El Homo naledi es el nuevo tatarabuelo de los humanos
Gran interés por el hallazgo de más de 1550 restos fósiles de ancestros desconocidos en una cueva de Sudáfrica
En octubre de 2013, seis espeleólogas muy pequeñas y delgadas descendieron a lo largo de un angosto túnel de 40 metros hasta una cámara oscura donde se asomarían nada menos que a los albores de la humanidad.
Allí, sepultados durante lo que se cree que pueden haber sido dos millones de años (¿o acaso 100.000?), yacían 1550 restos fósiles de lo que resultaría ser una nueva rama de la familia humana. Estos ancestros hasta ahora desconocidos, hallados en la cueva Rising Star (Estrella Naciente), a unos 50 kilómetros de Johannesburgo, Sudáfrica, fueron presentados formalmente ayer en una revista de acceso libre, muy poco conocida, llamada eLife.
En un área de investigación en la que descubrir un maxilar milenario constituye un suceso, el anuncio provocó conmoción entre los especialistas de todo el mundo.
Homo naledi, tal el nombre de este pariente lejano, tiene características únicas que acicatean la curiosidad, pero también alimentan la controversia entre los científicos.
Reúne algunos rasgos muy primitivos y al mismo tiempo otros sorprendentemente modernos. Con alrededor de un metro y medio de altura, 50 kilos de peso y una cavidad craneana del tamaño de una naranja, "es más alto que los chimpancés, y que el Homo habilis o el floresiensis, podría ser comparado con un europeo «petiso» -dice Rolando González José, director del Centro Nacional Patagónico (Cenpat) del Conicet y especialista en genética poblacional humana-. Por otro lado, tiene baja capacidad craneana combinada con una dentición pequeña, y una cara también pequeña y retraída, que uno no esperaría. Es raro. Esto va a revolucionar las clasificaciones de homínidos. Va a generar árboles «ruidosos»."
La nueva especie de homínido fue estudiada por 60 científicos liderados por el paleoantropólogo norteamericano de la Universidad de Witwatersrand, Lee Berger, un personaje muy discutido, pero que se hizo célebre por su descubrimiento de dos esqueletos parciales del Australopithecus sediba, a los que atribuyó casi dos millones de años de antigüedad y cuyo análisis todavía no fue publicado.
El nombre naledi es la traducción de "estrella" al lenguaje sesotho que se habla en la zona de Sudáfrica, donde se encuentra el sistema de cuevas, conocida como "cuna de la humanidad" por la cantidad de fósiles antiguos que encierra.
El análisis de los homínidos y de la topología de la cueva se publica en dos estudios, y comprende la muestra más grande encontrada de una especie en cualquier lugar de Sudáfrica, comparable con el yacimiento de Atapuerca, en España.
Según Berger, cada hueso del cuerpo está representado varias veces lo que convierte al Homo nadeli en el espécimen más conocido de nuestro linaje.
El hallazgo tiene todos los condimentos como para inspirar una secuela de Indiana Jones. Según el relato de la revista National Geographic, que financia las investigaciones de Berger, la entrada a la cueva fue descubierta por dos espeleólogos locales, Rick Hunter y Steven Tucker, que lograron introducir sus linternas por una grieta estrecha y pudieron ver la profusión de huesos. Cuando le mostraron sus fotos al geólogo Pedro Boshoff, éste alertó a Berger, que inició una trabajosa investigación.
Los científicos debían deslizarse y arrastrarse por angostos pasadizos, a veces con un brazo pegado al cuerpo y el otro estirado hacia adelante ("en la posición de Superman"), trepar rocas y descender del otro lado, todo en ausencia de luz natural.
Era tal la dificultad para extraer las muestras, que Berger decidió utilizar las redes sociales para reclutar a espeleólogas mujeres lo suficientemente pequeñas como para que se introdujeran a través de la abertura de la cámara subterránea. Establecieron un campamento en la superficie y ellas transmitían las imágenes desde el sitio repleto de restos a través de 3,5 km de fibra óptica. Las llamaban "astronautas subterráneas".
Según cuenta The Guardian, una de ellas, Marina Elliott, de la Universidad Simon, de la Columbia Británica, dijo que remover los fósiles representó "una de las más difíciles y peligrosas tareas que jamás había enfrentado en busca de los orígenes del ser humano".
Pero aunque todos coinciden en que el descubrimiento es espectacular, plantea más dudas que respuestas. En primer lugar, los restos no pudieron ser datados, de modo que no se sabe qué antigüedad tienen. Se barajan entre dos millones de años y 20.000. Por otra parte, los autores afirman que la gran cantidad de individuos encontrados en el mismo sitio podría hacer pensar en que el Homo naledi observaba prácticas mortuorias, algo que hasta ahora sólo se conocía en los Homo sapiens.
Para González José, "aunque la revista que lo publica no es conocida, los papers son completos y los análisis son muy superiores a los que a veces se publican en Nature o Science. Acerca de la falta de datación, es típica del ambiente sudafricano. La estratigrafía de la cueva está muy alterada y allí ningún fechado es tan preciso como en Tanzania o en otros lugares, por ejemplo".
"Se trata de un hallazgo maravilloso -opina Ivan Pérez, antropólogo de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, e investigador del Conicet-. Cualquiera hubiera «matado» por encontarlo, pero no quiere decir que tenga las respuestas a los muchos misterios que plantea. El artículo que analiza los fósiles es muy especulativo. Con morfología nada más es difícil resolver los enigmas, se requeriría datación por ADN o por radiocarbono. Al no conocer la antigüedad con precisión, podrían tener dos millones de años, pero también 100.000, como ocurrió con el Homo floresiensis, que al principio se creyó muy antiguo, pero en realidad vivió hasta hace 18.000 años, cuando ya el Homo sapiens estaba llegando al continente americano. Lo mismo se podría decir del tamaño del cerebro: antes se pensaba que la evolución había sido lineal, es decir, que los homínidos más recientes tenían un cerebro más desarrollado. Pero hallazgos más actuales muestran que no sería tan así. Si estos restos pertenecieran a homínidos más modernos sería incluso más interesante, porque indicarían que entonces hubo mucha más variación en el género Homo de la que se pensaba."
Si esta incorporación al árbol genealógico humano se confirma, todo parece indicar que el ser humano es un rompecabezas cuyas partes aparecieron y fueron sometidas a prueba a lo largo de milenios. Varias veces y en diferentes momentos.
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