Premios Nobel: cómo la física cambia el mundo
En Alemania, 29 científicos debatieroncon 400 jóvenes el futuro de la ciencia
LINDAU, Alemania.– Unos 29 premios Nobel de Física y Química se reunieron con 400 jóvenes científicos de 80 países para contarles sus investigaciones y escuchar sus inquietudes en esta isla del lago Costanza, en el sur de Alemania. Ocurrió a fines de junio. Hablaron de cuestiones "incomprensibles", como la radiación de fondo de microondas de la cosmología o la masa de los neutrinos. Pero también discutieron sobre cómo la física está cambiando el mundo.
Es que en los últimos tiempos las investigaciones de esta rama de la ciencia permitieron el desarrollo de la tecnología LED, los semiconductores de las computadoras, la fibra óptica, la nanotecnología y el GPS.
Además, la computación cuántica promete una segunda revolución, que la convertirá en el evento tecnológico del siglo XXI, según discutieron los Nobel Serge Haroche, Gerardus 't Hooft, William Phillips y David Wineland en un panel en el Teatro Municipal de esta ciudad. A diferencia de la computación clásica, que se basa en bits que pueden contener un valor, el 0 o el 1, la cuántica utiliza los qubits, que pueden ser 0 y 1 al mismo tiempo, o 0 o 1. Esto permite operaciones más complejas y veloces (ver aparte). La primera revolución cuántica ya se produjo con el desarrollo de sistemas láser, transistores, semiconductores y la resonancia magnética. La segunda transformación permitiría, a través del uso de una mayor cantidad de datos, el hallazgo de planetas lejanos, la construcción de mejores aviones y autos con piloto automático, un aumento de la precisión en los pronósticos del tiempo o de los terremotos, la producción de medicamentos a partir del análisis del ADN del paciente, la elaboración de simuladores para anticipar la detección del cáncer o la desencriptación de códigos informáticos. No por nada la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos están invirtiendo en la materia.
Los Nobel de diversas disciplinas se encuentran con jóvenes científicos cada año en Lindau desde 1951. Esta vez les tocó a los físicos, y el primer encuentro fue un desayuno con pretzels en el hotel Bayerischer Hof, frente al puerto de veleros y barcos de pasajeros sobre el lago. Allí había veinteañeros y treintañeros de los cinco continentes, desde europeos en remera y sandalias e indios de camisa celeste hasta japoneses de traje y egipcias con velo. Iban a escuchar un panel sobre cómo pasar del estudio de los fundamentos de la información cuántica al desarrollo de nueva tecnología. Una brasileña de 33 años, Gabriela Barreto Lemos, investigadora en un instituto de Viena, llamó a "no perder la libertad ni la curiosidad porque son el corazón de la innovación" y reclamó que se permita la investigación científica de "cielo azul", es decir, aquella que carece de una aplicación aparentemente inmediata, "más allá de que los financiantes siempre piden que se expliquen los eventuales usos prácticos".
"Estamos apenas en el comienzo de la segunda revolución cuántica", proclamó Phillips, que les reclamó a los jóvenes que aprovecharan esa semana para acercarse a él y le hicieran preguntas."El progreso en la ciencia fundamental mejora la tecnología y viceversa", añadió este Nobel estadounidense (1997). "Los físicos dicen que no hicieron gran dinero desarrollando los fundamentos, pero ahora Google creó un grupo para investigar la computación cuántica. Vamos a ver más investigaciones básicas de empresas que quieren hacer dinero. El problema es que las compañías sólo piensan en cuánto van a ganar en los próximos tres meses y la ciencia dura sólo te dará dinero en 20 años. Pero si no inviertes en esto, nunca tendrás nueva tecnología. Como las empresas no invierten como antes, los gobiernos deben hacerlo. Hay laboratorios en las universidades con el apoyo de los gobiernos", destacó Phillips.
Wineland también les recomendó a los jóvenes que no pensaran en crear la supercomputadora. En cambio, él, a través de la manipulación de sistemas cuánticos individuales, logró el desarrollo de relojes de iones atómicos, más precisos que los usados en la actualidad, según explicó en una de las 30 clases que dieron los Nobel y otros próceres de la ciencia dura. Con ellos, los sistemas de GPS dejarán de tener un margen de error de 30 centímetros, como hasta ahora, o se podrán predecir mejor los terremotos.
"Cuanto más desarrollo tecnológico hay, más física fundamental tenemos que buscar", opinó Rainer Blatt, académico austríaco de la Universidad de Innsbruck. Días más tarde, Blatt destacó las aplicaciones actuales de la tecnología cuántica en las comunicaciones y los futuros usos en sensores, computación y otras herramientas impredecibles, pero que cambiarán la vida cotidiana y la economía. También resaltó que aquellos países que ahora invierten en la investigación básica gozarán de los frutos económicos de las aplicaciones que después consumirá el resto del mundo.
"Cuando se creó el microchip, se pensaba que nunca iba a funcionar", recordó en aquel desayuno el presidente de la Academia Austríaca de Ciencias, Anton Zeilinger. Luego, en la primera clase del encuentro, el japonés Hiroshi Amano indicó cómo durante tres décadas el proceso de creación de una luz azul de LED se hizo lento y difícil hasta que, en 1992, él y su maestro Isamu Akasaki presentaron la primera de alto brillo. A diferencia de la mayoría de los físicos, Amano, ganador del premio en 2014, se entusiasmó de joven con estudiar la ciencia "para la gente". Ahora cuenta con orgullo que 1500 millones de personas, del total de 7300 millones, se iluminan con lámparas LED.
Representación nacional
De los 400 jóvenes físicos, sólo 15 eran latinoamericanos. Y de ellos, la única argentina era Natalia Ares, de 30 años. "Vine a buscar inspiración", cuenta la joven, que se graduó en la Universidad de Buenos Aires, cursó su doctorado en Grenoble (Francia) y ahora está haciendo su posdoctorado en Oxford (Inglaterra) gracias a una beca Marie Curie, de la Unión Europea.
"Cuando una empieza a estudiar quiere explorar el universo, pero en el día a día perdés la motivación, se hace difícil conseguir trabajo, becas", relata. "Veo que después del «posdoc» hay pocas posibilidades laborales. La mayoría se va de la ciencia, y además ves que muchos que avanzan no lo hacen por mérito. Pero acá en Lindau ves gente que logró hacer cosas muy extraordinarias y eso refresca", continúa esta joven, que en el laboratorio de Oxford trabaja con nanotubos de carbono para probar estados cuánticos de estructuras muy pequeñas que a gran escala se comportan de manera diferente. Serán los ingenieros los que años más tarde usarán estas investigaciones para crear sensores más precisos que los actuales.
Los alcances de la disciplina
Las frases de los principales expositores del encuentro
William Phillips
Físico estadounidense
"Las firmas sólo piensan en cuánto van a ganar en el corto plazo, y la ciencia te dará dinero en 20 años"
Anton Zeilinger
Presidente de la Academia Austríaca de ciencias
"Cuando se creó el microchip, se pensaba que nunca iba a funcionar"
Rainer Blatt
Académico austríaco de la Universidad de Innsbruck
"Cuanto más desarrollo tecnológico hay, más física básica tenemos que buscar"