Prohíben un tipo de amianto cancerígeno
Ahora controlarán que salga de circulación en el mercado
Como un enemigo invisible, el asbesto acecha a la familia desde varios aparatos domésticos; también a los trabajadores de la industria y la construcción desde los materiales e instalaciones que manejan a diario.
Esta sustancia mineral, base para la elaboración del amianto, no resulta peligrosa mientras permanezca incorporada dentro de un objeto o estructura. Pero cuando las microfibras que la componen quedan liberadas en el aire, listas para ser aspiradas por la gente, se transforma en un agente de alto poder cancerígeno.
Especialmente en su variedad anfiboles, empleada por su propiedad aislante del calor y de la electricidad, en la fabricación de hornos, planchas, tablas para planchar, tostadoras, discos difusores, pastillas de freno, revestimientos de paredes, baldosas, tejas asfálticas, cemento y fibrocemento.
Sobre la base de los estudios científicos que probaron la nocividad de la sustancia y de las recomendaciones internacionales que desaconsejan su utilización, el Ministerio de Salud de la Nación acaba de prohibir la producción, la importación, la comercialización y el uso tanto de los anfiboles como de los productos que los contengan.
Las autoridades sanitarias calculan que entre el 10 y el 20 por ciento del asbesto en circulación corresponde a la variedad prohibida.
Controlar el cumplimiento de esta norma corresponderá, por un lado, a la Dirección de Lealtad Comercial, de la Secretaría de Industria del Ministerio de Economía.
Por el otro, la fiscalización será responsabilidad de la Administración Nacional de Aduanas, dependiente de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP): la mayor parte de la sustancia empleada en el país proviene de importaciones, pues la Argentina casi no la produce.
En el trabajo y en casa
La Unión Europea vetó los anfiboles en 1991 y Brasil, en 1995. Ya en 1983 la Organización Panamericana de la Salud (OPS) había advertido sobre la existencia de numerosas fuentes, no sólo ocupacionales sino hogareñas y ambientales, de exposición al asbesto y sus peligros.
"Las fibras ingresan en las vías respiratorias y, como el organismo no puede disolverlas, se depositan en los pulmones. Luego de un período de latencia -que varía entre los 10 y los 30 años-, el mineral provoca desde inflamaciones crónicas y fibrosis pulmonar hasta cáncer de pulmón o de pleura (mesotelioma)", explicó a La Nación Héctor Moguilevsky, secretario de Política y Regulación Sanitaria.
El ministro Héctor Lombardo firmó el 10 de octubre último la resolución Nº 845, que prohíbe los anfiboles.
Pese a la veda, las autoridades reconocen que todavía se venden algunos aparatos domésticos con aislantes elaborados a partir de la cuestionada sustancia y que ciertos materiales para edificar también la conservan.
"El principal riesgo lo corren los trabajadores de la construcción. Porque las tareas de demolición los ponen en permanente contacto con las partículas de asbesto liberadas. También los operarios que portan guantes de amianto como protección térmica tienen una alta exposición", indicó Carlos Damín, médico toxicólogo y presidente de la Comisión Transitoria de Asesoramiento sobre el Asbesto (variedad crisotilo).
Sucede que, luego de prohibir los anfiboles (de mayor grado de toxicidad y poder cancerígeno), la cartera política estudia la posibilidad de sacar del circuito comercial este otro tipo menos dañino.
Reunión de expertos
Con ese fin, Moguilevsky creó la citada comisión y convocó a participar a representantes de los ministerios de Trabajo y de Desarrollo Sustentable, de la Secretaría de Industria, Comercio y Minería,de la AFIP, de los sindicatos, de la Unión Industrial Argentina y de organizaciones no gubernamentales.
"Como antecedentes, valgan dos: primero, que la Unión Europea determinó eliminar el crisotilo de aquí al 2005; segundo, que el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social incorporó el asbesto dentro del primer grupo en el listado de sustancias y agentes cancerígenos", añadió Damín.
Moguilevsky aclaró que en otros países, como los Estados Unidos, cada municipio tiene su comité para las cuestiones relativas al asbesto.
"Y ninguna obra puede ser demolida si estos consejos no emiten antes un certificado para garantizar que el edificio está libre de la sustancia o que el mineral ya fue neutralizado. Con el tiempo, nosotros debemos dictar reglas para la manipulación del material y capacitar recursos humanos para hacerlo correctamente", se explayó.
Sin embargo, el común de la gente no queda exenta de la potencial acción del amianto dentro del hogar. "No hay que alarmar a la población, porque sólo la remoción del material (como se dijo) conlleva riesgos", explicó el secretario.
"La única recomendación -agregó- es que deben sacar de circulación los utensilios con asbesto en su interior cuando empiezan a deteriorarse. Porque en ese momento se disgregan las fibras perjudiciales para la salud."
Será cuestión entonces de deshacerse de las planchas, tablas de planchar, tostadoras, cables y discos difusores de calor apilados en el desván o en el galpón de objetos en desuso que cualquiera puede tener en casa.
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