcanzan para hacer una diferencia concreta.
En 2015, cuando el kirchnerismo entregó el poder al macrismo, se pasó de las evaluaciones ONE a las Aprender. Una sutileza semántica, típico gesto para marcar el cambio de época. En 2019, sin embargo, ni siquiera se ensayó un nuevo bautismo, porque el compromiso de campaña para el núcleo pedagógico-kirchnerista era su postergación infinita, que la pandemia aceleró.
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