Por qué se arma el árbol de Navidad y qué significan sus adornos
El símbolo de la fiesta surge de la fusión entre las costumbres paganas y las celebraciones del cristianismo que las reemplazó en Europa
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El árbol de Navidad, con sus tradicionales adornos, es uno de los símbolos de esta fiesta. Su significado se remonta a siglos atrás, y suele armarse varias semanas antes del 25 de diciembre.
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Al igual que la Navidad misma, su árbol surge del sincretismo entre las costumbres cristianas que se impusieron en Europa durante la Edad Media y las religiones paganas que existían previamente. Este tipo de cultos, consagrados a divinidades asociadas a la naturaleza con fuertes inspiraciones de la mitología nórdica, se movían con las estaciones del año. Fue en este “cronograma” donde los evangelizadores de la fe de Jesús instalaron sus propias fiestas, para que la nueva religión no fuera tan disruptiva a sus potenciales fieles.
En concreto, el origen del árbol de Navidad podría estar asociado a las celebraciones del solsticio de invierno en el hemisferio occidental, que cae entre el 21 y el 22 de diciembre. En esa época, los pueblos del norte de Europa decoraban robles talados con frutas y velas en un intento por “reanimarlos” y asegurar que florecieran durante el verano siguiente. Por eso era considerado como un símbolo del significado de la vida y hasta del orden del universo. En la mitología nórdica se lo conoce como Yggdrasil, aunque también se lo llamaba Frey, y era usado para celebrar el nacimiento del dios del Sol y la fertilidad.
Según se cree, en el siglo VIII, durante la evangelización de Alemania, San Bonifacio decidió cortar uno de estos árboles en la localidad alemana de Hesse para que se terminara con la adoración de los dioses que, desde el punto de vista del cristianismo, eran paganos. En su lugar, colocó un abeto, al considerarlo más apropiado para el culto cristiano.
Se trata de un árbol de hojas perennes, con lo que buscaba mostrar que el amor de Dios era inagotable. También los tradicionales adornos fueron adaptados al nuevo culto. San Bonifacio decoró su abeto con manzanas rojas, que representaban el pecado original, y con velas, en alusión a la luz de Cristo. Con el tiempo, esas manzanas y las velas se transformaron en luces y bolitas, tal como luce un árbol de Navidad actual. Más tarde, se añadieron las guirnaldas y los adornos caseros.
La costumbre fue modificándose con el paso de los años, y varios siglos después ya estaba extendida en Europa. Dos ciudades se disputan haber sido las primeras en instalar el primer árbol de Navidad en una plaza pública: Tallin, en Estonia, en 1441 y Riga, la actual capital de Letonia, en 1510.
En este sentido, cabe resaltar que el significado del árbol de Navidad fue siempre comunitario, ya que alrededor del mismo las familias se reunían para colocar sus ofrendas y deseos para el invierno entrante. Se trataba de un punto de encuentro donde se compartía con los seres queridos para dar gracias por el año vivido, algo que todavía es parte de los ejes de esta celebración, así como de la de Año Nuevo.
Según lo establece la tradición, muchas personas eligen armar el árbol el 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, y lo desarman exactamente un mes después, el 8 de enero. En cambio, otros guardan los adornos navideños tras el paso de los Reyes Magos, el 6 de enero.
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