Primer grado. Todos los obstáculos de aprender a leer y escribir desde casa y lejos de los maestros
"Al principio de la cuarentena obligatoria Francisco, mi hijo de 6 años, estaba feliz de quedarse en casa. Pero después de tres semanas empezó a decirme que quería volver al colegio para estar con sus amigos y con la maestra. Él es bastante tímido y siento que la virtualidad no lo ayuda en ese aspecto", dice Florencia Guevshenian, contadora pública, de 46 años.
Francisco ya lee y escribe pero, según cuenta Florencia, hay otras madres de primer grado que están preocupadas porque sus hijos lo están aprendiendo ahora desde sus casas y tienen miedo de enseñarles con un método antiguo. "Por suerte logramos que la maestra nos hiciera una introducción donde nos dio tips para explicarles, por ejemplo, la diferencias entre la "ll" y la "y"; o entre la "c" y la "q"", apunta.
Tal como les pasó a todos, los estudiantes que este año iniciaron el primer grado se encontraron con la obligación de quedarse en sus casas por la aparición del nuevo coronavirus, con la particularidad de que dejaron en suspenso la ilusión del comienzo de un nuevo ciclo, crucial en lo educativo. No pudieron conocer a sus nuevos compañeros, tuvieron que encarar la lectoescritura solos o con sus padres, no pudieron establecer vínculos presenciales con sus maestros, y en muchos casos con pocas o ninguna computadora en sus casas.
Andrea Abadi, psiquiatra y directora del departamento infanto-juvenil de INECO, resalta que los chicos que están en primer grado se están atrasando en el proceso de adaptación. "Además deben hacer su ingreso a la lectoescritura acompañados por sus padres, que no siempre saben cuál es la metodología para hacerlo. Lamentablemente esto puede causar dificultades a largo plazo en algunos niños, que deberemos pesquisar y abordar en cuanto volvamos a la normalidad", apunta.
"Apenas 10 días de clases pueden haber resultado insuficientes para construir ese condimento esencial del vínculo pedagógico: la confianza basada en el conocimiento recíproco de docentes y estudiantes. Los niños y niñas de 6 años se encuentran saliendo de su primera infancia, y en esa salida el vínculo con los docentes, en especial el o la docente de primer grado, adquiere una densidad especial", destaca Irene Kit, especialista en gestión educativa, presidente de la Asociación Civil Educación para Todos, y miembro de la Observatorio Argentino por la Educación (OAPLD).
Sofía Paz, de 33 años, empleada administrativa y madre de Guadalupe, de 6 años, y de Agustina, de 3, está preocupada por esta modalidad de aprendizaje. "Aunque mandan algunos juegos para que los chicos aprendan, en la gran mayoría de las tareas les piden que intenten escribir solos. ¿Cómo pretenden que pueda hacerlo si tuvieron solo una semana de colegio? Por eso en casa armamos un abecedario y le hago repetir y razonar cada palabra para que conozca y entienda cómo se escribe. Pero me resulta muy difícil, no me presta la misma atención que a su docente", reconoce.
Sofía tuvo que sortear otro obstáculo. "En casa no tenemos computadora: Guada trabaja con mi celular. Los primero días mandaban cosas para imprimir, pero me comuniqué con la maestra para decirle que no tenemos impresora ni computadora y que yo le copiaría las consignas en el cuaderno. ¿Cómo dan por sentado que en cada casa hay una computadora e impresora?", cuestiona.
Por partida doble
María Beauchamp es psicóloga y madre de Juan y Sofía, ambos de 6 años. "Están en divisiones diferentes así que tienen que hacer distintas tareas y presenciar las clases vía Zoom en horarios diferentes. Aunque están adaptándose, les inquieta no poder tener contacto directo con sus compañeros y maestras. Además me cuentan que por momentos se les hace difícil el intercambio porque son grupos numerosos y se sienten expuestos frente a la cámara", dice la madre de los mellizos.
María cuenta que Juan empezó primer grado sabiendo leer y escribir, pero Sofi aún no. "Pero es importante transmitirles a los chicos que el aprendizaje es un proceso que cada uno vive de forma diferente y que en este contexto eso se pone en evidencia aún más", reflexiona.
Yanina Zuzzi, docente de primer grado en el Instituto Miguel de Cervantes Saavedra, de Pilar, explica que en su colegio están utilizando varios métodos para lograr la alfabetización en este contexto. "Uno de ellos es el Método Palabra Generadora. Se inicia con una palabra que genera todo el proceso de aprendizaje, también se asocia una imagen a una palabra y después se divide en sílabas, letras, sonido. Además trabajamos con el alfabeto móvil, en el cual utilizamos el método silábico. Éste parte de la sílaba construida con la vocal combinada con consonantes. La unidad mínima de aprendizaje es la sílaba. Primero se aprenden vocales y después la combinación consonante con vocales", detalla.
Además, hace tutoriales para separar en sílabas, dictados de palabras y luego refuerza el contenido en las videoconferencias. "Los padres tienen un papel fundamental ya que nos van enviando videos con lo trabajado en casa y respondemos sus dudas. Es un desafío tanto para nosotras como para nuestros alumnos", afirma.
El ministro de educación de la Nación, Nicolás Trotta, en diálogo con LA NACION, resaltó la importancia de primer grado, al igual que los últimos años de primaria y secundaria, dijo que justamente por eso este grado tiene un abordaje específico, con contenidos especiales dentro del programa Seguimos Educando. "Cuando llegue el momento de regresar a los colegios se le dará también un foco especial y prioridad a primer grado. Entiendo la preocupación de los padres, porque que tengan estudios secundarios o universitarios no implica que sepan cómo enseñarles a leer y escribir a sus hijos. Ese es el rol del docente. El rol del padre es acompañar a su hijo, no educar", resalta.
"Tenemos que tomar conciencia de la situación extraordinaria que estamos viviendo, donde la prioridad es la salud. Estamos tratando de brindar una mejor continuidad educativa y pedagógica ante este contexto", agrega.
Obstáculos por sortear
Sin duda, lograr la concentración de los más chicos se complica, más aún cuando las clases remotas se van prolongando. "Al principio se sentaba feliz a hacer la tarea. Ahora le cuesta y ya no quiere ni ver los videos que le mandan sus maestras de inglés. Creo que se está perdiendo el estímulo docente que tendría en el colegio. Además le falta el intercambio de juegos e ideas que tienen con sus pares, que enriquece un montón. Lucas no lo dice pero me doy cuenta que extraña a sus amigos", sostiene con cierta tristeza María Eugenia Cavallo, madre de Valentina, de 13, Juan Martín, de 11, y Lucas, que en unos días cumplirá 6 años.
Florencia Guevshenian, la madre de Francisco, también está preocupada porque su hijo le pregunta constantemente cuándo verá a sus compañeros. "No sé qué responderle. Y creo que muchos chicos sienten lo mismo. De hecho una mamá me comentaba el otro día que su hija se puso a llorar y no quiso tomar la clase virtual. Le dijo que quería ver a sus amigos y abrazarlos. Te parte el alma. Son muy chicos", dice.
Kit, en tanto, sostiene que no hay que preocuparse porque tenemos varios años para acomodar este inicio turbulento. "Lo que no deberíamos hacer es pretender que no ha pasado nada", aconseja.
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