Prisión a Carrascosa por encubrir: 5 años y medio
El fallo fue dividido; lo absolvieron por el asesinato de su esposa, María Marta; quedó detenido
Carlos Carrascosa fue absuelto del asesinato de su esposa, María Marta García Belsunce, pero quedó detenido esta madrugada al ser condenado a la pena de cinco años y seis meses de prisión por haber sido encontrado culpable de encubrir el homicidio. El tribunal consideró que junto con otras personas alteró la escena del crimen, acondicionó el cuerpo, escondió una bala arrojándola al inodoro y obtuvo un certificado de defunción falso para evitar la autopsia.
Los jueces María Angélica Etcheverry y Hernán San Martín votaron a favor de la condena por encubrimiento, en tanto que, en disidencia, Luis Rizzi se pronunció por la absolución. Sobre el homicidio calificado agravado por el vínculo, el tribunal dispuso en forma unánime su absolución al entender que el fiscal Diego Molina Pico no aportó pruebas suficientes ni un móvil que justificase el asesinato.
El veredicto fue leído a las 0.40 de hoy y, al ser notificado de la condena, Carrascosa sólo atinó a esbozar una mueca nerviosa. Minutos después, saludó a sus familiares y fue llevado detenido.
Los jueces concluyeron que Carrascosa mintió cuando dijo que antes del crimen había estado con su cuñado Guillermo Bártoli y cuando sostuvo que mientras llamaba a una ambulancia estaba junto a la masajista Beatriz Michelini.
"¿Puedo saludar a mi familia?", preguntó Carrascosa al secretario del tribunal, Maximiliano Nicolás, luego de escuchar la sentencia.
Antes, a la 0.40, Carrascosa había escuchado impasible el veredicto que lo mandaba a la cárcel. Apenas, cruzó unas palabras con su abogado Alberto Cafetzoglus. No hubo lágrimas, sólo abrazos y apretones de manos hacia algunos familiares y amigos.
"No te preocupes «Negrito» voy a estar bien", le dijo el acusado al oído a Miguel Taylor (h.), el hijo de un matrimonio amigo, mientras el muchacho no paraba de llorar.
Después, escoltado por cuatro de los 50 policías que participaron en el operativo de seguridad, Carrascosa se abrazó con Stella Maris, la mejor amiga de su hermana y con Irene Hurtig. Antes de que lo llevaran detenido a la Delegación de Investigaciones de San Isidro, Carrascosa pudo estrechar las manos de los diez amigos y familiares que, a la 0.45 habían quedado en la sala de audiencias.
Antes que los policías lo sacaran de los tribunales por la alcaidía, el subteniente Gustavo Suárez le puso las esposas. "Gustavo, esta vez te tocó a vos ponerme las esposas", le dijo Carrascosa al uniformado que lo acompañaba al mismo lugar donde estuvo detenido hace cuatro años. Desde allí, en los próximos días será trasladado al penal de Campana, para estar cerca de su familia.
La jueza Etcheverry llevó la voz cantante con su voto, que insumió más de tres horas de lectura. Dio por probado la existencia del homicidio y que Carrascosa encubrió el asesinato al instalar la idea del accidente para ocultar el homicidio, limpió la escena del crimen, ocultó la bala arrojándola al inodoro, escondió ropa ensangrentada, ocultó la herida con el peinado, evitó que acudiera la policía y que allegados se acercaran al cadáver, además de obtener un certificado de defunción alterado y con esto buscó evitar la autopsia.
"El acusado limpió superficialmente las manchas de sangre, sumergió la cabeza de la víctima en la bañera para simular un golpe con la grifería con pérdida de masa encefálica. El acusado no estaba en estado de shock, sino que cuando llamó a la ambulancia parecía sereno y coherente. Si estaba shockeado no podría ni haber levantado el tubo", dijo la jueza.
Falta de pruebas
Al principio asestó un golpe a la acusación fiscal al sostener que el móvil del crimen que había esbozado Molina Pico, una pelea que se inició el día anterior y siguió la tarde del homicidio, no estaba probado, pues se basó en testimonios de oídas.
Pero de inmediato analizó los argumentos en los que basó su condena por encubrimiento y afirmó que la familia nunca comunicó sus dudas sobre la muerte al fiscal, cuando se hizo presente al día siguiente del crimen. "Debió preservarse la escena y darle inmediata intervención a la autoridad judicial", expresó.
Tras analizar la actuación de los médicos que intervinieron en un primer momento, Juan Ramón Gauvry Gordon y Santiago Biassi, afirmó: "Correspondía darle intervención policial, se trataba de una muerte traumática, no natural. Sostener que se puede agujerear el cráneo hasta obtener masa encefálica, por más fuerte que sea el resbalón en la bañera, no resiste el menor análisis". La frase, pronunciada por el secretario Maximiliano Nicolás, cuando apenas llevaba una hora de lectura del veredicto, inquietó a los familiares de Carrascosa, Irene Hurtig incluida, que copaban la sala de audiencias. Molina Pico, en tanto, giró su silla y miraba de frente al secretario, para evitar la cara impasible de Carrascosa, vestido de camisa rosa e impecable saco azul recién salido de la tintorería.
"La rápida difusión de la idea del accidente hizo que se multiplicaran las versiones y variantes", leyó el secretario al promediar el segundo cuerpo de la sentencia de 400 hojas.
Tras lo cual destacó que hubo una decisión de hacer desaparecer "el pituto", que ya se decía la noche del crimen que podía ser un casquillo o esquirla. "El ocultamiento de esta pieza fue deliberado para algunos e ingenuo y espontáneo para otros. Fue improvisado sobre la marcha, en poco tiempo y decidido en un círculo de familiares y amigos íntimos en poco tiempo para ocultar", dice el fallo.